· Antecedentes
Alejandro Mario Fonseca
Me acuerdo muy bien, fue por allá a
principios de los años setenta cuando me empecé a interesar por el
psicoanálisis. Mi hermana Lucero estudiaba Psicología en la UNAM y le habían
dejado un trabajo sobre el estrés.
Yo ya tenía experiencia en la lectura
de libros técnicos en inglés, porque estaba terminando mis estudios de
Ingeniería Química y la mayoría de los libros que utilizábamos no estaban
traducidos al español; Lucero no, así que le ayudé en sus tareas.
Se trataba de un artículo en inglés de
una revista especializada para psicólogos y el tema, como ya dije, era el
concepto de estrés. Para mí fue una experiencia maravillosa, le entendí muy
bien y desde entonces la psicología ha sido uno de mis hobbies (aficiones).
El estrés es tensión, es un estado de
cansancio mental provocado por la exigencia de un rendimiento muy superior al
normal; suele provocar diversos trastornos físicos y mentales.
Se trata de una enfermedad típica de
la modernidad, o más bien de la posmodernidad. En la década de
1930, Hans Selye –hijo del cirujano austriaco Hugo Selye– lo
descubrió.
Baile viral de las chilenas. |
Lo que observó fue que todos los
enfermos a quienes estudiaba, independientemente de la enfermedad que
padecieran, presentaban síntomas comunes: fatiga, pérdida del apetito, baja de
peso y astenia, entre otras posibles sintomatologías. Por ello, Selye
llamó a este conjunto de síntomas el síndrome de estar enfermo.
Estrés: Un estudio sobre la ansiedad.
En 1950 Selye publicó la
que sería su investigación más famosa: Estrés. Un estudio sobre la ansiedad. El término estrés
proviene de la física y hace referencia a la presión que ejerce un
cuerpo sobre otro (la fatiga de materiales), siendo aquel que más presión
recibe el que puede destrozarse- y fue adoptado por la psicología, pasando
a denominar el conjunto de síntomas psicofisiológicos antes mencionado, y que
también se conocen como síndrome general de adaptación.
Los estudios de Selye con
posterioridad llevaron a plantear que el estrés es la respuesta inespecífica a
cualquier demanda a la que se sea sometido, es decir, por ejemplo, que el
estrés también puede presentarse cuando se da un beso apasionado.
El efecto que tiene la respuesta
estrés en el organismo es profundo: predominio del sistema nervioso
simpático (vasoconstricción
periférica, midriasis, taquicardia, taquipnea (respiración
rápida), ralentización de la motilidad intestinal, pérdida de pigmentación en
el cabello, etc.); liberación masiva en el torrente sanguíneo de glucocorticoides;
aumento en sangre de la cantidad circulante de glucosa, factores de
coagulación, aminoácidos libres y factores inmunitarios (la sangre se
hace trombolítica con lo que aumentan los riesgos de accidente
cerebro vascular).
El cuerpo desarrolla estos mecanismos
para aumentar las probabilidades de supervivencia frente a una amenaza a corto
plazo, pero no para ser mantenidos indefinidamente. A mediano y largo plazo,
este estado de alerta sostenido desgasta las reservas del organismo. (Cfr. Wikipedia).
Mujeres: las
más vulnerables
Lo curioso es que las estadísticas
muestran una clara diferenciación de género en
la manifestación del estrés. Insisto se trata de trastornos que en la
actualidad son, muy frecuentes e incapacitantes. Pero las mujeres en edad reproductiva
son más vulnerables a desarrollar trastornos de ansiedad y depresión:
aproximadamente entre 2 a 3 veces más que los hombres.
Ser hombre o mujer no sólo puede
influir en la prevalencia de los trastornos mentales, sino también en la
manifestación y expresión de los síntomas, la voluntad para solicitar
asistencia médica o psicológica, el curso de la enfermedad, incluso en la
respuesta al tratamiento.
Cada vez hay pruebas más sólidas de
que existen diferencias entre ambos sexos respecto a la anatomía cerebral, la
neuroquímica y los patrones de activación y respuesta a los estímulos
ambientales; diferencias que pueden influir en la etiología y el curso de los
trastornos psiquiátricos.
Sin embargo, poco se conoce sobre los
factores de riesgo que inducen a las mujeres a desarrollar ciertas
psicopatologías. La super especialización ha puesto el acento en las
diferencias hormonales entre ambos sexos y en la predisposición genética.
Así que entre los factores poco
estudiados estarían los psicosociales y socioculturales que incluyen
diferencias en el tipo de afrontamiento de la persona, rol sexual, pobreza,
nivel educativo, estado civil, nivel de ingresos, apoyo social, aislamiento
social, adversidades durante la infancia, cambios sociales, normas culturales y
vulnerabilidad a la exposición y reactividad ante acontecimientos vitales
estresantes. (Cfr. CsCielo.com; M. Carmen Arenas; 24/11/2009).
La histeria
femenina
El antecedente del estrés fue la histeria femenina a mediados del siglo
XIX: el diagnóstico habitual de un amplio abanico de síntomas, que
incluían desfallecimientos, insomnio, retención de fluidos,
pesadez abdominal, espasmos musculares, respiración entrecortada,
irritabilidad, fuertes dolores de cabeza, pérdida de apetito.
Síntomas, todos ellos muy parecidos a los del estrés.
Las pacientes diagnosticadas con histeria femenina debían recibir un
tratamiento conocido como «masaje pélvico», estimulación manual de los
genitales de la mujer por el doctor hasta llegar al orgasmo que, en
el contexto de la época, se denominaba «paroxismo histérico», al considerar el
deseo sexual reprimido de las mujeres una enfermedad. Otra forma habitual de
tratarla era el lavado vaginal.
A partir esta supuesta
enfermedad, Sigmund Freud empezó a desarrollar su conjetura del inconsciente.
Freud terminó por afirmar que lo que se conocía como histeria femenina era provocado por un hecho traumático que había
sido reprimido en el inconsciente, pero seguía aflorando en forma de ataques
que carecían de explicación. Fue el principio de lo que hoy conocemos
como psicoanálisis.
Hoy en día sabemos que un orgasmo
pleno y satisfactorio es la mejor cura para el estrés, o si usted prefiere el
término obsoleto, para curar la histeria femenina. Como ya veremos, en el fondo
de los problemas de estrés está la típica sociedad patriarcal industrialista que
devino en el sometimiento de hombres y mujeres a las exigencias del capitalismo
salvaje de nuestros días. (Continuará).
Mientras tanto, si a usted le
interesa el tema, le recomiendo que vea la película británica Hysteria del
2011 dirigida por Tanya Wexler. Se encuentra gratis en Internet, en el
sitio filmin.es
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