martes, 3 de marzo de 2020

La inminente Revolución Femenina (2)

Ø A AMLO ya se le rayó el disco.

Alejandro Mario Fonseca

Hemos de reconocer que el poder y el amor son objetivos y valores antitéticos. El poder crea desigualdades; su uso exige una suspensión del sentimiento. El amor, por el contrario, se usa en un reconocimiento de la igualdad. Incluso la relación de una madre con su hijo tiene que incluir la aceptación de que el niño es tan persona como ella. Sin ello, el niño desarrollará una estructura de carácter narcisista y no será capaz de ver a los demás como iguales. (Alexander Lowen).

¿Qué le pasa a Nuestro Presidente López Obrador? ¿Acaso ya se le subió el poder y desarrollo el síndrome de Hubris? No estoy seguro, pero lo que sí veo con toda claridad es que ya se le rayo el disco. Con relación a los feminicidios en particular; y con la Revolución Feminista global  ya en marcha se está viendo muy mal.

Veamos por ejemplo lo que dice la prensa extranjera sobre sus últimos desplantes. De nuevo voy a citar El País, sé que a AMLO no le gusta que lo critiquen, pero nadie en su sano juicio puede dudar de la objetivad y probidad de sus reporteros y columnistas.

El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, culpó al “régimen de corrupción, injusticias y privilegios heredado de gobiernos anteriores por la violencia que desangra a su país, particularmente la violencia de género, que cada día se cobra la vida de diez mujeres”.
AMLO presidente de México

Cuestionado por una reportera local, el mandatario afirmó que su Administración está “atendiendo las causas” de esa violencia, pero no presentó una estrategia clara para frenar la alta tasa de feminicidios, crímenes que cuentan con un 90% de impunidad.


AMLO carece de estrategia
 Mientras el mandatario defendía el actuar de su Gobierno frente a este flagelo, en las afueras del Palacio Nacional, en el centro de la capital mexicana, decenas de mujeres protestaban por el asesinato, violación y tortura de Fátima, una niña de siete años, cuyo crimen ha conmocionado al país.

“Estamos atendiendo las causas (de la violencia contra las mujeres) y pensamos que en la medida que tengamos una sociedad más justa, más igualitaria, fraterna, con valores, en donde el individualismo no sea lo que prevalezca, sino el amor al prójimo, que haya mucho cariño, que no haya odios, así vamos a ir enfrentando todos los desafíos, todos los retos”, respondió el mandatario mexicano tras ser cuestionado por una reportera mexicana durante su conferencia de prensa matutina, conocida coloquialmente como “la mañanera”.

Al ser preguntado sobre cuándo presentaría un plan puntual para atender los feminicidios, López Obrador no dio una respuesta concreta, aunque dijo que “ve muy bien” que se cree una fiscalía especial para que investigue estos crímenes, pero dejó claro que se trata de un tema que tienen que discutir el Congreso Federal, los congresos y gobiernos estatales y la propia fiscalía general mexicana. “Yo lo veo muy bien todo lo que se haga para conseguir la paz y la tranquilidad y vamos a seguir ayudando en todo”, se limitó a decir. (Cfr. Carlos Salinas Maldonado; El País; 18/2/2020).

Está muy bien, estoy de acuerdo con su retórica, hay que fomentar el amor al prójimo, sí, pero ¿cómo? Y lo peor de todo es que volvió a las andadas. AMLO afirmó que los conservadores son machistas, por lo que pidió que  “qué no se disfracen de feministas y usen el movimiento para su beneficio”.


El feminismo en México
Abundó, “nosotros estamos a favor de las mujeres, no somos machistas. Venimos de un movimiento de izquierda, aunque no les guste, y ofrezco disculpas por anticipado, ¿saben dónde está el machismo? ¿Quiénes son los machistas y los que discriminan? Los conservadores”. Etcétera. (Cfr. Reforma 26/2/2020).

En los Estados Unidos y en Europa el movimiento feminista va muy avanzado, ha sido parte importante de las políticas de bienestar social impulsadas por los sindicatos y por Organizaciones no Gubernamentales. Pero en México a pesar de que se inició hace ya un siglo, ha sido marginal, elitista: se ha restringido a las universidades y a los pocos grupos culturales organizados.

El verdadero feminismo mexicano surgió en los años 70 cuando circuló en el ambiente intelectual una traducción argentina de El segundo sexo, de Simone de Beauvoir, editada por Siglo XX, en dos tomos.

Escrito en 1949, el día de hoy se reconoce como  una de las obras fundacionales del feminismo, que además utiliza los conceptos existencialistas para indagar acerca de la vida de las mujeres. En la UAP se conoció gracias a Marcela Lagarde.

 Más que un ensayo, es todo un tratado  sobre la identidad de las mujeres y de la diferencia sexual desde los puntos de vista psicológico, histórico,  antropológico y biológico; además de estudiar la reproducción y la relación afectivo-sexual.

La teoría principal que sostiene Beauvoir es que “la mujer” (coqueta, cariñosa, etc.) es un producto cultural que se ha construido socialmente. La mujer se ha definido a lo largo de la historia siempre respecto a algo: como madre, esposa, hija o hermana.

Feminismo de equidad
Así pues, la principal tarea de la mujer es reconquistar su propia identidad específica y desde sus propios criterios. Muchas de las características que presentan las mujeres no les vienen dadas de su genética, sino de cómo han sido educadas y socializadas. La frase que resume esta teoría es muy célebre: “No se nace mujer: llega una a serlo”.​

Tras escribir El segundo sexo y recibir multitud de cartas escritas por mujeres diciendo que ahora comprendían mejor sus vidas, la filósofa se dio cuenta de que hacía falta un cambio social y político, por lo que se hizo feminista.

El texto se considera hoy como la obra principal de referencia de la corriente denominada feminismo de la equidad. Como dato curioso, estuvo incluido en el catálogo de libros prohibidos por la Iglesia Católica.

 Pero ¿quién era la Simone de Beauvoir de antes de El segundo sexo, esa que consideraba haber recuperado todos los privilegios? Sin duda, una mujer que gozaba de reconocimiento y de una buena posición social. Es decir, ya era parte de la élite cultural francesa.

Tras una infancia marcada por la ruina económica y el deterioro de la relación entre sus padres, se abrió pronto paso por sí misma gracias a un ambicioso plan de vida concebido en su adolescencia, cuando decidió ser escritora.

 Estudiante brillantísima, se licenció en un tiempo récord en letras con especialización en filosofía, y a los veintiún años ya era profesora, oficio que ejerció en los liceos de Marsella, Ruán y París.  (Continuará).

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