jueves, 26 de marzo de 2020

El Decamerón de Boccaccio

Alejandro Mario Fonseca
Giovanni Boccaccio nació en Florencia, el 21 de diciembre de 1375. Fue uno de los padres del Humanismo italiano; y junto con Dante y Petrarca, de la literatura italiana. Originalmente escribió en latín, pero tras la peste negra buscó un público más amplio.

En latín, destacan Genealogia deorum gentilium y De casibus virorum illustrium. Todos lo recordamos sobre todo por su Decamerón escrito ya en italiano. No obstante de haber sido hijo ilegitimo, cuando era adolescente su padre (un acaudalado comerciante) lo envió a Nápoles para recibir una buena educación.

Entre sus amistades destacó la de Francesco Petrarca, poeta, filósofo y filólogo, también considerado precursor del Humanismo, pilar fundamental de la literatura italiana especialmente gracias a su obra Cancionero.

Así, la obra de Boccaccio se encuentra en la corriente cultural conocida como Humanismo que surge en Italia durante el siglo XIV  y se extiende en los dos siglos siguientes por toda Europa.

Junto a Boccaccio, Dante y Petrarca figuran entre los precursores que anticipan en el siglo XIV una nueva concepción del mundo centrada en el hombre y su creatividad. Los tres autores sentaron las bases tanto del Humanismo como del Renacimiento.
El Decamerón de Boccaccio
El Humanismo es la anticipación del proyecto de la Ilustración que considera al hombre centro de la creación y, por tanto, con derecho a controlar y dominar la naturaleza.

De los humanistas heredamos el estudio de las letras humanas, y de los clásicos griegos y romanos: fundaron una doctrina o actitud vital que concibe de forma integral los valores humanos.


De  la peste negra al humanismo
El 20/5/2014 Vargas Llosa escribió un largo ensayo, Boccaccio en escena (Letras Libres) en el que destaca la razón por la que un escritor de élite, que escribía en latín, da un giro dramático y se interesa por narrar la vida de la gente común y en su lengua: el resultado es el Decamerón.

El ensayo es la presentación de una obra de teatro (Los cuentos de la peste) en la que Vargas Llosa argumenta por qué los cuentos del Decamerón gozan de plena vigencia en nuestros días:

Desde la primera vez que leí el Decamerón, en mi juventud, pensé que la situación inicial que presenta el libro, antes de que comiencen los cuentos, es esencialmente teatral: atrapados en una ciudad atacada por la peste de la que no pueden huir, un grupo de jóvenes se las arreglan sin embargo para fugar hacia lo imaginario, recluyéndose en una quinta a contar cuentos.

Enfrentados a una realidad intolerable, siete muchachas y tres varones consiguen escapar de ella mediante la fantasía, transportándose a un mundo hecho de historias que se cuentan unos a otros y que los llevan de esa lastimosa realidad a otra, de palabras y sueños, donde quedan inmunizados contra la pestilencia.

El teatro nació en Atenas, Grecia, entre los siglos V y VI a de C. Los atenienses celebraban los ritos en honor a Dionisio, dios del vino y de la vegetación. Estas primitivas ceremonias rituales evolucionaron hacia el teatro, constituyendo uno de los principales logros culturales de los griegos.

Vargas Llosa nos regala en unas cuantas palabras su concepto del Teatro: La circunstancia que sirve de marco a los cuentos del Decamerón no puede expresar mejor la naturaleza de lo teatral: representar en un escenario algo que, mientras dura, es vida que reemplaza a la vida real, a la vez que la refleja con sus carencias y añade lo que nuestras necesidades y urgencias quisieran que tuviera para colmarnos y hacernos gozar de ella a plenitud.


Las pandemias de hoy y de siempre
La peste negra se refiere a la pandemia de peste más devastadora en la historia de la humanidad que afectó a Europa y Asia en el siglo XIV y que alcanzó un punto máximo entre 1347 y 1353 (Cfr. Wikipedia).

 Es difícil conocer el número de fallecidos, pero en el siglo XXI la estimación es de 25 millones de personas solo en Europa, aproximadamente un tercio de la población, cifra considerada muy optimista.

 De acuerdo con el conocimiento actual, la pandemia irrumpió en primer lugar en Asia, para después llegar a Europa, a través de las rutas comerciales. Introducida por marinos, la epidemia dio comienzo en Mesina.

Mientras que algunas áreas quedaron despobladas, otras estuvieron libres de la enfermedad o solo fueron ligeramente afectadas. En Florencia, solamente un quinto de sus pobladores sobrevivió. En el territorio actual de Alemania, se estima que uno de cada diez habitantes perdió la vida a causa de la peste negra. 

Las consecuencias sociales de la peste negra llegaron muy lejos; rápidamente se acusó a los judíos como los causantes de la epidemia por medio de la intoxicación y el envenenamiento de pozos.

En consecuencia, en muchos lugares de Europa se iniciaron pogromos (linchamientos multitudinarios, espontáneos o premeditados, de un grupo particular, étnico) judíos.

La contingencia que vivimos en la actualidad, la pandemia del corona virus en su fase 2, se parece mucho a la de la peste negra. Los chivos expiatorios ahora no son los judíos, sino los “gobiernos demagogos e irresponsables”.


Las actividades culturales son la alternativa
Así que concomitante al Humanismo Renacentista Europa vivió la maldición de la peste negra. Qué alivio para la historia de la humanidad que una terrible desgracia que significó millones de muertes haya sido acompañada de un gran movimiento cultural.

Hoy los seres humanos nos vemos obligados a recluirnos en nuestras casas y seguir las medidas precautorias que nos permitan sobrevivir a la pandemia del corona virus. Qué buena oportunidad para emular a los jóvenes del Decamerón y escapar mediante la fantasía, del miedo y hasta del pánico, realizando actividades culturales en familia.

Por qué no, por ejemplo, leer el Decamerón, estoy seguro que lo va a disfrutar. Pero si no le gusta leer, la alternativa es el cine: vea la extraordinaria película de Pasolini que recrea con su brillante estilo nueve de los cuentos de la obra universal de Boccaccio.

También puede leer, relacionado con el tema, Muerte en Venecia de Thomas Mann. Trata de una crisis amorosa prohibida, cuyo telón de fondo son los rasgos de un entorno grotesco y decadente, que anticipan la fatalidad: la epidemia de cólera que se cierne sigilosamente sobre la ciudad de los canales. Y si no lo quiere leer, no se preocupe, también existe una excelente versión cinematográfica, dirigida nada menos que por Luchino Visconte.

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