jueves, 13 de noviembre de 2014

Nueva policía “comunitaria” ¿Cómo nos gustaría que fuera?

Por Alejandro Mario Fonseca

102 policías comunitarios para la Unidad Tlatelolco desde septiembre de 2014.
Tlatelolco, nuestra urbe, ya cuenta con una nueva policía “comunitaria”. Como sabemos serán alrededor de 10 policías por sección, en activo todo el tiempo. 100 nuevos elementos policíacos fueron presentados por el delegado Alejandro Fernández ante la comunidad a principios de septiembre. Bien, lo que entendemos, pensando en positivo, es que nuestras autoridades quieren hacer las cosas bien: nos están tomado en cuenta.

Lo que tenemos que hacer ahora es aprovechar la situación de apertura y propiciar la creación de un círculo virtuoso de aprendizaje. Tanto los nuevos policías como los ciudadanos que vivimos aquí debemos aprender a convivir. Tenemos que integrar a los nuevos policías a nuestra comunidad lo más rápido posible, para que realmente sean “comunitarios”. ¿Cómo hacerlo?

Necesitamos crear vínculos basados en valores humanos. Aclaro, no los valores políticos como la democracia o la libertad, tan vapuleados en estos tiempos de globalización, sino los valores básicos, los de convivencia, los de cada día: al menos en principio, ya veremos después.

Y al grano pues, ¿cómo nos gustaría que fueran nuestros nuevos policías? Y digo nuestros, porque van a ser nuestros, van a trabajar para nosotros, los ciudadanos que vivimos en Tlatelolco. Aclarado este punto que parece obvio, pero no lo es, ya que si lo entendemos cabalmente, vamos a tener que comprometernos, como ciudadanos, a compartir el perfil básico que proponemos. Y este nuevo perfil o modelo no es otro, al menos en principio, más que el del simple respeto a las buenas costumbres y a las buenas maneras.

En un artículo anterior decía que la nueva policía comunitaria tenía que ser de proximidad y solvente moralmente. La proximidad se refiere a la cercanía, los policías tienen que ser parte de la comunidad, conocidos por todos, con conocimiento de nuestros problemas. Esto va a llevar algún tiempo, es cuestión de perseverancia; pero también tienen que contar con una base moral y ética, que garantice el respeto necesario a su figura de autoridad y orden.

Y aquí viene lo más delicado del asunto, en estos tiempos de globalización, neoliberalismo y capitalismo salvaje, estamos dejando de lado la disciplina familiar de las buenas costumbres, de las buenas maneras. Y sin esta disciplina básica, sería muy difícil acceder a virtudes más avanzadas,  como la fidelidad, la templanza, la valentía o la justicia.No se trata de otra cosa más que de la sana convivencia vecinal, de una virtud o mejor dicho de una cualidad humana casi olvidada: la urbanidad.
Sé que la urbanidad es una cualidad humana que se aprende en el seno familiar, se mama. El problema es que en este México “moderno” que nos tocó vivir, en el que el PRI-gobierno ha sacrificado la política del empleo por la de la droga. Entonces no es extraño que en muchas de nuestras familias, tanto el padre como la madre tengan que salir a trabajar todo el día, prestando poca atención a la educación de sus hijos. Y si esto lo combinamos con la deserción escolar y la falta de empleo para los jóvenes, el resultado es catastrófico: una juventud apática y sin valores.

La urbanidad es una disciplina normativa que busca cierta sociabilidad amable. Si se practica de manera cotidiana, nos da la posibilidad de llegar a ser virtuosos. La urbanidad no inspira siempre la bondad, la equidad o la gratitud, pero al menos tiene su apariencia: hace que el ser humano aparezca de cara al exterior tal y como debería ser en su interior. La urbanidad sólo es el comienzo, pero ya es algo, decir “por favor” o “perdón” es hacer como que se es respetuoso, decir “gracias” es hacer como que se es agradecido: es el inicio del agradecimiento y del respeto.

La urbanidad es la base de la sana convivencia humana, también es la base de virtudes como la fidelidad, la prudencia, la templanza, la valentía y la justicia. Valores todos que mucho nos gustaría ver en nuestra flamante policía comunitaria de proximidad. Insisto, todo esto no nos exime como ciudadanos de la necesidad de  asumir todos estos valores como propios. (Continuará).

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