jueves, 18 de mayo de 2017

Porqué practico Yoga (4)

Alejandro Mario Fonseca

Estimado lector, esta es la cuarta entrega de un largo ensayo en el que me propuse, una contribución al análisis conceptual del Yoga. Mi interés es compartir con usted, mi experiencia  en la práctica de esta disciplina, sus conceptos básicos y sus inobjetables beneficios.
En la tercera entrega introduje el tema del óctuple sendero, el Astanga Yoga, a continuación le presento una breve explicación de las primeras cinco disciplinas.
Yama o los mandatos morales son: no violencia, veracidad, no robar, continencia y libertad frente a la avaricia [Y S II.30). Mientras que la observancia de limpieza, contento, disciplina, estudio espiritual y devoción a Dios, constituyen niyama [Y S II.32], son los principios contrarios a yama y deben ser contrarrestados  con conocimiento y percepción consciente.

La ética en el núcleo duro de todas las actividades humanas: el Yoga no podía ser la excepción

Yoga(4)

Se trata de la raíz, de la base de las disciplinas yóguicas, son tradicionales en el yoga y las encontramos de una u otra manera en prácticamente todas las culturas humanas. Están en la sangre de las personas, “se maman”. No son otra cosa más que lo que les decimos a nuestros hijos: lo que no deben hacer (yama) y lo que sí deben hacer (niyama). Existen desde el momento en que nacemos.

Llegados a este punto, vale la pena hacer una breve reflexión sobre la religión cristiana y sus posibilidades de satisfacer los requerimientos éticos y morales del yoga.
Muy probablemente sea más fácil para los seguidores de Calvino y Lutero, en sus múltiples expresiones de culto, adaptarse al rigor y disciplina requeridos; sobre todo para los presbiterianos cuyos principios éticos son muy estrictos: su creencia en la doble predestinación, su contacto directo con Dios, la ausencia del perdón de los pecados, su actitud ante la muerte, etcétera.
Sin embargo para los católicos me surgen dudas sobre su capacidad para adaptarse a un código de conducta estricto y severo como el que requiere nuestra disciplina.
 No sé, tal vez la orden mendicante de los franciscanos, que para mi gusto son los más fieles a las enseñanzas del maestro Jesús, sea el grupo de católicos con mayor solvencia moral para adaptarse a los requerimientos éticos del yoga.

Ásana (postura) es la disciplina más popular del Yoga, la más conocida.

Ásana, la tercera disciplina, es tan popular que comúnmente se confunde con el yoga mismo, además de que para algunos críticos  especialistas Patanjali no se ocupa del cuerpo humano, es decir del yoga físico.
 Por lo que nos recomiendan para estudiar ásana otros textos clásicos, como el Gheranda Samhita o el Shiva Samhita.  Iyengar no lo ve así y nos propone irnos al Sutra 47 del tercer capítulo: “…la riqueza del cuerpo consiste en belleza de forma, gracia de movimientos, fuerza, o extensión magnitudinal al ejecutar la ásanas, y fuerza magnitudinal y percepción consciente al respirar y meditar, en la compacidad, firmeza y luminosidad de un diamante y en la suavidad de un pétalo.”

Los críticos tienen razón, los Yoga Sutras no son exhaustivos ni en la taxonomía ni en la descripción de la práctica correcta de ásana, sin embargo si nos ofrecen lo esencial, un aparato conceptual claro y preciso y su relación con los valores humanos; hay que recordar que se trata de un paradigma filosófico, no de un manual para la práctica del yoga.

Pero regresando al capítulo II, Ásana es firmeza corporal perfecta, estabilidad de inteligencia y benevolencia de espíritu [Y S II.46]. Se logra la perfección en ásana cuando el esfuerzo por realizarla se torna no esfuerzo y se alcanza el ser infinito interior [Y S II.47]. A partir de entonces, el practicante no es perturbado por las dualidades [Y S II.48].

El control de la respiración y de las emociones

La cuarta disciplina, Pranayama, es el control del flujo respiratorio entrante y saliente [Y S II.49]; consta de tres movimientos; inspiración, retención y espiración profundas y delicadas, todas ellas reguladas según la capacidad torácica, tiempo y precisión [Y S II.50].
Hay un cuarto tipo de pranayama, no deliberado y carente de esfuerzo, trasciende los tres tipos anteriores y restringe los movimientos del pensamiento (externos e internos) [Y S II.51]. Pranayama aparta el velo que cubre la luz del conocimiento y anuncia el amanecer de la sabiduría: la mente entonces se vuelve apta para la concentración [Y S II.52-53].
No es algo que se pueda enseñar; tienes que descubrirlo tú solo, porque cada persona tiene un ritmo respiratorio distinto. Haz una gráfica de tu respiración, conócete.
Descubre qué ritmo adopta tu respiración cuando estás enojado, furioso, lleno de ira; después observa cómo es cuando estás tranquilo, relajado; por último descubre como respiras cuando estás lleno de dicha, cuando eres uno con el universo, cuando te sientes uno con los árboles y las aves, con los ríos y las rocas, con el mar y la arena

Pratyahara, la quinta disciplina, es el desenlace natural del amanecer de sabiduría: la mente controla los órganos de acción y los sentidos de percepción, y los conduce a un viaje interior hacia el que ve [Y S II.54]. Mediante este control la mente se torna madura y ávida por realizar a su hacedor, el que ve [Y S II.55].
Significa volver, retornar…, entrar, volverse hacia dentro, regresar a casa. Sólo ahora es posible practicarlo, una vez que pranayama te ha dado el ritmo. Ahora conoces toda la gama de ritmos; sabes con qué ritmo estás más cerca de casa y con qué ritmo está más lejos de ti mismo. Verás que cuando te sientas violento, lujurioso, enfadado, celoso, posesivo, estás muy lejos de ti, mientras que la compasión, el amor, la creación y la gratitud te acercarán a casa.

Así, el segundo capítulo concluye con la descripción precisa de las primeras cinco disciplinas, dejando las tres últimas, las disciplinas sutiles, para el tercer capítulo, Vibhuti, que significa, poderes, propiedades del yoga. Y es que la concentración, meditación y absorción total, pueden llevarnos, ya sea a la liberación de los diversos poderes naturales, o a la realización del Sí-mismo. (Continuará).

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