Por Alejandro Mario Fonseca
Por allá a fines de los años 60,
cuando llevé mi primer curso formal de ética en la Escuela Nacional
Preparatoria, en quinto año, lo primero que aprendí fue que la filosofía tiene
como principal objetivo responder las preguntas básicas ¿qué? ¿quién? ¿cómo?
¿cuándo? ¿dónde? ¿para qué? y ¿por qué?
Y sí, cualquiera que sea el concepto
que tengamos de filosofía, aún el más básico, el de su significado etimológico
grecolatino, “amor a la sabiduría”; o uno de los más actuales, por ejemplo el
de Jean Piaget, “la coordinación general de los valores humanos”; a final de
cuentas, para filosofar de verdad, tenemos que preguntarnos qué, cómo, cuándo,
etc.
Me veo obligado a compartir con usted
ésta conceptualización básica porque nuestro país está viviendo una verdadera tragedia
ética. Y digo tragedia ética, porque al parecer el fondo del problema es la
falta de ética en los más altos niveles gubernamentales.
La estrategia fallida contra el narcotràfico de Felipe Calderon ha sido parte importante del problema: Jorge G. Castañeda |
El ejército
en el ojo del huracán
Dígame usted si no hay una gran
confusión: más de 174 mil muertos, 29 mil desaparecidos y 1.8 billones de pesos
son los principales costos de la fallida lucha contra el narco. Sí, esas son
las cifras del fracaso, y las explicaciones oficiales son muy pocas y vagas. Y
por aquello de que para muestra sólo hace falta un botón, ahí van dos, desde la
máxima autoridad del ejército mexicano:
1. El
pasado 7 de octubre el General Salvador Cienfuegos, a cargo de la Secretaría de
la Defensa Nacional (SEDENA) reiteró -como ya lo había hecho el secretario de
gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong en su momento- que no permitirá que se
hagan entrevistas a los militares del 27 Batallón de Infantería de Iguala
Guerrero.
2. El titular de la Secretaría
de la Defensa Nacional, Salvador Cienfuegos, advirtió que los militares deben
regresar a los cuarteles y realizar las tareas que les corresponden, ya que
sostuvo no estudian para perseguir delincuentes. En conferencia de prensa, el
funcionario insistió que para que los soldados regresen y realicen las
actividades que les corresponden, él sería el primero en alzar las manos y
aseguró que los militares "no pedimos estar aquí no nos sentimos a gusto,
no estudiamos para perseguir delincuentes, nuestra función es otra y se está
desnaturalizando". (Prensa nacional 8 de diciembre).
3.
“Es una guerra hipócrita”
Desde luego que ante el
silencio y la opacidad del gobierno federal en torno este gravísimo problema,
las interpretaciones y análisis de los expertos, son muchas, lo que incrementa
todavía más la confusión.
Retomo tan sólo un punto
de vista, el de Arturo Pérez Reverte (autor de La Reina del Sur), que recién estuvo en la Feria Internacional de
Libro en Guadalajara. A ver qué le parece, en entrevista para el diario Reforma
declaró:
“El mundo del narco va a seguir, porque hoy
por hoy no hay una alternativa social ni económica que permita erradicarlo”.
“No es una guerra contra
el narco, es una guerra contra una parte del narco para beneficiar a otra parte
del narco. Y esa guerra no podía ser nunca una guerra limpia, es una guerra
tramposa y, por supuesto, no consiguió ningún objetivo, más que acabar con unos
narcos y beneficiar a otros. En México nunca se ha luchado de verdad contra el
narco”.
“Yo conocí el narco en
México de los años 80 y 90, y he notado una diferencia importante: en aquel
tiempo todavía quedaban algunos de los viejos narcos de primera generación,
gente que tenía reglas, códigos para mantener la cosa en paz; había hasta un
sentido social del narco que era interesante y hasta necesario. Porque la gente
pasaba hambre y el narco solucionaba ciertos problemas. Había una parte del
narco que, si bien no era aprobable o justificable, sí era comprensible”.
Hacer dinero rápido
“Ese narco más casero, más
tradicional, más sereno, violento entre ellos pero no hacia afuera, cuando
empezó la ‘guerra contra el narcotráfico’, revolucionó. Cayeron los viejos
narcos y surgió una segunda generación que quiso hacerse con el poder, y esos
ya no tenían los mismos códigos, principios, sino que querían hacer dinero
rápido. Comenzó la guerra abierta, empezó a implicarse a la sociedad civil, y
se perdieron los códigos. Y fuimos a un narco cruel, violento, despreciable”.
“No estoy capacitado para hacer
predicciones. Lo que no me gusta es su presente. Se les fue de las manos eso a
México, y los culpables fueron los gobiernos. Desde Salinas hasta aquí: no
jugaron limpio con lo del narco. Nos engañaron a todos, a mexicanos y no
mexicanos. No están luchado contra los narcos, están luchando contra los narcos
que no eran sus amigos, y están ayudando a esos amigos narcos a deshacerse de
los otros narcos”.
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