*La ideología
de la modernización: la gran estafa
Por Alejandro Mario Fonseca
Cuando yo era niño, por allá a fines
de los años 50, en estas fechas se usaba como anticipo de las fiestas
decembrinas, mandar tarjetas de felicitación a lo seres queridos, familiares y
amigos. ¿Se acuerda usted amable lector?
Era todo un rito en el que
participaba toda la familia. Todo era artesanal (bueno casi), había que ir a la
papelería y elegir unas bonitas tarjetas, llenarlas a mano, meterlas en un
sobre y ya después llevarlas al correo, comprar los timbres, pegarlos con un
poco de saliva y depositarlas en el buzón.
Bueno, eran los “años maravillosos”,
nuestro país estaba en plena bonanza económica, el crecimiento del producto
interno bruto era del 8% anual. Los historiadores ahora le llaman a esos años,
los del “desarrollo estabilizador”. Había paz y tranquilidad. El área de juegos
de nosotros lo niños era la calle: nadie tenía miedo.
Feliz Navidad y Prospero Año Nuevo |
Las tarjetas decían “Feliz Navidad y
Prospero Año Nuevo”. Al igual que mandábamos tarjetas, también las recibíamos.
Era muy placentero colocarlas abajo o a los lados del árbol de navidad. En cada
una estaban los nombres de los parientes y amigos, que a su vez habían recibido
tarjetas nuestras.
¿Qué fue lo
que pasó?
A la vuelta de medio siglo, ya nadie
recibe tarjetas de Navidad, a lo mucho lo que recibimos son algunos correos
electrónicos, que no son más que la constatación de que la magia se acabó, de
que todo está mal. La Navidad ya no es tan feliz y muy poca gente se atreve a
desear prosperidad para el próximo año nuevo, sonaría muy hipócrita.
También por aquellos años, me acuerdo
muy bien de las pláticas de los adultos, las de mi papá y sus amigos, en las
que criticaban al presidente Miguel Alemán Valdés. Decían que abusaba de su
poder, que era corrupto y que se enriquecía con sus negocios, principalmente
con el turismo en Acapulco.
La vocación agrícola de México quedo
olvidada y vino la industrialización a medias, el modelo de “sustitución de
importaciones”, es decir proteccionista, continuaría con los presidentes Ruíz
Cortines (el “limón arrugado”), López Mateos (“paseos” por que viajaba mucho) y
Díaz Ordaz (de tristes recuerdos por la matanza de estudiantes en Tlatelolco).
Presidentes que también eran criticados de corruptos, pero “poquito”, no
desmedidamente, como ahora.
Después vendría la tragedia: la
crisis, la devaluación del peso y el endeudamiento externo. Ya con Echeverría y
López Portillo el abuso, el despilfarro y el endeudamiento sentarían sus reales.
Con el garlito del boom petrolero nuestro país se embarcaría en una crisis
económica que todavía no termina. Nos habíamos
industrializado pero sin invertir en una industria paralela de bienes de
capital; México se había convertido en importador masivo de maquinaria y
equipo: salían muchas divisas por este concepto.
Ya en los 80´s llegarían los tiempos
del neoliberalismo, los del cambio de modelo, el fin del proteccionismo y la
apertura comercial. La cereza del pastel sería el Tratado de Libre Comercio.
Sin embargo, la constante seguiría siendo el abuso y el despilfarro, en suma la
corrupción; es más, se incrementarían. Poco se sabía, la televisión, la radio y
la prensa estaban férreamente controlados por los gobiernos en turno.
La ideología
de la modernización: la gran estafa
Me acuerdo muy bien que desde su
campaña el presidente Salinas de Gortari hablaba de la “modernización” de
México. Un concepto vago en el que se adivinaba la intención de invertir
masivamente en ciencia y tecnología. Sonaba bien.
El gran cambio vendría, trabajo y
prosperidad para todos. Con la apertura comercial vendrían industrias modernas;
y con el fortalecimiento de la economía después vendría la modernidad política:
la democracia. Nada de esto pasó.
La crisis se profundizó y los
resultados que dejó Salinas fueron todavía peores. Zedillo y los presidentes
panistas Fox y Calderón hicieron lo que pudieron por capotear un modelo
modernizador excluyente: los beneficiados fueron unos cuantos sectores, aquellos
ligados a la economía global, especialmente la norteamericana.
Por si todo esto fuera poco llegaron
la violencia y el narcotráfico, que poco a poco se fueron infiltrando en los
tres órdenes de gobierno. Ya con el
gobierno de Peña Nieto regresó el endeudamiento escandaloso que los gobiernos
panistas habían frenado.
Lo que vivimos hoy en día son
escándalos por todos lados, corrupción e impunidad. Desde los más altos niveles
y sobre todo la nueva generación de gobernadores priistas, en los que hay que incluir
a algunos panistas y perredistas.
El panorama es desolador y va a
empeorar: la amenaza de Trump es real. Resulta difícil desear feliz navidad y
próspero año nuevo. A pesar de todo, los mexicanos necesitamos unos momentos de
paz y tranquilidad. Disfrutemos de estas fiestas de fin de año y hagamos votos
por que las cosas mejoren. Por lo menos hagamos bien lo que este a nuestro
modesto alcance, en la familia, en la colonia, en la comunidad y en el
municipio o delegación.
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