Alejandro Mario Fonseca
El divertimento es una
forma musical que fue muy popular durante el siglo XVIII, compuesta para un
reducido número de instrumentos. Los divertimentos solían mostrar un estilo
desenfadado y alegre (en italiano, divertimento significa ‘diversión’).
En francés se llamaba divertissement, y su plural en italiano era divertimenti.
Es una composición musical de forma
similar a la suite, y al igual que ésta, estaba formada por movimientos de
danza, aunque más cortos y simples, y más libres en su conjunto. Coincide con
la serenata, nocturno, o casación, dándoles en ocasiones indistintamente un
nombre u otro.
El número de movimientos que contiene es
variable, no está especificado, entre 5 y 9, aunque hay ejemplos de hasta 13
movimientos. Al coincidir su aparición con el declive de la suite, tomó muchos
aspectos de ella.
Como ya dije, estaba compuesta para un
número reducido de instrumentos, en ocasiones solo instrumentos de viento, y
también para tríos, cuartetos o quintetos. Hay casos de divertimentos dedicados
a instrumentos solistas o a orquestas de cámara.
Nada mejor que la música, la buena
música para relajarnos y si, divertirnos ante el escenario económico y político
tanto nacional como internacional. Lo invito, amable lector, a que ponga de
fondo musical un divertimento, y si es que me sigue leyendo, hágalo con
suavidad: relájese, disfrútelo.
Paco Calderon. Reforma 22-oct 2017 |
Hay
que ubicar a Trump en su justa realidad
Bueno, y ahora que ya estamos instalados
en la atención mental plena, seguramente escuchando a Mozart o a Haydn, hagamos
un esfuerzo paradójico y pensemos en Donald Trump, sí el magnate loco que se la
pasa burlándose de nosotros los mexicanos y amenazándonos.
¿Qué le parece la combinación de la
música de Mozart con la imagen de Trump? Y a bote pronto, ridículo ¿verdad? Y
si, es que Donald Trump es ridículo, es decir, causa risa por ser raro,
extravagante o cómico: sobre todo a ritmo de Mozart.
Pero se me ocurre otra imagen todavía
más grotesca, la del loco Trump desnudo. La ocurrencia no es mía, la vi en las
redes, no sé, un poco antes de que Trump ganara: un grupo artístico anarquista instaló
la obra en Manhattan, a pocos metros de un edificio que pertenece al ahora
presidente.
Y para hacerlo todavía más divertido,
cambie de disco ponga un cancán. Si y ya
para rematar, imagínese a Trump bailando un cancán. Se trata de un baile de alta energía y
exigencia física que se convirtió en un conocido music hall en la década de
1840, continuando su popularidad en el cabaret francés hasta nuestros días.
Originalmente bailado por ambos sexos, el
canacán está tradicionalmente asociado al femenino. Sus principales
características son las patadas altas, split y piruetas varias: enseñando los
calzones.
¿Cómo
va la renegociación del TLCAN?
Y aquí si ya me pasé, no creo que Trump
sea capaz de bailar un cancán, ni siquiera un paso doble, tampoco uno sencillo.
Pero bueno, de lo que se trata es de divertirnos y es que así es cómo debemos
tomarnos sus políticas.
Donald Trump va de error en error, de
fracaso en fracaso. Todo se le apesta, todo le sale mal. Ya es una hazme reír
mundial. Le urge que una de sus políticas cuaje, por eso es que está tan perro
con sus amenazas y presiones contra México y Canadá.
Sin embargo, a pesar de que tenemos una
presidencia débil e ignorante, en materia de diplomacia internacional, al menos
en esta ocasión, parece que la vamos librando.
Y bueno, es que no se necesita ser muy
inteligente para darse cuenta de que los más perjudicados con las exigencias de
Trump, serían las grandes empresas multinacionales norteamericanas:
automotrices y agrícolas principalmente, pero también muchas otras.
Pero de todas las necedades del magnate,
la más irracional, retrógrada e inviable es la de imponer un límite temporal de
cinco años a la vigencia del TLCAN. Los principales sectores que se han
fortalecido con el tratado involucran tanto a empresas multinacionales como a
redes de empresas medianas, pequeñas y hasta familiares.
¿Qué empresario grande o mediano en su
sano juicio estaría dispuesto a arriesgar su capital en proyectos con una
vigencia máxima de cinco años? ¿Cómo recuperar el capital invertido en tan poco
tiempo?
Se trata de una fanfarronada que a todas
luces no es aceptable ni para México ni para Canadá; pero tampoco para los
empresarios norteamericanos. En el mundo empresarial moderno la inversión de
capital requiere de certidumbre.
El
principio de Peter
Pero no nos agüitemos, no nos enojemos
por las necedades a las que ya nos acostumbró el loco Trump. Mejor tomémoslo a
broma. Y nada mejor que el cartón de Calderón del diario Reforma de este último
domingo.
En 1910 el filósofo español José Ortega
y Gasset acuñó el siguiente aforismo: “todos los empleados públicos
deberían descender a su grado inmediato inferior, porque han sido ascendidos
hasta volverse incompetentes”.
Ya en 1969 el profesor Laurence Peter
de la Universidad del Sur de California llevó la máxima de Ortega y Gasset a
las ciencias de la administración.
El principio de Peter o principio
de incompetencia de Peter está basado en el “estudio de las jerarquías en
las organizaciones modernas”. Afirma que las personas que realizan bien su
trabajo son promocionadas a puestos de mayor responsabilidad, a tal punto que
llegan a un puesto en el que no pueden formular ni siquiera los objetivos de un
trabajo, y alcanzan su máximo nivel de incompetencia.
En otras palabras, en una jerarquía,
todo empleado tiende a ascender hasta su nivel de incompetencia: “la nata sube
hasta cortarse”. Trump y Peña resultan dos tipos ideales del principio de Peter en su máxima expresión. Pero regresemos a la diversión,
los monos de Calderón están divertidísimos.
El cartón está dedicado al asesor
comercial de Trump, Peter Navarro. Y es que este otro Peter recientemente
expuso sus principios en una circular en la que afirma que el “libre comercio
provoca… menor planta productiva, menos matrimonios, más divorcios, menos
natalidad, más abortos, familias mono parentales, niños pobres, violencia
familiar, indigencia, drogas, crimen,… y muertes”. Ja ja ja.
Y ya para rematar, Calderón consigna:
Híjole, y yo que me reía de Evo Morales…
por decir que comer pollo causa homosexualidad.
Así que estimado lector, insisto, no
se agüite y tómese las tonterías de Trump y las de sus corifeos con una
sonrisa. Después de todo si el TLCAN llegara a su fin, ahora sí México tendría
que replantear sus políticas económicas con mayor responsabilidad. Nos urgen
tanto un verdadero plan de desarrollo nacional como gobiernos más responsables.
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