Por José Luís Hernández
Jiménez
A los caídos por los
terremotos y a sus familias
¿Qué hacer ante los
próximos terremotos?
Obvio: prepararnos, capacitarnos y mejorar nuestro entorno.
Se dice fácil pero…
Luego de haber sufrido un montón de temblores, unos más
violentos que otros, a lo largo de nuestra historia, es claro que hemos logrado
poco para amortiguar sus nocivos efectos.
Para enfrentarlos con relativo éxito, primero hay que comprender
que México, en especial su capital, ha estado, está y, por los siglos de los
siglos, seguirá estando, en una zona sísmica. O sea, de vez en vez ocurrirán terremotos. Es más, en nuestro país,
diario tiembla, 4 veces cada día; Es decir, cada año ocurren en México 16,540
sismos. El 80 por ciento de ellos, se dan en Chiapas, Oaxaca, Guerrero y
Michoacán. No pocos en la capital del país. Cierto, la mayoría de ellos de 2, 3
o 4 grados Richter, o sea leves.
¿Por qué? Porque aquel gran y único continente que llegó a
haber en nuestro planeta (Pangea), a través de millones de años se “cuarteó”,
se hizo pedazos, hasta quedar dividido en nuestros tiempos, en 6 grandes placas
y en varias pequeñas. Dos de aquellas – la del Pacífico y la Norteamericana (en
su frontera aparece la conocida Falla de San Andrés) – y dos pequeñas – la de
Cocos y la del Caribe – en su permanente choque y movimiento, nos afectan, son
los terremotos, pues estamos inmersos en ellos.
Y entonces sucede lo que ocurrió el 19 de septiembre pasado (esto lo
explican mucho mejor los especialistas).
Si
comprendemos lo anterior (aparte estamos en medio de dos Océanos embravecidos
por vientos huracanados y conviviendo siempre con 16 volcanes muy vivos, eh), podremos
tomar medidas efectivas, personales y colectivas, para amortiguar los efectos
de esos movimientos y otros fenómenos naturales, muchas veces devastadores.
Edificio de Morelia y Tabasco colonia Roma. Foto Antonio Fonseca |
Como sociedad, e individualmente con nuestro granito de
arena, hemos aportado a hacer más
compleja nuestra circunstancia geográfica, cometiendo errores, que nos
dejan casi inermes ante los fenómenos naturales, llámense lluvias, calores
intensos, terremotos y hasta erupciones volcánicas. En conjunto hemos olvidado que
debemos vivir en armonía con la naturaleza. Más bien, la desafiamos y ella
pues….
Me refiero a que siendo, original y orográficamente, una
cuenca (una especie de taza), casi llena de agua y con todo tipo de flora y
fauna habitando en ella, a la hoy Ciudad de México, la hemos ido convirtiendo, desde
los tiempos de la conquista española, en una selva de concreto, contaminada en
muchos sentidos, superpoblada con seres urbanos (porque ya ni nos comportamos como
seres humanos), generalmente inconscientes, del polvorín en el que estamos asentados.
Salvo los islotes que originalmente había en lo que se
conoció como la Gran Tenochtitlán, hoy convertida, repito, en la muy noble y
leal Ciudad de México, en el resto, o sea, en el agua, haciendo mil trampas
urbanísticas, se construyó la Ciudad. Es como haberla construido en una especie
de gelatina. Es decir, en suelo blando.
A la fecha, somos una calamidad, porque no aprendemos. Véase
si no:
Con o sin permisos oficiales, se siguen construyendo
edificaciones a diestra y siniestra, y cada vez más altas. En lugar de frenar
el crecimiento de la selva de concreto, se alienta y hasta con perversidad
dicho crecimiento; ahí está el llamado
“Bando No. 2”, una especie de decreto de un gobernante capitalino (2006-2010),
que sirvió para prohibir la construcción de edificios en una zona de la ciudad,
pero para fomentar dicha construcción en otras zonas, “para tener votos”. Precisamente
en estas últimas, es en donde también se cayeron inmuebles.
Urge revertir el crecimiento desorbitado de la CDMX, y volver
hacia la edificación de una ciudad lacustre. La de México podría ser como
muchas ciudades europeas, que son atravesadas por grandes ríos, limpios y
navegables. O para que no digan que pido mucho: Bien nos convendría a los
capitalinos construir un Acuaferico, como siguiendo al actual Periférico. Eso resolvería muchos problemas del presente y
del futuro: la contaminación, la falta de agua potable entubada en muchas zonas
de la capital, la falta de áreas verdes, el infernal tráfico vehicular y el riesgo de que se
derrumben más edificios y hasta el crecimiento de las enfermedades entre los
capitalinos.
De poco sirven simulacros y alertas sísmicas, cuando casi
nadie los toma en serio, ni Reglamentos de Construcción, supuestamente más
estrictos, si no se respetan.
Y urge algo elemental: crear en el sistema educativo nacional
– desde la pre Primaria hasta la Educación
Superior – una materia que sirva para que alumnos y profesores (y de paso
trabajadores administrativos y padres de familia), sepan qué hacer en caso de
riesgos naturales. Una materia nueva (así como hay Educación Artística,
Educación Física, Educación Cívica,..) que podría denominarse “Educación sobre
Riesgos naturales”, que incluya tanto el aprendizaje de Primeros Auxilios, Técnicas
de Control de las Emociones, para aprender cómo conservar la calma en casos
riesgosos, la necesidad de No construir inmuebles en áreas en donde se hayan
caído edificios, la conveniencia de tener asegurados todos nuestras casas habitación
(hoy solo el 8 por ciento de los inmuebles están asegurados) y, por supuesto, Simulacros
de a deberás. Así, desde niños todos creceríamos con una Cultura de Protección Civil
y de Solidaridad real y organizada.
Necesitamos comprender el mensaje que la naturaleza nos da
con sus fenómenos. Es como si, ¡harta de todos nosotros, por el daño que le
hemos hecho! nos estuviera gritando: “¡Ya, sáquense de aquí!
“. O ¿qué opinan mis cuatro o cinco lectores?
Notitas: Una.- Que si le echaron un ojo a The Washington Times, vocero de la
derecha gringa del 4 de octubre pasado, se dieron cuenta que dice que “el
Donald Trump mexicano se llama AMLO”. ¡Qué gringos tan insidiosos! Dos.- Que la parte más fea de la
discusión oficial sobre la permanencia o no del TLC, es que el total del valor
agregado nacional de los productos comerciados en dicho Tratado, bajó del 59 %
en 1993, ¡al 37 % en 2016! La parte bonita es que los negociadores de Canadá
insisten en que los salarios de los tres países (Canadá, EU y México), sean
similares. Pero los que no están de acuerdo son… ¡los negociadores mexicanos!
¡Si serán…! Tres.- Que estoy de
acuerdo: el problema más grave del país, no es la corrupción como algunos
repiten como loros. El problema más grave que tenemos, es la injusta distribución
de la riqueza, ya que solo el 20 % de los mexicanos (24 millones) posee el 52 %
de la riqueza nacional, mientras que el 80 % (96 millones) se queda con el 48 %
de dicha riqueza. O, como elegantemente dice el CONEVAL: el 20 % de los
mexicanos (24 millones) es “No pobre y No vulnerable”, mientras que el 46 % de
nuestros compatriotas (56 millones) padece “pobreza extrema y pobreza de
carencias”. El resto está menos amolado. Cuatro.-
Que en el informe reciente del INMujeres dice que “las entidades más violentas
contra las mujeres son: CDMX, Edo Mex, Jalisco, y Aguascalientes”. Y que las
entidades en que sus parejas son más violentas en contra de sus mujeres son,
igual en orden de gravedad: Edomex, CDMX, Aguascalientes y Jalisco. ¡Ash! Cinco.- Que en el dictamen hecho luego
de los sismos de septiembre pasado, sobre la situación de la Catedral Metropolitana,
dice que quedó tan debilitada que se puede caer con otro temblor fuerte y
quedar más dañada, ¡hasta con las manifestaciones políticas que se realicen
sobre la plancha del zócalo! Seis.-
Que de los 78 suspirantes independientes por la Presidencia de la República,
registrados ante el INE, pocas son mujeres. Hacen falta más pero, ¿por quién
votar? ¿MariChuy, Margarita,…? Siete.- Que un buen libro para leer y releer
(aparte del mío, “Cuando correteábamos utopías”) es “Diálogos de Platón” (¿o de
Sócrates?) Ocho.- Que del 26 al 29
de octubre, me voy a mi tortura china anual. O sea, a entrenar con mi SiFu
(Gran Maestro), Shi Yang Min, ex Jefe de entrenadores de los Monjes del Templo
Shaolín de China. ¿Gustan? Nadamas son 96 horas de práctica (casi ininterrumpidas)
de Kung Fu. Si gustan les doy más
información sobre los requisitos para acudir. Y mientras, no olviden
ejercitarse diario, eh. Nueve.- Que a
las personas que me desearon lo mejor
por mi reciente cumpleaños (el 9 de octubre), lo que consolida mi situación
¡ash! de anciano decrépito de la cuarta edad,
o sea, a mis cuatro o cinco lectores, como no les tocó pastel, dígoles: Tank
you (ingles), Spasiva (ruso), Mercie (francés), Danke (alemán), Obrigado
(portugués), Kansha (japonés), Xié Xié (chino), Toda (hebreo), Shukran (árabe),
Dhanyavaad (hindú), Dankie (afrikaner), Lavala (bosnio), Kaytzutinpate
(birmano), Grazie (italiano), Eucharisties (griego), Yusulpayki (quechua),
Jachnibóolal (maya), Tlaso Jkamati (náhuatl), Natérarabá (rarámuri), Cucarú
(zapoteco) y Gracias (español)
Correo E hernandez-jimenez2012@hotmail.com
México, CDMX, a 16 de octubre del 2017.
Caray! 4 veces tiembla al día? El que escribió esto nunca ha abierto la página del ssn. El día de hoy el ssn registra 28 de la media noche a las 6:30 de la mañana. Pero sigamos, ¿La pangea originó las placas tectónicas? No señor,las placas ya existian y su movimiento en ese entonces generó la pangea y su mismo movimiento la separó. ¿Por qué escribir un artículo sobre esto con tan poco conocimiento? Y finalmente, los edificios altos no son malos si los construimos con el conocimiento de nuestro suelo y con estructuras bien calculadas. Digo, porque no vi abajo la insignia, ni las torres de reforma, ni las de Santa Fe.
ResponderEliminarEn serio, esta página era buena, realmente hablaba de mi amado Tlate. Pero ahora escriben tanta tontería pseudo periodista y que parece patrocinada por amlo...