Alejandro Mario Fonseca
Un fantasma
recorre Europa: el fantasma del comunismo. Todas las fuerzas de la vieja Europa
se han unido en santa cruzada para acosar a ese fantasma: el Papa y el zar, Metternich
y Guizot, los radicales franceses y los polizontes alemanes.
¿Qué partido
de oposición no ha sido motejado de comunista por sus adversarios en el poder?
¿Qué partido de oposición a su vez, no ha lanzado, tanto a los representantes
de la oposición, más avanzados, como a sus enemigos reaccionarios, el epíteto
zahiriente de comunista?
De este
hecho resulta una doble enseñanza: Que el comunismo está ya reconocido como una
fuerza por todas las potencias de Europa.
Y que ya es
hora de que los comunistas expongan a la faz del mundo entero sus conceptos,
sus fines y sus tendencias, que opongan a la leyenda del fantasma del comunismo
un manifiesto del propio partido.
Con este
fin, comunistas de las más diversas nacionalidades se han reunido en Londres y
han redactado el siguiente "Manifiesto", que será publicado en
inglés, francés, alemán, italiano, flamenco y danés.
¿es verdad que AMLO es Populista? |
Una utopía
seductora
Usted acaba de leer los primeros
párrafos del Manifiesto del Partido
Comunista, escrito por Marx y Engels como programa de la Liga de los
Comunistas. Se publicó por primera vez en Londres en febrero de 1848.
Yo lo leí por allá a fines de los
años 80 cuando estudiaba la prepa. Fue una lectura maravillosa que, a mí corta
edad me marcó para toda la vida. Lo que no quiere decir que hoy en día siga
creyendo en las profecías del
Manifiesto.
¿Por qué me gustó tanto en aquella mi
primera juventud? Porque desde el punto de vista moral y ético era revelador:
existían alternativas al mundo de pobreza y desigualdad en el que nos había tocado
vivir.
La propuesta era muy clara: el
“socialismo científico”. Un mundo en el que ya no existiría la propiedad
privada, en el que la sociedad organizada le daría a cada cual lo que le
corresponde.
Un mundo feliz, sin hambre, sin
enfermedades, sin corrupción. El camino era la “lucha de clases”: los
campesinos y el proletariado organizados en partidos políticos derrocarían a
los gobiernos burgueses.
El
socialismo real fue un fracaso
Como todos sabemos el prototipo fue
la Unión Soviética. Tras la Revolución de Octubre vinieron los conflictos entre
los líderes y muy pronto la utopía devino en dictadura. Así el acontecimiento
más grande del siglo XX sería un experimento social y político muy violento que
fracasó.
La igualdad había dado al traste con
la libertad, sin embargo, en Europa y en los Estados Unidos la semilla
socialista daría frutos en los sindicatos. El sindicalismo aliado con los
partidos políticos de izquierda poco a poco iría obteniendo conquistas.
La social democracia se impuso en los
programas de los principales partidos políticos. Y hoy en día salvo raras
excepciones ningún político en su sano juicio se atrevería a sostener la utopía
original del socialismo científico.
Sin embargo, la falta de un contrapeso
político a nivel mundial (la “amenaza comunista”), tras la caída del muro de
Berlín, ha traído como grave consecuencia un regreso a una especie de
capitalismo salvaje.
La globalización, el neoliberalismo y
la búsqueda de la productividad y de la competitividad a toda costa han traído
consigo un mundo cada vez más desigual. A pesar de los grandes avances
tecnológicos la pobreza se sigue incrementando a lo largo y ancho del planeta.
El populismo
como alternativa
En un contexto así, en el que la
riqueza económica favorece a los menos y las mayorías se ven cada vez más
marginadas, no es extraño que surjan también a lo largo y ancho del planeta
líderes oportunistas que enarbolen banderas populistas.
Ya lo he comentado el populismo es un
movimiento doctrinal que pretende defender e interpretar los intereses
populares, y moviliza grandes masas de composición heterogénea (pequeña
burguesía, campesinado, nuevos proletarios y sectores marginales de diversa
procedencia).
Ideológicamente es una mezcla de
sentimientos y actitudes de variada índole (nacionalismo, antiimperialismo,
justicia social, dogmatismo, demagogia, orden y disciplina), a los que se añade
el caudillismo.
Desde sus orígenes el tipo ideal de
populismo mexicano está representado por el Partido Revolucionario
Institucional (PRI). Su principal oferta, la justicia social, salvo en la
primera etapa posrevolucionaria hasta el
cardenismo, ha sido más una promesa incumplida que una realidad.
Al igual que en la Unión Soviética
fracasó el socialismo real, en México el ogro filantrópico del PRI gobierno
también fracasó. Allá más por su autoritarismo, acá más por su corrupción. Lo
que sorprende es que en México todavía parece tener cuerda para rato.
AMLO: un
populismo moderado
¿Por qué? Porque la clase política
está dispuesta a todo con tal de no perder sus privilegios y sus canonjías. La
corrupción y la impunidad campean en casi todos los ámbitos de nuestra vida
económica, política y social.
Poco a poco va quedando claro que el
enemigo a vencer en las próximas elecciones es Andrés Manuel López Obrador.
Mordiéndose la lengua unos lo acusan de populista, otros de socialista
trasnochado.
Y mientras que el PRI y su partido verde pelele
gozan del peor prestigio de toda su historia, todos los demás partidos se
aglutinan en una amplia alianza para frenarlo, para impedirle que llegue a la
presidencia y desmantele las redes de corrupción.
Ya las instituciones ligadas a la
procuración de justicia electoral están doblegadas, así que veo muy difícil que
lo dejen llegar. Sin embargo el fantasma del populismo recorrerá México todavía
un buen rato y seguramente habrá muchas
sorpresas.
¿Realmente el populismo de AMLO es
tan pernicioso? Habrá que desenmascarar este mito. ¿Usted qué opina?
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