Alejandro Mario Fonseca
La locución en ciernes significa:
dicho de la vid, del olivo, del trigo y de otras plantas: en flor. También
recoge la expresión estar en ciernes. La definición que ofrece es
la siguiente: estar muy a sus principios, faltarle mucho para su perfección.
El Vademécum de la Fundéu dice
sobre en ciernes:
Se dice de
algo que ya ha empezado, pero que está muy en sus principios, lejos aún de su
perfección. Por tanto, no debe emplearse como locución sinónima de "en
trance". «Estamos en ciernes de una crisis gubernamental» es una frase
incorrecta, porque el proceso, al menos públicamente, no ha empezado. (Cfr. Wikipedia)
Este último caso tal vez sea
influencia del verbo cerner en su significado de amenazar
de cerca.
Qué interesante resulta investigar el
significado de las palabras que utilizamos de manera cotidiana. ¿No le parece?
Me encanta el subtítulo de este artículo: La
dominación carismática en ciernes. Y es que con cinco palabras estamos
definiendo a AMLO (el Peje), y a su partido: MORENA.
La Casa del Puente Cholula Puebla |
La
dominación carismática no es una opción descabellada
Ya he comentado en esta columna la
tipología ideal de dominación de Max Weber. Se trata de una herramienta de
investigación maravillosa porque nos permite comprender la compleja actividad política que nos tocó
vivir en México.
Muy esquemáticamente la dominación
tradicional, la del príncipe, la del monarca, encontraría su mejor ejemplo en
la mayoría de los gobiernos del Partido Revolucionario Institucional. Ya
hablaré de esto en mi próximo artículo.
En cuanto a la dominación moderna, legal,
aunque con muchas restricciones (hay que recordar que se trata de tipos
ideales) el mejor ejemplo sería el del Partido Acción Nacional. Ya lo comenté
en mi entrega anterior. Al menos en los gobiernos de Fox y Calderón hubo cierta
racionalidad económica.
Por su parte, la dominación
carismática, es la de los jefes guerreros elegidos, los presidentes
plebiscitarios, o los jefes de los partidos políticos. Ah y también la de los
líderes religiosos: los iluminados.
Los líderes
carismáticos pueden resultar modernizadores
Hay muchos ejemplos de dominación
carismática, Napoleón sería el clásico guerrero, emanado del pueblo que gracias
a su astucia y arrojo, modernizó Francia. Las reformas napoleónicas se sienten
todavía en el mundo occidental en las esferas jurídica y educativa.
Pero hay muchos otros, Gandhi y la
independencia de la India; Juan Pablo II y la revitalización del catolicismo.
Son dos líderes carismáticos, que aun cuando religiosos, resultaron también
modernizadores.
En México se me ocurren tres ejemplos. Porfirio
Díaz antes de convertirse en dictador, que inició la industrialización de
nuestro país; Lázaro Cárdenas y la justicia social durante su gobierno; y López
Obrador y sus promesas en nuestros días.
También ya he comentado en este espacio
el tema del carisma de AMLO. Esa gracia personal y extraordinaria, que se ha
ganado a pulso en una campaña política que abarca gran parte de su vida. Estemos
o no de acuerdo con él, es innegable que su entrega y pasión personal ha sido
la clave para ganarse la confianza de millones de mexicanos.
Sin embargo la complejidad de la transición democrática que hemos vivido
durante las últimas dos décadas condena el carisma de AMLO a una especie de
maldición satánica. En seguida me explico.
El que
quiere el fin debe querer también los medios
El jueves pasado se presentó en la Casa del Puente de Cholula la
licenciada Hortensia Herrera, dirigente de MORENA en Puebla. Estuvo apoyada por
el Dr. Octavio Moreno. Me gustó su sinceridad, la entregada y vehemencia con
que enaltecieron y defendieron a su líder AMLO.
Habían sido invitados para hablar
de la historia y de los valores de su
partido MORENA. Yo esperaba por lo menos una introducción sobre la filosofía de
la social democracia moderna. Pero no, de principio a fin sus temas giraron
alrededor de la personalidad de AMLO y de su trayectoria política.
Yo resumiría la plática, que aun
cuando corta se tornó aburrida, en seis palabras: “AMLO es la salvación de
México”. Y agrego: bueno sí puede ser. La historia está llena de líderes
carismáticos que han influido en menor o mayor medida al progreso de la
humanidad.
Ya mencioné a los mexicanos Porfirio
Díaz y Lázaro Cárdenas. Y a nivel mundial a Napoleón, a Gandhi y a Juan Pablo
II. Si estudiamos con cuidado la historia de estos cinco personajes, nos
podemos dar cuenta de que tenían algo en común: unificaron a sus pueblos, a sus
comunidades; valla hasta el diablo se sumó a sus filas.
Y en esto último es donde encuentro
el talón de Aquiles de nuestro buen amigo el Peje. No ha sabido convencer,
seducir, atraer al diablo a sus filas. Por el contrario su bandera es
precisamente su rotundo rechazo al pacto político con el diablo. Aunque por
otra parte sí está aceptando a muchos diablillos oportunistas en sus filas, que
lo desprestigian.
Esta
película ya la he visto varias veces
Y regresando a la plática de los
morenistas en la Casa del Puente. Ya
en las preguntas intentando ser propositivo le pregunté a Hortensia y a Octavio
si está vez, es decir en las próximas elecciones del 2018 ya iban cuidar y a
defender sus votos en las urnas.
Para mí es muy claro que si algún
defecto ha tenido AMLO desde que ha perdido elecciones en su natal Tabasco, ha
sido una insuficiente estructura partidaria para defender sus votos. Lo que
acaba de suceder en el Estado de México lo confirma.
Yo esperaba una respuesta en
positivo, incluyente, que aceptando el error, nos invitaran a los allí
presentes a colaborar con ellos y vigilar las elecciones. Pero no, se soltaron
con una serie de quejas ya muy gastadas. Las de siempre, por ejemplo “nosotros
no tenemos ni para pagarle las tortas a nuestros representantes de casilla”.
Su apuesta, y lo dijo muy claro el
sociólogo Moreno, es la de “ganar con el voto
masivo, que nadie pueda poner en duda”. Y esta película, estimado
lector, me parece que ya la he visto varias veces.
Es muy probable que otra vez AMLO se
quede en el camino. Él y su carisma contra el mundo. Ya nada más falta que
hasta el oportunista PT se vaya con el PRI o con la coalición. Se niega a
pactar con el diablo y ni siquiera nos pide a los ciudadanos independientes que
le ayudemos. ¿Su presidencia carismática se quedará otra vez en una simple
amenaza, es decir en ciernes? Usted qué opina.
(Nota: para los que recién leen esta
columna, el diablo es la clase política.)
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