Alejandro
Mario Fonseca
Hoy en la mañana (29/11/17) mientras
esperaba la hora de mi clase de yoga, escuché en la radio una entrevista que le
hizo Pascual Beltrán del Río, del grupo Imagen (en Puebla 105.1 de F M) al flamante
candidato del PRI a la presidencia de la República, José Antonio Meade.
Se trató de una entrevista “a modo”
en la que el comentarista Beltrán, que normalmente es muy crítico con los
políticos del PRI y mucho más con los de Morena y del PRD, trató con mucha
suavidad al candidato; nunca lo interpeló ni lo provocó como suele hacerlo con
sus entrevistados.
Le preguntó en términos muy generales
sobre la seguridad, la corrupción, la política económica, el populismo.… Tenía
yo una gran expectación por lo que iba a decir Meade, pero muy pronto me
decepcionó.
Yo esperaba por lo menos escuchar
estrategias generales para sacar a México de la profunda crisis que vivimos.
Pero no, no escuché ninguna respuesta concreta, ninguna autocrítica, ningún
concepto claro. Pura retórica superficial, frases huecas, respuestas a medias;
en suma demagogia, pura demagogia de la mala, de la peor.
En definitiva no ha sido entrenado
como político. Carece de discurso propio, claro, decidido. Es más, su tono de
voz es apagado, tímido, hasta ingenuo: suena inseguro.
En seguida busqué en Facebook fotografías del candidato y
observé con detenimiento que su imagen refleja nítidamente lo que acababa de
escuchar en la radio: un burócrata, un alto funcionario si usted quiere,
carente de templanza, de carácter.
José Antonio Meade Kuribreña y Enrique Peña Nieto tras el destape. Foto: Sopitas.com |