Alejandro Mario Fonseca
Un padrino es el hombre que presenta o acompaña a una persona en una
ceremonia religiosa en la que se recibe un sacramento, como el bautismo o el
matrimonio, y que se compromete a cumplir con una serie de funciones religiosas
o morales.
Eventualmente también es aquel
que presenta o acompaña a una persona cuando esta va a participar en una
competición o cuando va a recibir un honor. Por ejemplo, en la fiesta taurina,
los jóvenes toreros debutan teniendo por padrinos a dos grandes figuras.
Originalmente el padrino es una
figura religiosa del catolicismo. Hacia el siglo II d. C.,
el bautismo se consideraba principalmente como una ceremonia para la
purificación e iniciación social de los niños.
El requisito para la confesión de
fe requería la presencia de adultos que actuaban como garantes del niño.
Pronunciaban la confesión de fe de su representado y garantizaban su educación
espiritual.
Normalmente estos garantes eran los
padres naturales del niño, como hacia el año 408 enfatizaba San
Agustín que sugería que, excepcionalmente, podían ser otros individuos.
El Corpus Iuris Civilis indica que en un siglo este papel de
los padres había sido sustituido por completo. El papel de los padrinos fue
clarificado en el año 813 en el Concilio de Múnich, que prohibía a los padres naturales
actuar como padrinos de sus propios hijos. (Cfr. Wikipedia)
Bautizo |
El
padrinazgo en México
Todos los mexicanos (o casi todos)
tenemos un padrino, aquél amigo de nuestro padre o madre, que los acompañó a
bautizarnos. Normalmente es alguien con suficiente capacidad económica y
solvencia moral como para hacerse cargo del ahijado en la eventualidad de que
los padres llegaran a faltar.
Estoy hablando de la figura original
del padrino, restringida a la protección de los menores mediante la función de
asistir en su iniciación cristiana y, juntamente con los padres, presentar al
niño que va a recibir el bautismo y procurar que después lleve una vida
congruente con las obligaciones inherentes a la fe religiosa.
Así que ser padrino de bautismo es
una responsabilidad muy grande. Y lo sigue siendo, sin embargo el rito se ha
diversificado mucho, sobre todo en los pueblos del valle de México. Hoy tenemos
padrinos de todo, hasta de la “graduación” de un niño que sale del preescolar.
Últimamente a mí me ha tocado aquí en
Cholula ser padrino en diferentes eventos, bautizos, comuniones, bodas,
graduaciones y demás. Lo que me ha permitido un reencuentro con la fe cristiana
que me inculcaron mis padres desde la infancia.
Pero ese es otro tema, lo que quiero
comentar hoy es la relación del padrinazgo con el poder, con la política. Y es
que el padrino es el hombre fuerte, poderoso, que va a ayudar y a proteger a su
ahijado, un joven político en ciernes. En México el mundo de la política sin padrinos
sería inconcebible.
La clientela
Por otra
parte, cliente (del latín cliens -plural clientes-,
y este de cluere, "acatar", "obedecer"), en la
sociedad de la antigua Roma era el individuo de rango socioeconómico
inferior que se ponía bajo el patrocinio (patrocinium) de un patrón (patronus)
de rango socioeconómico superior.
Ambos
eran hombres libres, y no necesariamente se correspondía su rango desigual
con las distinciones socio-familiares
entre plebeyos y patricios.
Aunque, legendariamente, esta relación de
patronazgo se inició por Rómulo con el objetivo de fomentar los
vínculos entre ambas partes de la sociedad romana, de manera que unos (los
clientes) pudieran vivir sin envidia y los otros (los patronos) sin faltas al
respeto (obsequium) que se debe a un superior.
Cuantos más
clientes tuviera, a más prestigio (dignitas) accedía un romano
que pretendiera ser importante: la clientela votaba en las asambleas. En
La Historia de Tito Livio [59 a.C.-17 d.C.] aparece el concepto de clientela:
“al admitirle en su clientela, el patrono estaba obligado a proteger a su
cliente y a velar por su bienestar. Se trataba de una institución basada en el
deseo de mutua protección”.
A todas
luces la clientela hoy en día resulta una institución antidemocrática. ¿Por
qué? Pues porque no vota libremente: el cliente le debe favores a su patrón y
los paga con el voto.
El PRI mexicano: una plutocracia y
sus clientelas
Y el patrón
puede ser desde un político empresario poderoso, hasta un líder sindical,
pasando por los jefes de la burocracia, los jefes de los partidos políticos y
todo tipo de padrinos. Los trabajadores, los empleados, los militantes del
partido; le deben favores al jefe, y por
lo tanto son sus incondicionales.
El PRI, la
institución política con la que el
general Calles pacificó nuestro país después de la Revolución, es clientelar.
Desde un principio las élites militares aliadas con caciques, líderes
sindicales, empresarios y demás, agruparon a la población mexicana en torno a
un partido político que les permitía conservar el poder simulado una democracia
inexistente.
Ya con el
general Cárdenas se agruparon las diversas clientelas en torno a sectores: el
campesino, el obrero y el popular. Las decisiones políticas siempre las tomó un
pequeño grupo de políticos en el que la voz del presidente en turno era
inapelable.
Los líderes
de las clientelas casi siempre se disciplinaron esperando el favor de los
verdaderos jefes políticos agrupados como ya dije en torno al presidente de la
República. Este último se convirtió en una especie de monarca sexenal que sigue
dominando la escena política mexicana. Aunque ahora su poder está ya muy
acotado.
¿Morena una alternativa democrática?
Después de
casi un siglo y de una transición democrática que empezó hace ya dos décadas,
la tradición de los padrinos políticos y
sus clientelas sigue operando. Y no sólo en el PRI, sino también en los demás
partidos. Les pongo tan sólo un ejemplo reciente.
El pasado
jueves (8/2/18) en San Pedro Cholula se llevó a cabo una asamblea delegacional
del partido MORENA, para decidir por insaculación (tómbola) a los candidatos de
ese partido a las listas plurinominales.
Todos vimos
los videos que algunos de las asistentes subieron a la red de Internet. El
flamante militante de MORENA y alcalde de Cholula J. J. Espinoza protagonizó un
enfrentamiento con la directiva y parte de la militancia de ese partido.
La asamblea
se tuvo que suspender. Gritos, insultos, empujones, golpes y vidrios rotos. Ya
veremos si se aclara el asunto, pero por lo pronto la actitud del Alcalde de
presentarse con un grupo de empleados del Ayuntamiento (su clientela), en una
actividad política partidaria, en un día y en horario laborables, es
francamente abusiva, ilegal y a todas luces reprobable.
¡Qué
calamidad! Y lo peor de todo es que esto sucede en MORENA, el “partido de la
esperanza”. Cuyo jefe máximo, Andrés Manuel López Obrador muy probablemente se
convierta en el próximo presidente de la República.
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