Alejandro Mario Fonseca
Se acuerda usted, amable lector que cuando
en el 2006 le robaron las elecciones a AMLO y declaró; “al diablo con las
instituciones”. Claro que se acuerda y es que los priistas y los panistas no se
han cansado de recordárnoslo para meternos miedo.
Pues bien, aquel berrinche del Peje
hoy en día se me antoja más como una profecía, o mejor dicho como una
maldición, que a la vuelta de 12 años se ha hecho realidad.
Se trata de un largo proceso de
deterioro y degeneración de las instituciones de gobierno, en todos sus órdenes
y en todos sus poderes. Además la economía y la sociedad se han visto seriamente
afectadas.
Así que sin saberlo, o sin
proponérselo, el Peje lanzó una maldición que se hizo realidad y lo paradójico
es que ahora, si es que él gana la presidencia, será el encargado de expulsar
al diablo de las instituciones de gobierno.
No sé a usted,
pero a mí no me cabe la menor duda de que la actual administración del gobierno
federal va a pasar a la historia como el colofón de toda una zaga de
corrupción, abuso, despilfarro e impunidad de los gobiernos priistas y
panistas. Pero a ver ¿por qué AMLO mandó al diablo a las instituciones?
Profundicemos un poquito.
Foto: Animal Polìtico |
“Haiga sido como haiga sido”
Después de
robarse las elecciones Felipe Calderón fue reconocido como triunfador de la
elección presidencial en medio de protestas que alegaban fraude.
La respuesta
del panista fue lacónica y sarcástica, dijo: “Haiga sido como haiga sido, pero
ganamos”, evadiendo así una condición de ilegitimidad que lo ha perseguido como
un fantasma.
Y como dice
José Gil Olmos de la revista Proceso, en la política mexicana todo es
posible, hasta hacer que exista el “haiga” como sinónimo de fraude.
Lo que vino
después de aquel desplante de cinismo y arrogancia, fue un gobierno de
corrupción e impunidad, de violencia e inseguridad, en el que la hipocresía
sería la marca distintiva del gobierno de Calderón.
Sí, de
hipocresía, del deseo de esconderse de los demás motivos reales o sentimientos,
porque Felipe Calderón venía del Partido Acción Nacional, del partido del “bien
común”, de la “subsidiaridad, en suma del partido de la Doctrina Social
Cristiana.
Ya Vicente
Fox, el “bufón del palacio” había resultado un hipócrita simplón y lengua
larga, pero Calderón se llevó el premio
mayor. Pasará a la historia como el presidente del despilfarro, de la
manipulación de la pobreza y del terror. Ya algunos analistas lo llaman “el
señor de la guerra”.
Poco a poco el tiempo le ha ido dando
la razón a AMLO
Pero
regresando al tema, después del berrinche de AMLO y del claro fracaso de los
gobiernos panistas, regresarían los priistas al gobierno federal. Y tras un
nuevo intento el Peje perdería las elecciones y esta vez sí que perdió.
Así es la
política en México. Mucho dinero ilegal en combinación con una campaña
publicitaria (principalmente televisiva) se combinó con una especie de apuesta
por el regreso a la seguridad de un gobierno “fuerte y respetable”.
Peña Nieto
tenía objetivos claros: retomar la política de modernización económica
profundizando las reformas del salinato. Todos se aglutinaron en torno a un
pacto nacional reformista con excepción de AMLO, que tras romper con el PRD
fundó su propio partido: MORENA.
Poco a poco
el tiempo le ha ido dando la razón al Peje. Las reformas de Peña, si es que han
dado algunos frutos, se han visto ensombrecidas por los escándalos de
corrupción que empezaron a brotar por todos lados y por la violencia e
inseguridad que se incrementaron.
El PAN y el
PRD se desdibujaron y hoy en una alianza absurda se esfuerzan por sobrevivir.
Sus líderes se han debilitado mucho y ya casi nadie les cree. Mientras tanto
las filas de MORENA engrosan día con día. Políticos de todos los colores e
ideologías le apuestan al favor del Peje para que les de alguna candidatura.
El plan B del PRI
Y ahí
estamos, al Peje todo se le va dando. Ya casi siempre está de buen humor y se
enoja poco. Su carisma se incrementa y se mantiene firme en las encuestas. Se
ha ido volviendo inmune a los ataques. Ya muy poca gente se cree eso de que es
“un peligro para México”, “chavista”, “financiado por los rusos”,… ya no saben
que inventarle.
Muy
probablemente, lo que estamos por vivir es una guerra sucia nunca antes vista,
pero no contra el Peje, porque lo fortalece; sino entre los candidatos del PRI
y del PAN-PRD. Y ya empezó, los ataques están durísimos entre Anaya y Meade. Se
están dando “hasta con la cubeta”.
Pareciera
absurdo y hasta paradójico, pero no lo es. El PRI ya no tiene mucho que perder,
así que está apostando su resto para bajar a Anaya al tercer lugar. Ya veremos
si logran probar las últimas acusaciones contra el panista. No lo creo.
Así que lo
que en este momento se avizora es a Ricardo Anaya en segundo lugar, apostándole
a que los priistas de último momento llamen a su clientela a votar por él. Todo es negociable y cuando se trata de
sobrevivir ya no importa ni el más mínimo pudor. El PRI tendría un plan B:
salvar el pellejo cargándose con el PAN.
Y mientras
tanto AMLO feliz de la vida, marcando la pauta y sorprendiendo a los mexicanos
con sus candidatos y con sus propuestas aparentemente descabelladas.
Y el Peje ¿ya pactó con el diablo?
Ahora sí,
de verdad se le nota que quiere ganar. Ya le quedó claro que el que quiere el
fin debe querer también los medios. Y como un Fausto posmoderno se debate entre la sabiduría y la juventud perdida.
Y
recurriendo a la máxima de Mefistófeles dice: “sí hubiéramos comenzado antes ya
estaríamos ahí”. Pero para el Peje
todavía es tiempo de robarle algo al principio de razón y al mismo tiempo
sonreír.
La primera
apuesta la ganó Dios, el Peje perdió ya dos elecciones presidenciales por
negarse a jugar sucio renunciando a la moral. Y cómo ante la doble derrota no
llegó al suicidio, ahora Mefistófeles lo sedujo ofreciéndole la presidencia a
cambio de su alma.
¿El Peje
renunciando a sus principios con tal de ganar la presidencia? No lo creo, pero
de que sí necesita que algunos diablos le ayuden a ganar, no cabe duda. Hay
muchos, pero para muestra sólo hace
falta un botón: Napoleón Gómez Urrutia.
A fin de
cuentas en la segunda parte del Fausto de Goethe, nuestro héroe habiendo
perdido la apuesta muere, pero logra salvar su alma. Los ángeles declaran al
final del quinto acto: a quien siempre se
esfuerza por su trabajo, podemos rescatar y redimir.
Y en cuanto
al Peje, si gana la presidencia ¡vaya
que tendrá suficiente trabajo para buscar redimirse! Tan sólo con que logre
enderezar el entuerto de su maldición y saque al diablo de las instituciones,
los mexicanos nos daremos por bien servidos. ¿Qué le parece?
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