Alejandro Mario Fonseca
La lectura de las obras de Max Weber
cambió radicalmente mi apreciación de la política. Descubrí muchas cosas
sorprendentes, un aparato conceptual novedoso, una metodología más apropiada
para las ciencias sociales; y lo más importante: que el investigador debe
distanciarse del punto de vista propio.
Los valores aparecían como un serio
obstáculo para la objetividad en la investigación social. El politólogo, debe distanciarse de sus propios valores para
poder avanzar; lo que no significa que deba renunciar a ellos.
En cambio, y aquí viene lo más
importante, aquellos que se dedican al ejercicio de la política deben actuar
con estricta responsabilidad social y siempre en perfecta correspondencia con
su ideología, con sus valores y con clara consciencia de sus decisiones y
actos.
Ahora que
nuestro país se encamina hacia el 2018 la salida, conviene mantener la
cabeza fría y ser lo más objetivos que podamos en nuestros análisis. ¿De verdad
AMLO entró en colisión directa con los empresarios mexicanos?
De ninguna
manera, lo que el tabasqueño hizo fue desatar una polémica sobre el fenómeno
neoliberal, que se ha traducido, en la aparición de una nueva casta de
empresarios multimillonarios, que amasaron grandes fortunas de la noche a la mañana, aliados con aquellos políticos que implementaron las reformas
privatizadoras y desmantelaron el exiguo estado de bienestar.
Etica empresarial |
La ética
protestante y el espíritu del capitalismo
Lo que AMLO critica es el oportunismo
de algunos grandes empresarios que guiados por el afán de lucro han aprovechado
el desmantelamiento de una economía mixta, que mal que bien mantenía cierta
estabilidad política y social.
En otras palabras, lo que critica es
la irracionalidad, el abuso y la falta de valores morales de un muy pequeño
grupo de mexicanos que aprovechando las circunstancias han amasado grandes
fortunas en poco tiempo.
Max Weber le dedicó al tema gran
parte de su vida profesional. Su obra más reconocida es su tesis de
doctorado La ética protestante y
el espíritu del capitalismo, que fue el inicio de su trabajo sobre la
sociología de la religión. Pero su obra más ambiciosa Economía y sociedad es todo
un paradigma para las ciencias sociales modernas.
Weber argumentó que la religión fue
uno de los aspectos más importantes que influyeron en el desarrollo no sólo del
capitalismo, sino de las culturas occidental y oriental.
Primero en Inglaterra, Francia y los
Países Bajos; y después en los Estados Unidos y poco a poco en el resto del mundo
emergió el modo de producción capitalista basado en el industrialismo.
Pero lo más importante, al menos en
sus orígenes, es que tuvo una base ética: los primeros empresarios contaron con
sólidos valores religiosos. Sí, eran individualistas, pero se trataba de un
individualismo que rayaba en auto perfección: la empresa capitalista era su misión.
El
empresario capitalista: motor de la modernidad
Para Max Weber el afán de lucro, la
búsqueda de beneficios en dinero, no tiene nada que ver con el capitalismo. Al
revés, el capitalismo puede ser identificado con el sometimiento de estos
impulsos irracionales.
La empresa capitalista busca el beneficio
sostenible, la eficiencia, la eficacia y
la rentabilidad. Un acto económico capitalista significa el apoyo en la
expectativa de beneficio aprovechado las posibilidades de cambio, vale decir,
se levanta sobre las posibilidades de lucro pacífico.
En contrapartida el lucro violento, la
explotación, en suma, la corrupción, no es conveniente enmarcarlo bajo la misma
categoría de acción orientada hacia las posibilidades de beneficio en el
intercambio.
A pesar de que tanto la empresa como
el empresario capitalista existen desde hace mucho tiempo y en casi todo el
mundo, es en Occidente donde el capitalismo ha tenido una relevancia única, que
explica la emergencia de formas específicas.
Empero, a diferencia del empresario
colonial o del explotador de plantaciones con esclavos, o del emprendedor
dedicado a la aventura y a la especulación irracional o que se orientaba al lucro
por obra de la violencia, Occidente conoce en la época moderna otra forma de
capitalismo diferente y no desarrollado en ningún lugar de la tierra: se trata
de la organización racional-capitalista del trabajo formalmente libre.
La organización racional de la
empresa orientada a las oportunidades del mercado, no a la especulación
irracional o a la fortuna de la violencia política, no es sin embargo el único
fenómeno específico del capitalismo occidental.
El surgimiento
del empresariado mexicano
Por ejemplo, en nuestro país la vida
económica siempre ha estado asociada al poder político. Desde las reformas Borbónicas
en el siglo XIX, durante el Porfiriato y ya después de la Revolución de 1910;
el capitalismo ha sido un proyecto del Estado.
Ya en el siglo XX fue precisamente
durante el gobierno del general Lázaro Cárdenas, la última gran oleada de la Revolución, que se dio el surgimiento
de una nueva clase empresarial dedicada a la industrialización.
Lo que Cárdenas quería era que México
dejará de depender de las importaciones extranjeras, por eso es que creo los
famosos CEDIS. Es decir la exención de impuestos para todos aquellos
empresarios que invirtieran en industrias que produjeran bienes que se estaban
importando.
Pero también les dio el beneficio de
cerrarle las fronteras a la competencia. Fue así como surgió una nueva clase
empresarial protegida que se acostumbró a grandes ganancias, sin tener que
preocuparse por la calidad ni por los precios: tenían un mercado cautivo.
El
neoliberalismo, la globalización, la violencia y la inseguridad
Había que corregir esta política de
fomento a la industrialización desde el Estado. Pero se hizo abruptamente y
mal. Con Miguel de la Madrid se bajaron los impuestos a las importaciones; y con
Salinas de Gortari se profundizo con el neoliberalismo y la globalización.
Vino el desmantelamiento del Estado
de bienestar a la mexicana. Se privatizaron las paraestatales, la banca se
extranjerizó y muchas empresas quebraron como las del sector textil y surgieron
otras engranadas a las compañías trasnacionales como las del sector automotriz.
Y ahí estamos, sumidos en una crisis
económica que no termina nunca y que se ha profundizado con la emergencia del
crimen organizado, que ya no solamente hace negocios con la comercialización y
producción de drogas, sino también con los secuestros, la seguridad y con todo
tipo de giros negros: la violencia y la inseguridad sentaron sus reales.
De este abrupto cambio de política
económica surgió un pequeño grupo de empresarios
rapaces, como les llama AMLO, que aliados con malos políticos, siguen
amasando grandes fortunas y que además han orquestado la guerra sucia en su contra.
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