martes, 12 de febrero de 2019

Abaratar los libros no es suficiente

Alejandro Mario Fonseca

La lectura puede darnos paz, es un vehículo para la paz. Nadie que esté leyendo está pegando, pateando o agrediendo a alguien, dijo la escritora Beatriz Gutiérrez Müller, el pasado domingo 3 de febrero en Mocorito Sinaloa.

Desterrar la idea de que leer es aburrido, que los libros se encuentren a la mano y con un costo accesible, además de convertir la lectura en un vehículo para la paz, son algunos de los puntos de la Estrategia Nacional de Lectura presentada por el gobierno de AMLO.

AMLO detalló: Estamos promoviendo la lectura, porque necesitamos fortalecer valores culturales, morales, espirituales. No sólo de pan vive el hombre… la felicidad no solo es acumular bienes materiales, dinero, fama, títulos.

La verdadera felicidad es estar bien con uno mismo, estar bien con nuestra conciencia y estar bien con el prójimo, esa es la verdadera felicidad. 

TENER A LA MANO UN DICCIONARIO

No el lujo barato, la ropa de marca, las alhajas, la troca, eso es efímero. Por eso es muy importante el fortalecimiento de los valores”, dijo durante la presentación el presidente López Obrador.

Pero lo que le faltó decir en esta ocasión, fue que lo más grave es que México está sumido en la pobreza, la corrupción y la impunidad, principalmente porque hemos estado gobernados por políticos analfabetas.

Sí, estuvimos gobernados por verdaderos analfabetas funcionales, ya he puesto muchos ejemplos en anteriores artículos. Y lo más grave es que el problema continua, ya que muchos de los políticos del actual gobierno morenista, pecan de lo mismo. Día con día la prensa confirma lo que digo.

Nuestra clase política NO LEE. Por eso estamos cómo estamos. A los mexicanos nos urge una clase política ilustrada. La legislación electoral debe cambiar, hay que corregirla, los requisitos para ocupar un puesto de elección popular deben ser más estrictos. Por lo menos eso sí se puede remediar.


La fortuna de haber leído desde pequeño
Pero pasando a la crítica de la estrategia de AMLO, lo que no se puede remediar, al menos en el corto plazo, es la grave situación en la que se encuentran la mayoría de los mexicanos.

Muchos no leen porque, a pesar de saber leer, no comprenden lo que leen: su vocabulario es muy limitado. La lectura debe fomentarse desde la infancia. Yo tuve la fortuna de haber crecido en un ambiente que, aunque limitado, me ofreció la oportunidad de leer desde muy temprana edad.

A fines de los años 50 mi padre compraba todas las tardes las Últimas Noticias de Excélsior. Cómo él ya las había leído seguramente en el autobús camino a casa, mis hermanos y yo nos peleábamos el periódico vespertino para leerlo.

También llegaban a mi casa revistas. Recuerdo que estábamos suscritos al Selecciones del Reader´s Digest una revista gringa de resúmenes de best sellers. También llegaba la revista Life en español.

Los domingos, muy temprano, mi padre salía de casa y compraba la edición dominical del Excélsior. Que también devorábamos. Sobre todo las tiras cómicas, que eran toda una sección y una delicia para nosotros los niños.

También leíamos, y eso lo hacíamos a escondidas de mi papá, “cuentos”, así les llamábamos a las historietas ilustradas, lo que ahora en tiempos de globalización llamamos “comics”. Recuerdo Los supersabios, Chanoc, La Familia Burrón, también caían en  mis manos los cuentos de Walt Disney y los de Superman.

Ya en la secundaria (siempre asistí a escuelas públicas) hice mis primeras lecturas serias. Recuerdo el Cantar de mío Cid, El Periquillo Sarniento, Don Quijote de la Mancha… Por cierto, este último fue para mí de difícil lectura, el español medieval me resultaba aburrido, no fue sino hasta ya muy recientemente, ya de viejo, que lo leí completo.


Leer con un buen diccionario a la mano
Y en mi primera juventud, ya en la Escuela Nacional Preparatoria, vendrían las lecturas importantes. Leí obras de Stefan Sweig, Dostoievski, Hermann Hesse, Nietzsche, Marx y Engels, Marcuse, Octavio Paz, García Márquez, etcétera. También seguí leyendo periódicos y revistas. Ah y también monos, los monos de Eduardo del Río (Rius) y otros.

Ser pobre y asistir a escuelas públicas no debe ser pretexto para no leer. Un niño o un joven al que le gusta leer, se las ingenia para conseguir los libros, revistas y demás. El asunto está en que de verdad le guste leer.

Pero cuando se trata de un joven mayor o de un adulto que quiere leer pero no entiende lo que lee, el problema es mucho mayor. Requiere de perseverancia y de un buen diccionario.

Cuando ya de profesor universitario mis alumnos me decían que no les gustaba leer, lo que yo hacía era ponerles una pequeña prueba de vocabulario, para que se dieran cuenta de que su problema era de limitación de lenguaje.

Y es que si uno se pone a leer cualquier texto, debe tener a la mano un buen diccionario. El que no sabe esto hace el intento, se sienta a leer, pero se va encontrando con palabras que no entiende, se las va saltando y al cabo de un rato se aburre porque no entiende lo que está leyendo.


Conclusión
Así que ya de adulto se requiere de perseverancia y de un buen diccionario. De niño el problema es muy distinto. De lo que se trata es que a los niños les vaya gustando la lectura.

Es más, desde muy temprana edad, cuando todavía no saben leer ni escribir, hay que sentarse con ellos todos los días y leerles cuentos, fábulas, adivinanzas y demás. Y ya mayorcitos sus primeras lecturas deben hacerse jugando.

Y ya cuando el niño lea sólo, hay que estar cerca de él porque se va a ir encontrando con palaras que no entiende y nos va a preguntar. Y muy pronto va a haber palabras que no vamos a saber contestar o que de plano no sabemos, entonces hay que enseñarlo a usar el diccionario.

Y ya para finalizar, regreso al tema de inicio de este artículo. Es una verdadera desgracia que nuestra clase política, en general, sea analfabeta funcional.

Urge que nos gobiernen mexicanos medianamente preparados, y sobre todo que se tomen en serio sus funciones: que lo hagan con responsabilidad  y sabiduría.

¡Enhorabuena! AMLO también en Mocorito, en voz de Paco Ignacio Taibo II presentó una estrategia para fomentar la lectura. Esto no sucedía desde el gobierno de López Mateos haya por los años 60, cuando el poeta Jaime Torres Bodet fue secretario de educación.

Es una lástima que la prensa, sobre todo la televisiva haya presentado lo de Mocorito como si todo se redujera a abaratar los libros. Así que dejo para mi próximo artículo una crítica más completa de la nueva Estrategia Nacional de Lectura de AMLO.

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