Alejandro Mario Fonseca
Cuando estudié en la Facultad de
Química conocí a Isaac Kornhauser, un apasionado de la novela negra. Gracias a
él leí a los clásicos Dashiell Hammett,
Raymond Chandler, Carroll John Daly y a otros.
La novela negra (en francés: Noir)
o hard-boiled es, como la definió Raymond
Chandler en su ensayo El simple arte de matar (1950),
la novela del mundo profesional del crimen.
Según Isaac, se le llamaba negra
porque sus argumentos sucedían de noche, pero en realidad debe su nombre a que
originalmente fue publicada en la revista Black Mask de Estados
Unidos y en la colección Serie Noire de la editorial
francesa Gallimard.
Pero también al carácter oscuro de los
ambientes en que transcurre, lejos de las casas señoriales que ambientaban las
novelas policiacas típicas de la
época. Otros prefieren la
denominación de novela criminal.
El término se asocia a un tipo
de novela policíaca en la que la resolución del misterio no es el
objetivo principal y los argumentos son habitualmente muy violentos.
La división entre buenos y malos de
los personajes se difumina y la mayor parte de sus protagonistas son individuos
derrotados y en decadencia en busca de la verdad o, cuando menos, algún atisbo
de ella.
Contexto
social
La novela negra presenta una
atmósfera asfixiante de miedo, violencia, injusticia, inseguridad y corrupción
del poder político que refleja las primeras décadas del siglo XX
en Estados Unidos, cuando la crisis económica desatada tras la Primera
Guerra Mundial (1914-1918) y la Gran Depresión de 1929 da lugar
a historias policíacas inspiradas por la entrada en vigor de la ley
seca (1920-1933) y el subsiguiente desarrollo del crimen
organizado y el gansterismo.
Se difundió originalmente a través de
revistas en papel barato o pulp a un público trabajador o
proletario, por lo que su lenguaje no abundaba en florituras.
La novela negra es política, es una genuina
crítica social, con ambientación y descripciones naturalistas, urbanas en
ambientes marginales como el hampa y los suburbios, pero también en
los aparentemente más vistosos de la corrupción política y moral. (Cfr. Wikipedia)
En México el género noir que reavivó el
escritor Rafael Bernal con
el libro El complot mongol a
finales de los sesenta, está evolucionando con nuevas generaciones de
narradores mexicanos que mezclan el suspenso, lo policiaco e incluso la nota roja en un solo relato. Asesinos
seriales, delincuentes, homicidas, detectives, víctimas del narcotráfico,
personajes lumpen y sicarios, México se cuenta a través de
sus crímenes.
Paco
Ignacio Taibo II
Paco
Ignacio Taibo II (Gijón, Asturias, 11 de enero de 1949),
«naturalizado mexicano el 4 de abril de 1984», es un escritor, político y
activista sindical hispano-mexicano.
Es fundador de Para Leer en
Libertad, AC, proyecto cultural de fomento a la lectura y de divulgación de
la historia de México, y es especialmente conocido por sus novelas
policíacas (novela negra) y por haber creado y dirigido hasta el 2012 el
festival literario de la Semana Negra de Gijón.
En 2012 se desempeñó como secretario
de Arte y Cultura del Comité Ejecutivo Nacional del Movimiento
Regeneración Nacional (Morena). En octubre de 2018 se anunció que sería el
próximo director del Fondo de Cultura Económica, siendo ratificado en
enero de 2019.
Apasionado por el género de novela
negra en 1976 publicó su primera obra Días de combate (1976) con el detective Héctor
Belascoarán Shayne como protagonista. Su gusto por este género lo llevó a
fundar en 1986 la Asociación Internacional de Escritores
Policíacos (AIEP).
En 1988 creó el festival
multicultural Semana Negra de Gijón por el que han pasado miles de
escritores de novelas policíacas, históricas, de fantasía y ciencia ficción.
Junto a su faceta de escritor Taibo
II ha desarrollado otras actividades, ha dado clases en la Facultad
de Filosofía y Letras de la UNAM, ha sido director de las
series México, historia de un pueblo y Crónica general
de México (1931-1986); del suplemento cultural de la revista Siempre! (1987-1988),
y de las revistas Crimen y Castigo y Bronca.
Leer por placer y a bajo costo: el
plan del gobierno de AMLO para promover la lectura
Su obra literaria, distinguida con
numerosos premios, no se limita al género policiaco; domina también la
historia, los cuentos, cómics, reportajes, ensayos y crónicas.
Pero su verdadera pasión es la
política, la política cultural y educativa. Taibo II es el estratega de AMLO
para el tema de la cultura de su Cuarta Transformación. Sus principales
propuestas son:
Su plan
buscará reforzar en la infancia y en la adolescencia el hábito de la lectura como una
práctica placentera, que abre posibilidades de conocimiento.
También se
tendrá como objetivo reforzar y
mejorar la comprensión de los textos, desde la interpretación de las
ideas simples, hasta la discusión y crítica de las ideas complejas.
En estos dos primeros puntos mencionados, intervendrá la Secretaría de
Educación Pública.
Lograr que los libros se encuentren
a la mano, a costos asequibles, y que las bibliotecas no se asocien con el
aburrimiento. En esto intervendrán el Fondo de
Cultura Económica (FCE) y diversas áreas de la Secretaría de Cultura.
Un México donde la lectura sea una actividad común y cotidiana; un México
en el que no sólo las bibliotecas estén llenas, sino con parques, cafés y salas
de espera, donde la gente lleve un libro en la mano.
En fin, un
México reflexivo, inteligente y crítico hacia su pasado, su presente y su
futuro, Y no sólo eso. Vamos a forzar a que el conjunto de la industria
editorial baje sus precios, coeditando con ellos, sustituyendo importaciones.
La educación
formal tiene que impulsar un proceso muy potente de lectura y conocimiento y
comprensión de la lectura, pero la educación informal tiene que levantar el
placer de leer.
En esta ocasión
la picardía natural de Taibo II fue más que moderada, se limitó a ironizar: Tenemos que romper el miedo cultural. La
educación media está creando vacunas contra la lectura. Tienes que leer siete libros esta semana.
Tienes
que hacer resúmenes. Y se producen lecturas de fotocopia, de un capítulo,
libros mal leídos y, sobre todo, la sensación, que esa la tenemos que
desterrar, de que leer es aburrido, señaló Paco Ignacio Taibo II. (Cfr. Animal Político)
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