Alejandro Mario Fonseca
“El legado
de Fidel Castro es uno marcado por los pelotones de fusilamiento, el robo, el
sufrimiento inimaginable, la pobreza y la negación de los derechos humanos
fundamentales”. “Si bien Cuba sigue siendo una isla totalitaria, espero que el
día de hoy sea un paso para alejarse de los horrores que se han soportado”.
(Donald Trump).
Eso declaró el psicópata que habita
la Casa Blanca del imperio norteamericano cuando murió el Comandante Fidel Castro.
Sucedió el 25 de noviembre de 2016, hace ya tres años. Sin
embargo, el sueño de Fidel se cumplió a medias, por lo menos los cubanos aunque
hambrientos y desalentados, seguían y siguen unidos.
Son 11.5 millones de cubanos, de seres
humanos con una esperanza de vida de 79 años, con una alfabetización del 100% y
con un desempleo del 3.2%. Gastan el 12.8% de su Producto Interno Bruto en
educación y su sistema de salud es uno de los más exitosos del mundo. Su índice
de desarrollo humano es de 0.769 (de 1.0). No es poca cosa.
Cuba: Socialismo de Mercado |
Me hago esta reflexión porque acabo
de leer un ensayo de Carmelo Mesa-Lago, ¿Tiene
solución la crisis económica de Cuba? en la que el prestigiado maestro de
la Universidad de Pittsburgh se pregunta sobre el futuro de Cuba ante la debacle
venezolana y los embates de Donald Trump. (Cfr. Letras Libres, octubre 2019).
La crisis cubana data de la década de
los años 90 cuando desapareció la Unión Soviética y la isla fue abandonada a su
suerte: el Producto Interno Bruto (PIB) de Cuba cayó 35%. Y ya en año 2000
Venezuela entraría al quite.
La relación económica entre Cuba y
Venezuela alcanzó en el 2012 un máximo de 16 mil millones de dólares, pero en
el 2017 cayó a la mitad.
Trump al ataque
La crisis venezolana le pega muy
fuerte a Cuba porque el trueque de petróleo venezolano por servicios médicos
cubanos se redujo a la mitad. Y si Nicolás Maduro cae, como todo parece
indicar, también caerá totalmente el
trueque. Pero hay más.
Y es que las políticas de Trump
contra los cubanos ya están dando resultados. Primero está la Ley del Embargo
(título III) que acaba de implementarse y que estuvo congelada por 13 años, que
ha provocado un efecto de retraimiento de la inversión extranjera.
Se trata de una Ley que permite
reclamar propiedades expropiadas por la Revolución. Y si a los litigios que
alejan la inversión le agregamos la prohibición de viajes en crucero a la isla
y los topes a los envíos de remesas de los cubanos en el exterior, la situación
económica se torna muy delicada.
La lenta pero inminente caída de
Nicolás Maduro, que en parte también está siendo inducida por Trump, el congelamiento de la inversión extranjera,
el turismo a la baja y el tope a las remesas; se traducen en un síndrome (conjunto
de fenómenos que concurren unos con otros) que caracteriza una situación
económica desesperada.
Pero lo interesante es que la
economía cubana no se ha modernizado a pesar de la muerte de Fidel Castro. La
continuidad económica es asombrosa y siguen predominando las empresas estatales
sobre el mercado y la propiedad privada. Así que la crisis cubana que ya se
tradujo en una severa escasez de alimentos no tiene solución desde la óptica de
una economía de mercado, porque Cuba no es plenamente capitalista. La doctrina del Shock es impensable para los cubanos.
El
socialismo de mercado
Y aquí viene lo más interesante del
ensayo de Carmelo Mesa-Lago, la
alternativa más viable para los dirigentes cubanos sería seguir las exitosas
políticas de China y Vietnam, países que aplican un “socialismo de mercado”,
bajo el gobierno del partido comunista.
Ambos, China y Vietnam, sufrían
hambrunas periódicas que causaban millones de muertos y ahora son
autosuficientes en alimentos. ¿Cómo le hicieron?
En los dos
países asiáticos, el sector privado prevalece en la agricultura. Los contratos
del gobierno con los campesinos son por cincuenta años o por tiempo indefinido,
lo que estimula la confianza, el esfuerzo y la inversión.
La clave está en que China y Vietnam
incentivan la inversión privada en agricultura, dándole libertad a los
granjeros para decidir qué sembrar, a quién vender y fijar los precios por la
oferta y la demanda.
Así que en estos países la
combinación del control estatal con una agricultura privada “libre” se ha
traducido en un exitoso modelo mundial para enfrentar la escasez de alimentos y
las hambrunas.
Hoy en día Vietnam es el segundo
exportador mundial de arroz y entre otros países abastece también a Cuba con
250 mil toneladas al año. Ante la
situación desesperada a la que los políticos cubanos se están enfrentando, el
modelo oriental de socialismo de mercado se
antoja como la única salida.
La
austeridad como ventaja competitiva
Pero los cubanos cuentan con otra
ventaja, son un pueblo unido que sabe vivir en la austeridad, en la pobreza. Si
algo aprendieron durante el medio siglo que llevan sometidos a un régimen
centralista, con todos sus defectos, es a vivir con lo más indispensable.
Desde la óptica del american way of life, que de vida,
libertad y felicidad (según la declaración de independencia de 1776), degeneró
hacia el consumismo desenfrenado, la situación de crisis de los cubanos resulta
escalofriante.
Pero en realidad se trata de un
pueblo sano y bien educado que ha desarrollado la virtud de saber vivir con poco. Vea usted la fotografía
que acompaña el ensayo de Carmelo Mesa-Lago (Letras Libres, octubre de 2019,
página 50).
Dos bellas jovencitas cubanas
caminando con desenfado por alguna calle de La Habana. Cuando vi la foto pensé,
muy bien pudieran ser la hijas de Barack Obama. Y es que el consumo moderado y
bajo (hasta ciertos límites) es garantía de salud física y mental.
El modelo de socialismo de mercado en un país como Cuba, con un poder político
centralizado, fuerte y respetado; que ha desarrollado una ventaja competitiva sui generis como lo es la del consumo
moderado y bajo, de su población; se presenta como una alternativa de enormes expectativas.
Y no sólo para los cubanos, sino para
muchos otros países, como México, que se están atreviendo a superar la etapa
neoliberal. Y sí a esto le sumamos la crisis climática ya en ciernes, el modelo
de socialismo de mercado resulta más
que necesario, inminente.
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