jueves, 3 de octubre de 2019

Un puñetazo a los intereses mezquinos

Alejandro Mario Fonseca
 Mezquino es un adjetivo que define la actitud de una persona ruin o hipócrita que comete acciones que pueden perjudicar a los demás sin hacerse responsable de sus actos.

Las personas mezquinas pueden ser muy creídas en situaciones concretas, por ejemplo, en el éxito. La mezquindad suele estar ligada al individualismo, al de los norteamericanos (no todos), aquellos que sólo piensan en hacer dinero y en su placer.

Pero hay otro tipo de individualismo, el de los europeos, el que se basa en el auto perfeccionamiento, en la búsqueda del máximo desarrollo de las potencialidades del ser humano; es aquel que tiene sus raíces en la filosofía clásica alemana, en el proyecto de la Ilustración.
Por eso es que no me resulta extraño que las grandes revoluciones industriales que han impactado el mundo hayan iniciado en Europa. Y también que la Revolución en ciernes, la de las energías limpias,  esté ya siendo liderada por Europa.

David Wallace-Wells asistió a la Universidad de Chicago y se graduó de la Universidad de Brown (Universidad privada estaunidense) en 2004 con un título en historia.

Pero no está siendo nada fácil, los intereses mezquinos del capital financiero internacional, en alianza con las empresas petroleras, armamentistas y depredadoras de todo tipo la están frenando. Por eso es que las protestas juveniles también están creciendo desde Europa hacia todo el planeta.
La protesta del clima trasciende a los jóvenes y llena las calles. Cientos de miles de manifestantes en todo el mundo rechazan la pasividad de los gobiernos ante el calentamiento global y exigen soluciones.


Semana del cambio climático
La semana pasada se dio una intensa actividad de protestas y actos con el cambio climático como protagonista a lo largo del planeta. Las manifestaciones que iniciaron el 20 de septiembre concluyeron con  grandes movilizaciones del pasado viernes 27/9/19.

Como si fuera una balanza, en un momento en el que el liderazgo de los mandatarios políticos en la lucha internacional contra el cambio climático decae, las calles de medio planeta se llenan de protestas en las que se pide afrontar esta crisis con medidas ambiciosas.

Como ya ocurrió en marzo, cuando los estudiantes convocaron la primera huelga mundial por el clima, decenas de ciudades de todo el mundo fueron tomadas ayer por miles de manifestantes.
Pero en esta ocasión la protesta trascendió a los jóvenes y en muchos lugares sumó a los adultos a través de organizaciones no gubernamentales, sindicatos o, simplemente ciudadanos preocupados.

Las protestas, inspiradas en la activista adolescente sueca Greta Thunberg, se volvieron a extender por ciudades de medio mundo; había convocatorias en más de 150 países. “No hay planeta B”, se repetía en decenas de idiomas en innumerables pancartas.

Daba igual el lugar donde fuera: Barcelona, Milán, Valencia, Monreal o Wellington. Esta protesta es global y sus lemas contra la inacción frente al cambio climático viajan de una parte a otra del mundo a través de las redes sociales de Internet. (Cfr. El País 28/9/19).

Mientras tanto, en la sede de la ONU, en Nueva York se realizaría una cumbre extraordinaria sobre el clima. Convocada por el Secretario General Antonio Guterres, pretendía conminar a los países a ser más ambiciosos en sus planes de recorte de las emisiones de gases de efecto invernadero.


El planeta inhóspito
Y la polémica científica y en general literaria sobre el tema, ya no es sobre los motivos del calentamiento global, sino sobre sus consecuencias: inundaciones, incendios, hambrunas, etcétera. Por ejemplo, ahí está el texto de David Wallace-Wells, El planeta inhóspito. La vida después del calentamiento, editado por Debate recientemente.

Usted lo puede encontrar en la librería Gandhi, por tan sólo $199. Como dice Antonio Calvo, se trata de un puñetazo por el clima, un puñetazo encima de la mesa, un puñetazo en la mitad de las consciencias. A reserva de leerlo con calma y comentarlo plenamente, veamos una sinopsis:

Hoy, la subida del nivel del mar es una causa de alarma generalizada entre aquellos que ya han abandonado el sueño pernicioso de que el calentamiento global es un mito.

Sin embargo, no es ni siquiera la punta del gigantesco iceberg de horrores inimaginables que amenazan la vida en la Tierra: incendios, huracanes, sequías, inundaciones...

Todas estas inquietantes manifestaciones del cambio climático, ya recurrentes para millones de personas, son solo un adelanto de lo que está por llegar: hambrunas, plagas, un aire irrespirable, migraciones cada vez más masivas, el colapso económico e incluso conflictos armados globales.

Con una precisión y una lucidez que estremecen, David Wallace-Wells construye el relato caleidoscópico de las consecuencias que tendrá, tan solo dentro de una generación, nuestra impasibilidad ante la crisis ecológica. Incidiendo con crudeza en cómo hemos fracasado al imaginar y, ante todo, promulgar un mejor porvenir.

 El planeta inhóspito nos transporta a un futuro inminente y nos sirve la reflexión definitiva de cómo hemos devastado nuestro propio hogar; todo ello en clave de una ferviente y aún más apremiante llamada al cambio. (Cfr. Me gusta leer).


No volverá a haber normalidad
Fue el último libro de la semana que presentó Babelia, el suplemento cultural de El País. La fotografía que acompaña el comentario es contundente, un bombero luchando contra el fuego en un área rural amazónica, en el norte de Brasil, a principios de septiembre.

El planeta inhóspito reúne años de investigaciones climatológicas destinadas a eliminar tibiezas. No, no estamos ante un pequeño problema que se acabará resolviendo por sí mismo. No, ya no es posible que una desconocida y maravillosa tecnología resuelva la catástrofe en dos décadas. No, ya nada será igual. No volverá a haber normalidad.

Por desgracia, aquí en México nuestros políticos no parecen darse cuenta de nada; y si se dan cuenta, son unos hipócritas ya que al parecer,  sólo sirven a sus propios intereses mezquinos.

Tampoco desde lo local  vemos que se haga nada serio. Aquí en Cholula, desde donde escribo, una presidencia municipal anodina se resiste a salir de su área de confort y no llega más que a regalar algunos calentadores solares.

Una verdadera burla en estos tiempos aciagos en los que el destino ya nos alcanzó. ¿No le parece?

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