Alejandro Mario Fonseca
La Primera Transformación, la de la
Guerra de Independencia, fue un fracaso, la rebelión popular de Hidalgo y
Morelos fue traicionada por los criollos. La Segunda, la de la Guerra de
Reforma, aunque triunfó, en poco tiempo fracasó, desembocó en una dictadura.
Y la Tercera, la de la Revolución también se
convirtió muy pronto en una dictadura, la del PRI gobierno, la “dictadura
perfecta”. Hoy quiero reflexionar sobre un concepto que atraviesa
trasversalmente nuestra historia, que nos ayuda a comprenderla y que muy bien
pudiera ser el talón de Aquiles de la Cuarta Transformación que se propone el
Presidente AMLO: el de Tierra Baldía.
En México un terreno baldío es un
pedazo de tierra que no se emplea con un fin productivo.
Este adjetivo también se utiliza para calificar al terreno que no está edificado o que no se usa
con un objetivo definido.
Para que otra refinería en México, si Estados Unidos tiene 135. |
Por ejemplo: “¡Último
momento! Encontraron a una mujer degollada en un baldío”, “No puede
ser que el terreno que heredamos del abuelo sea un baldío: tendríamos que darle
algún uso”, “Hasta hace un mes esta esquina era una baldío, ahora
es un hermoso parque donde juegan los niños del barrio”.
Durante la Colonia México se
convirtió en un enorme reservorio de
tierras baldías debido a que la Iglesia Católica, que actuaba como banca
agiotista, se fue apropiando de las propiedades con las que los fieles le
pagaban sus servicios.
Así, la desamortización
de bienes eclesiásticos fue un largo proceso económico, social e histórico
iniciado en la época de los Borbones, como reflejo del endeudamiento del
rey Carlos III por las guerras y los problemas por el Real Patronato.
La Ley Lerdo
Una de las reformas borbónicas fue
precisamente la posibilidad de la autoridad de vender los bienes eclesiásticos
a favor del erario público. En realidad los liberales en el siglo XIX no
hicieron otra cosa más continuar con las
políticas iniciadas por los Borbones.
Ya desde el gobierno liberal de Gómez
Farías en 1946, cuando el gobierno se vio en la necesidad de hacer frente a la
invasión armada de Estados Unidos, se vio ante la urgencia de obtener recursos
económicos porque se necesitaban soldados y oficiales para el ejército y se
requerían recursos económicos.
Así, se promulgó el 11 de enero de
1847 la ley mediante la cual se autorizó al gobierno a proporcionarse hasta
quince millones de pesos mediante la hipoteca o venta de los bienes de manos
muertas, refiriéndose solamente a bienes eclesiásticos que no se compraban, ni
vendían.
El 25 de junio de 1856, Ignacio
Comonfort, presidente sustituto de la República, expidió el Decreto
sobre Desamortización de Fincas Rústicas y Urbanas de las Corporaciones Civiles
y Eclesiásticas, también conocido como la Ley Lerdo.
De igual forma expidió el Reglamento
de la Ley de Desamortización el 30 de junio del mismo año. Estos
documentos fueron la base de las acciones desamortizadoras que se realizaron desde
1856 hasta el Porfiriato.
La Ley tenía como objetivo reactivar
la economía y las finanzas públicas del Estado. Buscaba que México se
convirtiera en un país con sólo propiedad privada, individual, y se
desapareciera la propiedad comunal, o sea la de las corporaciones, como
entonces se les llamaba a las comunidades.
Esto incluía tanto a todos los
conventos y bienes que pertenecían a congregaciones religiosas, como a las
poblaciones indígenas que tenían una propiedad corporativa de bienes y a los
ayuntamientos de pueblos y ciudades, propietarios en iguales condiciones.
¿La tierra
es del que la trabaja?
Con la Independencia los españoles
conservaron sus haciendas y los criollos se apropiaron de lo que pudieron. La
Reforma devino en un nuevo reparto de las tierras de la Iglesia y con el
Porfiriato proliferaron los grandes latifundios.
Los que pagaron el pato fueron los pueblos indígenas, por eso es que la
frase La tierra es de quien la trabaja
envuelve el sentimiento de lucha
que promulgaba Zapata entre los campesinos de México. Su finalidad
era alcanzar la reivindicación de los campesinos, los derechos de propiedad de
las tierras labradas y la dignidad humana.
Zapata comandó el Ejército Libertador
del Sur y, representó la resistencia campesina, promovió la lucha social, las
reformas agrarias, la defensa de la propiedad comunal de las tierras, el
respeto por los campesinos y las comunidades indígenas, entre otros.
Pero los caudillos norteños
comandados por Obregón traicionaron el Zapatismo y muy pronto realizaron un
nuevo reparto de tierras y subsidiaron la modernización agrícola con
instituciones ad hoc como el Banco Nacional de Crédito
Agrícola, que quebró debido al abuso y la corrupción.
Las comunidades indígenas, agrícolas
originarias fueron abandonadas a su suerte y el Ejido protegido por la Reforma Agraria Revolucionaria,
en la ley agraria de 1915, como un terreno colectivo, indiviso y sin
posibilidad de venderse o heredarse; a lo largo del siglo XX fue desapareciendo,
sufrió diversos cambios, de acuerdo con los proyectos económicos de los
gobiernos en turno.
La otra
Tierra Baldía
Pero hay otra Tierra Baldía, la de Thomas S. Eliot, una colección de poemas que
escribió después de la Primera Guerra Mundial, y que hoy en día resulta ser un
poema global, un poema del hombre contemporáneo con todo lo que es, fue y será.
La Tierra Baldía es una ironía, una
metáfora que sugiere universalizar el problema humano, esa problemática sobre
su propio ser, a veces baldío, a veces fértil. La humanidad siempre ha
emprendido y emprenderá una desoladora búsqueda del sentido de su existencia, del
progreso. ¿Todavía es viable?
Y a lo largo de la historia, hemos de
seguir buscando la respuesta en un mundo contaminado y decadente como el que se
nos ha presentado, en el que vivimos y estamos condenados a aprender a sobrellevar.
Abril es el mes más cruel: engendra lilas
de la tierra muerta, mezcla recuerdos y anhelos, despierta inertes raíces con
lluvias primaverales.
La Tierra Baldía es el futuro del
planeta que vaticinó Eliot desde la desazón de la guerra hace cien años. Ya se
está cumpliendo. Y a pesar de las claras evidencias y de las advertencias de
los sabios y científicos, muchos políticos ignorantes e irresponsables siguen
apostándole a un progreso industrialista mal entendido.
Sigue preocupándome el plan petrolero
de AMLO, ¿será posible corregir PEMEX? Y el Tren Maya ¿estará realmente basado
en un proyecto de desarrollo sostenible? Ya veremos.
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