Alejandro Mario Fonseca
Como ustedes, mis pocos pero valiosos
lectores saben, tengo en la ciudad de México un hermano, Antonio, con el que
comparto mi pasión por la política. Él vive en Tlatelolco y tiene a bien leer
mis artículos, criticarme y publicarlos en su página: Vivir en Tlatelolco.
Últimamente hemos tenido algunas
diferencias con relación a las políticas de nuestro Presidente AMLO. Sin dejar
de ser crítico defiende con cautela casi todo lo que el tabasqueño se propone.
Yo estoy en contra del rescate petrolero y del proyecto del Tren Maya, él no.
Hemos tenido muchas discusiones al
respecto y debo reconocer que me ha hecho entrar en razón y ahora entiendo (ya
lo sospechaba) la esencia de la Cuarta Transformación: la clave de todo está en
la austeridad como valor primordial.
Austeridad |
La ciudad de México sigue siendo el
centro neurálgico del acontecer político, económico y social de nuestro país.
Así lo ha sido siempre, desde la dominación de los Aztecas, pasando por la
Colonia, hasta nuestros días.
Por ello es que los chilangos nos
llevan siempre delantera a los provincianos, aunque ya no tanto gracias a los
modernos medios de comunicación. Y gracias a Toño me enteré de que para
entender cabalmente la 4 T hay que aceptar su núcleo duro: la austeridad.
Sí, la austeridad es la clave, somos
un país pobre. Pero rico en historia, en recursos humanos y culturales; rico en
la sabiduría de nuestros ancianos, en la belleza de nuestras mujeres y en el
vigor y alegría de nuestros niños y jóvenes; sí, pero empobrecido materialmente
por los abusos de los malos gobiernos y de los malos empresarios.
El
consumismo nos aísla y nos enferma
Al glotón le dan ganas de dormir y el sueño de
la razón produce monstruos, esta es una de las frases más célebres de Jean
Baudrillard, filósofo y politólogo francés que escribió El espejo de la producción en 1975.
Ya desde los años 60 sostenía
que el marxismo había quedado desactualizado: según su pensamiento, la nueva
base del orden social era el consumo y no la producción.
En su libro Crítica a la economía política
del signo se propuso explicar el surgimiento de la sociedad de
consumo y la economía a través de la aplicación de las Teorías del Signo.
Así, en esta obra, Baudrillard atiende a las
dinámicas de aislamiento y privatización del consumo que suponen la supremacía
del sistema de dominación.
A su vez, defiende que el marxismo se
había convertido en “una corriente de
pensamiento demasiado ocupada en cuestiones de economía política y demasiado
alejada del análisis de la significación de la cultura”.
Las fuentes de Baudrillard son Louis Althusser
y Guy Debord. Del primero (estructuralista) acepta la enajenación del
sujeto por la acción de la ideología y su crítica al humanismo; y del segundo,
asumirá la exigencia de una política de vanguardia y heterodoxa: la crítica del
efecto simulador que produce el exceso de mensajes, híper codificados y ajenos
a la vida cotidiana.
Traigo a colación esta reflexión
filosófica de Jean Baudrillard, porque su crítica da justo en el blanco: el
problema de fondo que nos ayuda a entender la 4 T e AMLO: México debe alejarse
lo antes posible del american way of life:
del consumismo.
La sociedad
de consumo
Otro libro de Jean Baudrillard, La sociedad de consumo, es una
contribución magistral a la sociología contemporánea en la que nuestro autor
analiza las sociedades occidentales contemporáneas, incluida la de los Estados
Unidos, y se concentra en el fenómeno del consumo de objetos.
En la conclusión del texto puede
leerse: Hay que plantear claramente desde
el comienzo que el consumo es un modo activo de relacionarse (no sólo con los
objetos, sino con la comunidad y con el mundo), un modo de actividad
sistemática y de respuesta global en el cual se funda todo nuestro sistema
cultural.
La sociedad
de consumo,
escrito en un estilo conciso, es un libro que las jóvenes generaciones deberían
estudiar cuidadosamente pues posiblemente les inculque la misión de quebrar
este mundo monstruoso de la abundancia de objetos tan extraordinariamente
sostenido por los medios de comunicación de masas y, sobre todo, por la
televisión y
el Internet, un mundo que nos amenaza a todos.
Así como la
sociedad de la Edad Media encontraba su equilibrio apoyándose en Dios y en el
diablo, la nuestra se equilibra buscando apoyo en el consumo y su denuncia.
Probablemente estamos viviendo la última fase
del capitalismo salvaje: el consumo del imperio
a toda costa, no importa que media humanidad padezca hambre, no importan
los miles y miles de muertos por la desnutrición, por las guerras de
intervención, por el narcotráfico y por las epidemias inducidas.
Austeridad:
el núcleo duro de la 4 T
Por otra parte, no creo que el
tabasqueño AMLO haya leído a Max Weber, el padre de la sociología moderna, pero
muy bien pudiera ser una de las inspiraciones de su proyecto.
A principios del siglo XX Weber
escribió una serie de ensayos, que después se convertirían en un libro
importantísimo para comprender los avatares de la vida moderna: La ética protestante y el espíritu del
capitalismo.
Lo que hace Weber, es investigar los
orígenes del capitalismo. Y lo que encontró, es sorprendente, sobre todo para
nosotros los mexicanos que estamos acostumbrados a la corrupción.
Muchos de los primeros capitalistas
no fueron aventureros que lo arriesgaban todo en empresas inciertas; todo lo
contrario, fueron hombres racionales que planeaban lo que hacían. Además,
llevaban libros de contabilidad, que si bien primitivos, les daban certidumbre
sobre el futuro de sus empresas.
Pero lo más importante, y es lo que
quiero subrayar aquí, es que sus acciones tenían una base ética: eran
protestantes y seguían a Lutero y sobre todo a Calvino.
Los más interesantes son los
presbiterianos, que creían en una doble predestinación; creían que estaban
predestinados a la vida eterna en el reino de los cielos, pero además creían
que esa predestinación valía también para lo que hacían aquí en el mundo
terrenal. Lo que les exigía llevar una vida ejemplar: eran radicalmente
austeros.
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