Entrevista con el M. en Antropología Social Miguel Angel Márez Tapia
Por Mónica Vázquez DelgadoEste es primer número, 1 de julio de 2003. 1ª Epoca de Vivir en Tlatelolco, Periodismo Comunitario |
El primer día de cada mes se publica “El Periodiquito”, como les gusta llamarle, por parte de los habitantes de Tlatelolco, a la publicación
mensual de su comunidad (Vivir en Tlatelolco: periodismo comunitario), la que
habla acerca de cómo mejorar las redes de sociabilidad entre vecinos, la
infraestructura de la comunidad, la seguridad, pero, sobre todo se responde
¿cómo se vive en Tlatelolco?
¿Se vive bajo el yugo histórico del 68 y del 85? , ¿se vive entre
el olvido de sus habitantes al no conocer la historia barrial?, ¿se vive entre
la tradición y la modernidad?, ¿entre el ambiente de luto por un 2 de octubre y
un 19 de septiembre? o ¿cómo se vive en Tlatelolco?
Periodismo
comunitario: el vacío que dejan los medios de comunicación
“Los medios comunitarios sirven para entrelazar cotidianeidades
como la política, la cultura y lo social. Reconstruyendo el tejido social”,
dice Miguel Ángel Márez Tapia, antropólogo por la Escuela Nacional de
Antropología e Historia (ENAH), periodista por la Facultad de Ciencias
Políticas y Sociales (FCPyS) de la UNAM, estudiante del doctorado en
Antropología Social en la ENAH, con especialidad en estudios urbanos.
Se ha especializado en periodismo comunitario y etnográfico.
Actualmente es el editor junto a Antonio Fonseca de la revista Vivir en Tlatelolco: periodismo comunitario.
“El periodismo comunitario es el espacio vacío que dejan los
medios masivos de comunicación, por vacío me refiero a esa pérdida de
interacción entre periodista y su lector o televidente o radioescucha”, comentó
el antropólogo.
Este tipo de periodismo trata de no burocratizar la profesión. No
sólo se trata de cubrir el hecho, escribir respecto a lo acontecido, esperar su
publicación y…¿después?, ¿dónde queda el vínculo periodista-sociedad, más allá
de una nota o reportaje publicado?
Miguel Ángel, residente de Tlatelolco, ha estudiado el periodismo
comunitario como una función de movilización en mejorar la condición de tu
comunidad a partir de la construcción de identidades, el conocimiento de la
historia del lugar donde has nacido y vivido.
“La cultura del no
olvido de la historicidad barrial”
“El periodismo comunitario es parte de la comunidad y se queda en
la misma comunidad”, apuntó al hacer referencia que desde antropología, la
identidad se define como “yo existo a través del reconocimiento del otro”, por
lo cual, cuando se hace periodismo comunitario se intenta también crear redes
de sociabilidad entre los vecinos, para generar diálogo y logren una
organización en beneficio de su comunidad.
Las revistas locales fomentan politización, por medio de la
activación de conciencias para después impulsar en su participación. La cultura
del no olvido de la historicidad barrial.
“Si conozco lo mío, mi realidad espacial, puedo conocer lo que hay
afuera de ésta”, expresó Miguel Ángel.
El objetivo de los medios comunitarios o locales es fomentar
vínculos de comunicación entre los habitantes de una comunidad para generar
diálogos y debates en temas en común. Discursos del pasado, presente y futuro
en la edificación de identidades barriales, reconocimiento identitario y
actuación en el medio donde se habita.
“El cambio empieza desde nuestros espacios, después ya pensamos en
actuar desde otros espacios”, finalizó el editor de la revista Vivir en
Tlatelolco: periodismo comunitario.
"Un país pujante en desarrollo, México en marcha", tituló la publicación LIFE en Español, 1965. Foto de Alfred Einsenstaedt |
Tlatelolco: anfitrión de
la prensa comunitaria
Tlatelolco fue inaugurado en 1964 por el presidente Adolfo López
Mateos como un proyecto de unidades habitacionales modernas, representó una
forma de habitar del “México moderno” que se deseaba mostrar al extranjero. La
revista estadunidense LIFE publica en su
portada un reportaje de la inauguración.
Desde entonces, Tlatelolco se convierte en el espacio de la
cancillería, al tener cerca las oficinas de Relaciones Internacionales y la
firma del “Tratado Tlatelolco”, el cual establecía, la desnuclearización en
América Latina.
El discurso que venían construyendo los presidentes priístas,
acerca de ésta comunidad como un centro de las negociaciones diplomáticas, la modernidad
de los edificios y la forma de vivir de los mexicanos fue fragmentado el 2 de
octubre de 1968.
El movimiento estudiantil manifestó un contra-discurso, al que
estaba manejando el gobierno, representado en la manifestación de las Tres
Culturas. Es a partir de este momento que, como coyuntura, permite la
movilización vecinal a través de la publicación de periódicos/revistas locales.
Cuando Luis Echeverría ocupa la presidencia, la primicia de su
mandato es quitarse el “fantasma del 68”, así que con ayuda de su sobrino, José
Lima Zuno, primer subdelegado de Tlatelolco, crean un periódico local llamado El Residente, financiado por la
administración ejecutiva, para que sirviera como el medio “bueno y bonito” del
presidente: “Los Pinos en Tlatelolco”.
Se crearon medios impresos como contrargumento al discurso de
“Echeverría y su equipo”: Trinchera Tlatelolca, Temilotzin. Defensor de
Tenochtitlan y Cantor de la amistad, Crónica de Tlatelolco, subsecuentemente surgieron
en otras décadas Unidad Urbana, Nueva Ciudad, El Tlatelolca, Unidad Tlatelolca
19 de septiembre, Desde la Plaza. La visión del moderno tlatelolca, Tlatelolco
Hoy, La voz de Tamaulipas (en referencia al nombre de uno de los edificios), entre
otros, consolidándose la producción de periódicos de la zona. Hubo respuesta
tlatelolca por medio de su prensa local a través del diálogo y debate en el
tema de su comunidad y cómo la quería presentar Echeverría.
Tlatelolco ha sido el barrio mexicano con mayores publicaciones
locales, por parte de sus habitantes. Un periodismo comunitario para y por la
comunidad donde residen: comunicación vecinal.
Vivir en Tlatelolco: periodismo comunitario es la revista mensual
de esa comunidad. Hace 10 años se publicó el primer número, impulsado por el profesor
Antonio Fonseca y Alejandro Castillo, ambos residentes de
Tlatelolco.
En julio de 2003, Antonio Fonseca, quien fuera el presidente del
primer Comité Vecinal en la Tercera Sección del barrio y promotor de las
asambleas vecinales para dialogar acerca de la gestión y el mejoramiento de
aspectos socio-urbanos del mismo, decide empezar el proyecto de una revista
local para crear redes de comunicación entre los habitantes de las 3 secciones
pertenecientes a Tlatelolco.
Alejandro Castillo, participó en tiempos de la guerrilla en
colectivos maoístas en México y estuvo presente en las dinámicas políticas
dentro de las escuelas populares en los setentas, apoya la idea del profesor.
Acepta apoyar al proyecto, fungiendo como colaborador y diseñador.
La revista, sus fundadores, la describen en dos etapas:
• 2003-2005: Primera
etapa. Es una presentación rústica: hoja(s) carta doblada en 2, repartida
gratuitamente por ellos mismos.
• 2006: año en que
deja de publicarse, debido a las agresiones que sufrió Alejandro Castillo,
cuando denunció, vía la redacción de una nota en la revista, a un grupo de
delincuentes que operaba entre los edificios de Tlatelolco.
• 2007: Segunda
etapa. Residentes de Tlatelolco se van sumando al proyecto, entre ellos,
diseñadores, periodistas, publirrelacionistas, entre otros.
Vivir en Tlatelolco mejora el diseño y la impresión, lo que
requiere cooperación económica, por lo cual, se empieza a cobrar tres pesos
para la remuneración del costo del tiraje de los 1200 ejemplares, actualmente
cobra cinco pesos como ajuste al costo de la edición. Ningún colaborador recibe
sueldo por su participación en la revista. Además se crea la versión en línea en 2009.
Para el 2009, los colaboradores eran: Raúl de la Torre, Aurelio
Cuevas, sociólogo por la Facultad de
Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS), la licenciada Minerva Rosales, Graciela
Hernández Robles, Miguel Ángel, antropólogo y periodista, posteriormente se
integraron el arquitecto Santiago Jordá y los “Hermanos Arellano”: Ignacio,
periodista-corresponsal que cubre las notas del Congreso de la Unión, José
María, diseñador y Adrián, publirrelacionista, que han participado y creado
otras publicaciones comunitarias.
La distribución se realiza en distintos puntos estratégicos de las
tres Secciones de Tlatelolco, principalmente puestos de periódicos y comercios.
Algunos de los ejemplares son entregados a los jefes de redacción de los
periódicos locales (La Jornada, Milenio, Reforma, El Universal). La segunda
manera de distribución, fue a petición de los directivos de la prensa nacional,
con el objetivo de estar de tener un vínculo de comunicación con los hechos que
ocurren en Tlatelolco.
La revista es un medio de comunicación local que informa a los
tlatelolcas de los sucesos que ocurren en la comunidad. Los vecinos participan
enviando sus escritos: denuncias, en su mayoría, a través del correo
electrónico de la misma.
“Hacer
periodismo comunitario es un reto. Te encuentras a tus “enemigos” en las
escaleras del edificio”
“Hacer periodismo comunitario es un reto, porque el periodista se
enfrenta a la crítica inmediata de la propia comunidad. Si no se resuelven las
problemáticas a tiempo o no simpatizas con algunos, a tus “enemigos” los verás
cuando salgas de tu departamento y choquen en la esquina o bajando las
escaleras del edificio”, comentó el antropólogo y editor de la revista, Miguel
Ángel.
Para los colaboradores de este proyecto comunitario, expresan, la crítica es necesaria para el crecimiento de
la revista, además de que es un aviso de que se está fomentando el debate entre
vecinos; uno de los objetivos de esta revista y del periodismo comunitario.
“Este un proyecto de locos que escriben por pasión a la profesión
y al lugar donde han crecido. Dice la gente que estamos locos porque trabajamos
gratis”, dice Miguel Ángel.
Vivir en Tlatelolco es “El
Periodiquito” en el cual se concibe la identidad, la memoria, el diálogo,
debate, la crítica y un discurso comunitario para concientizar acerca de la
socio-politización de una comunidad. La necesidad de informarse en temas
comunes y la participación, a través de
la denuncia, es la creación de redes de sociabilidad que permite el cambio
desde la realidad espacial.
Entonces, ¿cómo se vive Tlatelolco? Se vive desde su “periodiquito”.
La palabra del vecino y del periodista escribiendo el cómo se vive en
Tlatelolco.
Derecho de replica
Derecho de replica
En el
número setenta de esta publicación, en el artículo titulado El periodismo comunitario en Tlatelolco,
página doce, escrito por Mónica V. Delgado, me menciona como ex guerrillero.
Aclaro:
No fui guerrillero.
No
niego mi admiración por aquellos seres humanos que, en nuestro país y en otros,
eligieron ese camino, en los años sesenta y setenta, ni la amistad que me une a algunos ex
guerrilleros mexicanos.
Lo más
cerca que estuve en la guerrilla fue en la lectura de algunos documentos que le
daban sustento ideológico. En la Preparatoria Popular (plantel Tacuba), conocí
a un profesor egresado de Filosofía y Letras de la UNAM, que impartía la
cátedra de Historia de México, quien fue asesinado por la policía.
Cuando
esto sucede, se hace público que formaba parte de un grupo armado, llamado
Comandos Armados del Pueblo, en el que también militaba una muchacha llamada
Gladys, que había sido compañera sentimental de Pablo Alvarado Barrera
(sobreviviente de la guerrilla de Arturo Gámiz), y que es tomada presa junto a
otras personas.
A Pablo
Alvarado lo asesinan en la cárcel de Lecumberri.
Este
era el mundo que tenía cerca: Conviví con profesores y estudiantes que optaron
por tomar las armas para combatir al gobierno.
Yo no
lo hice.
Si así
hubiera sido, lo admitiría.
Alejandro Castillo Martínez
No hay comentarios:
Publicar un comentario