Por
Mónica Vázquez Delgado
Las mal llamadas Tribus Urbanas |
“Hoy no somos mariachis, somos rockeros, salseros,
punks, darks, troveros, juniors, indigenistas, hippies, norteños, gays,
chilangos, regios, etcétera”: Carlos Camaleón (coordinador del centro Causa Joven
D.F.).
La década
de los veinte y treinta en México fue una etapa en la que el lenguaje
identitario discursaba únicamente en los simbolismos patrióticos que se habían
solidificado con mayor fuerza después de la Revolución Mexicana. La “era
pos-revolucionaria” edificó una identidad nacionalista en el pueblo mexicano
que difundía a su vez; la industria cinematográfica.
“La época
del cine de oro mexicano” significó la introyección, hacia la población, el descubrimiento
de nuevos personajes que reforzaban más el mensaje nacionalista: el personaje del mariachi, del
charro eran referidos al contexto social de ese entonces, en el cuál, los
mexican@s pos-revolucionarios construyeron una identidad homogénea.
Recordemos
que el término Estado son relaciones políticas, mientras que Nación son los
vínculos culturales. El nacionalismo es la ideología de una Nación con base a
sus prácticas culturales. La identidad nacionalista se fue formando a través
del reflejo de las proyecciones cinematográficas y en la dialéctica del
proteccionismo al territorio, a la bandera, a la Nación. Lamentable es, que
para los “patriarcales occidentales”, es decir, a las potencias, la imagen del
mariachi de bigote, de la mujer en el campo sumisa, las familias con diez
hijos, creen, que aún son parte de la comunidad citadina, cuando, la
homogeneidad identitaria se ha fragmentado, para dar paso a la heterogeneidad
inmiscuida tanto en lo rural, como en lo urbano.
La década
de los sesenta llegó para romper con la mitificación de una identidad
nacionalista unilateral. Los movimientos estudiantiles a nivel particular como
universal, germinaron entre el estudiantado, entre un país, el conocimiento de
nuevos géneros musicales, cinematográficos e ideologías respecto a cultos
religiosos, la apertura a temas de sexualidad, políticos, de literatura y
demás.
La música
fungió un papel de gran importancia para las movilizaciones juveniles y
permitió la pluralidad de identidades dentro
de un mismo país…dentro de México. A partir del rock, por ejemplo, y sus
cantantes que fungieron como símbolos de identidad para algunos grupos
juveniles, ya fuera a través de la vestimenta o la ideología que reflejaba en sus canciones el rockero.
Lo que
antes era una gran masa de personas movidas por el lenguaje nacionalista, en
los sesenta, la masa se dividió formando diversidad de grupos impulsados, entre
los integrantes de éstos por el compartimiento de mismos gustos musicales,
intereses o estilos de vida.
Los
géneros musicales construyeron, lo que mediáticamente, han definido “tribus
urbanas”. ¿Por qué mediáticamente? Los monopolios de medios de comunicación
masiva han desvirtuado la temática del joven y su comportamiento en grupo,
presentándolo al telespectador como sinónimos de violencia, sin lograr analizar
un poco más allá del tema, desde perspectivas de la identidad, contextos
sociales y el avance ideológico-grupal de la juventud mexicana.
En primer
lugar, aclaremos: no son “tribus urbanas”, el concepto “tribu” contempla dos
factores: la etnia y el lazo sanguíneo. Por ejemplo, los grupos de seguidores
del género musical punk están en México como en Inglaterra y sin embargo, el único
lazo que los vincula es por el mismo gusto de música, el corte de cabello o el
tinte de éste o tal vez ciertas prácticas culturales, como es el caso del ska o reggae,
que la forma de bailar los identifica.
Por lo
cual no son “tribus”, llamémoslas: “Identidades culturales”, ahora bien,
podríamos concretar el término en “identidades culturales juveniles”, lo cierto
es que sería “cerrar” el concepto, porque ¿el ska es sólo para los de
dieciséis años? Hay personas mayores de
treinta años precursores del metal, The Beatles, The Doors que siguen
reuniéndose o siguen vinculando su identidad grupal por medio de la música.
Entonces, tengamos una visión con mayor apertura al
tema y lo que en la calle vemos como
hip-hoperos, rockeros, etcétera son los grupos que se originaron de la
fragmentación de la masa “nacionalista”. La identidad ahora se puede edificar
desde, sí, la territorialidad, pero, también en otros ámbitos.
Las
identidades culturales son el claro ejemplo de que México es heterogéneo y aún
más su juventud, que por medio de su vestimenta, ideología, comportamiento,
está comunicándole a su sociedad la idea falsa de la homogeneización
identitaria.
Personalmente, aunque me gusta el rock y el Metal. Tambien me gustan Mariachis en Barranquilla, entonces, aunque no es mi genero principal, la esencia ahi esta guardada
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