Por Alejandro Castillo
Seguramente mi carta será una más entre los cientos de miles
que la gente le escribe para insultarlo o elogiarlo, porque dicen que a usted
si no se le quiere, se le aborrece.
Usted es un caudillo, un líder natural. De eso no hay duda.
Yo no le escribo para elogiarlo o para insultarlo: Hay
muchas personas que lo hacen todos los días.
Le escribo para decirle que una frase suya se quedó en mi
cerebro, dándole vueltas: “Al diablo con sus instituciones”.
La soltó usted con toda la furia, con toda la fuerza, con toda la rabia acumulada por tantas injusticias, por tanto saqueo, por tanta delincuencia organizada desde el poder.
Y quiero decirle que estoy de acuerdo con usted: “Al diablo
con sus instituciones”, con sus Cámaras de diputados y senadores, que aprueban
el robo del patrimonio nacional; con sus jueces, vendidos
siempre al poder del dinero; con su IFE, diseñado para avalar los fraudes que
permiten a esa camarilla de bandidos seguir gobernando.
“Al diablo” con su sistema político de partidos convertidos
en agencias para colocar a funcionarios corruptos.
Yo estoy de acuerdo con usted, sólo espero que usted se
ponga de acuerdo consigo mismo, y que busque crear una organización social que
no viva del presupuesto, que no sea parte de esas instituciones, a las cuales
usted “mandó al diablo”.
Que haya congruencia entre la palabra y el quehacer
político, y verá que muchos “buscadores de chambas”, que hoy le aplauden y
vitorean, también se “vayan al diablo” o a cualquier partido que les dé un lugar
para ganar dinero por hacer nada o un poco menos que nada.
Y así la izquierda electoral dejará el papel de legitimar a un gobierno donde la corrupción ha sido su carta de presentación y la desgracia para la gran mayoría de los mexicanos, quienes hoy pagan con su miseria los lujos de la clase política que nos mal gobierna.
Y así la izquierda electoral dejará el papel de legitimar a un gobierno donde la corrupción ha sido su carta de presentación y la desgracia para la gran mayoría de los mexicanos, quienes hoy pagan con su miseria los lujos de la clase política que nos mal gobierna.
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