Aurelio Cuevas
(Sociólogo)
El libro ¿Hacia una ciudadanía urbana? La
ciudad y la igualdad de oportunidades, de Jacques Donzelot (Ediciones
Nueva Visión, Buenos Aires, 2012, 63 pág.), aborda cómo afrontar los problemas
de integración social que agobian a las metrópolis actuales haciendo propuestas
impulsoras de las capacidades de acción individual y colectiva a escala local.
La tesis central de la obra es
que la ruptura del tejido social habida en las grandes urbes del planeta desde
fines del siglo XX, plasmada en el crecimiento del desempleo, la pobreza y la
inseguridad pública, y otros males similares, evidenció un agotamiento del
“Estado social”. Este último -durante la segunda mitad del siglo anterior-
reguló las relaciones entre empresarios y trabajadores a través de la promoción
de “urbanizaciones sociales” destinadas a los segundos para que accedieran a
una mejor calidad de vida.
El autor destaca que la “vivienda
social” en Francia y otros países europeos proliferó en las zonas aledañas de las
grandes ciudades, lo cual se acompañó de la expansión de redes de comunicación
del centro a los “suburbios”; se facilitó así el acceso a estos últimos de las
clases bajas y medias asalariadas cuyo interés era contar con un techo propio. Sin
embargo, con el paso del tiempo se hizo palpable que quienes poblaban las
“urbanizaciones sociales” no sentían cariño o identificación hacia su entorno,
factor que generó un deterioro o abandono de los espacios públicos: plazas,
calles y comercios.
En consecuencia Donzelot plantea
la necesidad de un “renacimiento urbano” a través de un nuevo tipo de ciudadanía fundamentada
en: 1) la promoción de solidaridades locales; 2) la regeneración del
vecindario; 3) el realce de la diversidad cultural en la vida de la ciudad; 4)
y la apropiación comunitaria de los lugares públicos: cafés, centros
culturales, calles, parques, etc.
El libro considera que la presente
crisis mundial, sobre todo económica y ecológica, está orillando a modificar
hondamente la vida social existente en el ámbito urbano. Si la segunda parte
del siglo XX se distinguió –según Donzelot-por el impulso de una “ciudadanía
social” que buscaba satisfacer las necesidades esenciales de los trabajadores
de las sociedades industriales, el siglo XXI plantea construir la “ciudadanía
urbana” que -afirma el autor- persigue
“aumentar la igualdad de oportunidades
entre los individuos”, resaltar su diversidad cultural, y –por último- hacerlos
partícipes directos “en la implementación de las políticas públicas en el marco
de los acuerdos de colaboración locales” (p. 47).
Tales acuerdos locales promoverían proyectos
de renovación urbana a partir del barrio, para darle a este una imagen que
rompa con el tedio, la segregación, la inseguridad, en síntesis con todo aquello
que afecte la integración comunitaria.Los funcionarios públicos electos
localmente incitarían a formar parte de dichos acuerdos a los actores que
brindan servicios en la zona (maestros, trabajadores sociales, cuerpos de
policía, dueños de giros comerciales…) y a que sus habitantes sean
“interlocutores a los cuales es necesario rendir cuentas” de los convenios de
colaboración (pp. 44-46).
En síntesis la lectura de este
libro nos sumerge en un tema de gran actualidad como es la revitalización del
“derecho a la ciudad”, que no solo se restringe al derecho a la vivienda por
parte de quienes la habitan, sino que ahora los perfila como actores centrales
de una regeneración urbana que favorezca el avance económico, frene la exclusión
social y proteja el medio ambiente.
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