Ø Los proyectos arquitectónicos de la época respondían más a la legitimización del gobierno en turno que a una real necesidad de la gente: Miguel A. Marez Tapia.
Ø
Los
proyectos arquitectónicos como Tlatelolco se concebían para la consolidación de
una política pública sexenal: Peter Krieger
Por Héctor
Márquez Zermeño
"El Residente" publicación oficial editada por la Subdelegación Tlatelolco mayo 1975. |
Los pasados 28 de mayo y 4 de junio del año
actual, tuve la oportunidad de asistir al doceavo piso del ahora Centro
Cultural Universitario de la máxima casa de estudios del país, desde donde se
contemplaba una hermosa vista nocturna del gran valle de Anáhuac. Y en el que
se llevaron a cabo las dos últimas sesiones del ciclo de conferencias y charlas
de Arquitectura, Urbanismo y Vida Cotidiana
del “Observatorio: Lugar Transeúnte”.
En su turno, Miguel Angel Marez, antropólogo
social de profesión, dentro de un contexto nacional expuso el génesis de los
proyectos arquitectónicos construidos desde los sexenios presidenciales de
Adolfo López Mateos hasta Miguel de la Madrid Hurtado y más específicamente el
de Tlatelolco, del cual comentó que coincide en que la unidad habitacional
Nonoalco Tlatelolco fue planeada con una visión de una obra arquitectónica y
urbanista que asombrara por su magnitud, impacto y modernidad, dejando de lado,
dice, a los seres humanos que la habitamos, empezando así hasta la fecha “El
Génesis de Tlatelolco”.
La presencia de antropólogos y sociólogos dentro
de los proyectos fue desechada por el gobierno de López Mateos señala Marez Tapia, toda vez que pretendían realizar un ejercicio del gasto público que con
el impacto de lo “moderno” generara confianza y satisficiera una necesidad de
la gente, sin que esta última –paradójicamente- fuese una pieza fundamental en
la concepción del proyecto funcionalista y moderno.
Por su parte Peter Krieger historiador de
arte y arquitectura, argumentó que las características de estos proyectos
“modernistas” como Tlatelolco siguieron una perspectiva vertical y en algunos
casos el mármol les daba una connotación de “solidez, confianza y fortaleza” que
era lo que pretendían los gobernantes realizando obras de gran magnitud.
En este tenor, el artista Thomas Glassford,
fue más contundente al denominar las mega obras sexenales como la “modernidad fallida”.
En el transcurso de su exposición, Miguel Ángel
Marez, comentó que al término de la administración de López Mateos siguió la de
Díaz Ordaz, en la que debido a la matanza de estudiantes el 2 de octubre de
1968 por parte del ejército mexicano, Tlatelolco cobro especial atención en el
panorama mundial, repercutiendo con un éxodo de tlatelolcas que remataron sus
departamentos, sin embargo el gobierno federal siguió invirtiendo en el
mantenimiento de la unidad habitacional.
Posteriormente, el presidente Luis Echeverría
continuó haciendo presencia en Tlatelolco y creó la primera subdelegación no
sólo en la delegación Cuauhtémoc sino en el Distrito Federal, además de
realizar modificaciones que mantuvieran el nivel de vida que se había ofertado
a los habitantes de Tlatelolco
Con José López Portillo, el interés fue
cambiando y dejo o disminuyo el recurso para la preservación y mantenimiento de
la unidad habitacional, esto es: la magna obra arquitectónica que durante años
fue apapachada quedo en el desamparo recayendo la responsabilidad en sus
habitantes, los cuales se encontraron con un “Frankenstein” que quedo abandonado a su suerte.
Además, los cuartos de azotea que fueron
concebidos para la servidumbre toman vida activa dentro de la comunidad y esta
realidad contrasta totalmente con el nivel de vida prometido.
Así las cosas, se presenta el sismo de 1985,
y Tlatelolco surge a la escena internacional debido a que cayeron dos módulos
del edificio Nuevo León y trajo con ello el apoyo del BID para la reconstrucción
en toda la ciudad de los edificios afectados y dicho apoyo fue posible debido a
que los vecinos se organizaron y exigieron la rehabilitación de los edificios presentando
argumentos y diálogo con el
gobierno federal, el cual para ese entonces dejo a los residentes con
autoadministraciones.
Hasta ahí concluye el antropólogo social,
Miguel Ángel Márez, y continua Antonio Fonseca quién por falta de tiempo no
concluyó –como él hubiera querido- su exposición, sin embargo se analizará la
posibilidad de hacerlo en el marco de un evento a programar por el grupo de
internautas “soy 132 de Tlatelolco”
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