Por José Luís Hernández
Jiménez
Diciembre 23 del 2017. 11 horas. Llegamos corriendo a la
audiencia de “conciliación o responsabilidad”, a la que, “a mi defendida”,
había citado la juez de turno del Juzgado Cívico 02, ubicado en la esquina de
las calles Castilla Oriente y 22 de febrero, en Azcapotzalco. CdMx.
Y mientras nos atendían….:
“Pues a mí me trajeron por trabajar“, nos dijo don Roberto,
vestido aún con su atuendo de payasito de la calle: nariz roja, cara blanca,
cachucha colorida, pantalón y camisa medio rotos y grandes para su talla y sus
zapatotes.
“Fíjese don, continuó su relato, llevo dieciséis años
haciendo la mismo a dos calles de donde me detuvieron los patrulleros. Nunca me
habían dicho nada. Ni me habían molestado, pues gano mi dinerito honradamente,
divirtiendo a la gente que por ahí pasa. Pero desde hace tiempo, le traía ganas
a esa esquina. Y hoy mismo me dije, me voy a poner ahí. Y me puse. Saludé a los
patrulleros y empecé. Y, de inmediato, esos mismos policías se me vinieron
encima, sin decirme por qué.
¿Justicia Cívica? |
“Algunos automovilistas quisieron defenderme y llegaron otras
patrullas. Yo nadamas grité que me llevaban por trabajar. Y aquí estoy.
Detenido por trabajar. Pos porqué otra cosa. Ya les dije a los policías que
llevo mucho tiempo en la otra esquina y me dicen que allá es Tlalnepantla y acá
es DF, pero ¿yo qué culpa tengo? “
Preguntamos a otro detenido, un joven que dijo tener 18 años
de edad:
“A mí me trajeron por vender piñas, debajo del puente vehicular.
Es que los de la patrulla llegaron y querían que les diera una lana, pero les
dije que ya les había dado a sus compañeros. Diario pasa una patrulla con dos policías
y diario les doy cien pesos. ¿Desde cuándo? ¡Uff, desde hace años! Mis familiares que están en otros cruceros,
que también venden piña, también les dan su lana a los policías.
“Por eso, cuando los patrulleros se me acercaron pidiendo mi “permiso
para vender” y les dije que la Delegación no quería darme permiso por escrito,
me pidieron dinero. Y cuando les dije que ya les había dado a sus compañeros,
me pidieron ver el recibo, pero cuál recibo si nunca nos dan recibo, y que me
traen y aquí estoy…”
“A nosotros, nos dicen
dos jóvenes bien vestidos, de unos veinticinco años, nos detuvieron por
tomarnos una Tecate”. ¿Por beber una Tecate? “Sí, miré ahí está y ni me la
terminé.” ¿Y esa otra? “Esa ni la abrimos. Lo que pasa es que estábamos en
casa. Se nos antojó una cervecita y fuimos a la tienda. Regresamos pero en el
camino se me ocurrió abrir la mía y empezar a bebérmela. En eso una patrulla se
nos apareció y que sus tripulantes nos suben a la fuerza, que por estar
bebiendo en vía pública.
“Y no nos dejan salir de aquí, que porque deben venir
nuestros papás. Ya le expliqué a la juez que somos mayores de edad y que nos
hacemos cargo de nuestras fallas pero ni así. Y no nos dejan terminar esta lata
y la otra no la podemos abrir, que porque son las pruebas. ¿Cómo ve?”
“A nosotros – nos dice un trió de adultos jóvenes – (estos si
se notan un poco ebrios) contentos y relajientos, nos trajeron porque sí. Estábamos
frente a su casa (le agradezco el cumplido) pues terminó tarde la fiesta. Y nos
estábamos despidiendo pero con nuestras copas a la vista. En eso que llega una
patrulla y que nos jalan a los tres que por escandalizar en vía pública. ¡Cuál
escandalizar si ya eran las 9 de la mañana y ni música teníamos! Y ahora aquí
estamos, esperando a que nos llamen. Dice la juez que primero nos debe ver el
médico pero ya ve que la fila está larga.
Preguntamos a otro joven detenido. Se nota mareado. Nos mira con la vista
perdida. Comenta algo con balbuceos. Se tambalea. Entiendo que dice “a mí por
chemito, por chemito” (son los que inhalan chemo o pegamento Resistol). Debe
tener unos veinte años. Muy delgado y alto. Ropa sencilla. Llega una anciana.
Llora al ver a su “chemito”. En ese momento dos policías lo conducen hacia el
despacho de la juez. La anciana llora más, “mi chemito, mi chemito”, repite
angustiada.
Toma mi mano y la estruja. Me mira llorosa, preguntando si lo
van a encarcelar. Oprimo su mano y le digo que pase ella misma a hablar con la
juez. Titubea y dice tener miedo,
“porque la policía es mala”. La convenzo y hablo con los policías para que la
dejen pasar. Es la abuela del muchacho. Minutos después salen ambos. El joven
ha quedado libre. La anciana toma mi mano e intenta besarla. Le oprimo los
hombros y me despido. En respuesta me da su bendición.
Y así hay otros detenidos. “A mí de plano me trajeron por
andar de borracho, si me lo merezco”, dice otro de ellos. Otro también confiesa
que lo agarraron “por vender melones”. Otro….
Pregunto a los policías por qué tantos detenidos. Algunos,
apenados, “y aquí entre nos”, dicen que porque sus jefes les ponen cuotas: si
detienen a más personas, a ellos los premian.
Pregunto a quien parece el jefe de ellos. Serio, solo me dice
que eso es lo que ordena la Ley de Cultura Cívica de la CdMx. ¿Será?
Por nuestra parte, no nos atiende la juez. Cierto, ha tenido
mucho trabajo y no tiene personal, ni secretaria o algún auxiliar. El lugar
está lleno de detenidos y de policías. Le digo a la Dra. Lavín “mi defendida”,
que pase y pregunte pues ya son las 13:30 horas. Y la cita era a las 11 horas.
El jefe policiaco se acerca para preguntar si los voy a
defender a todos. Le digo que en mi opinión, van a ser liberados, pues ninguno
cometió delito. Y son gente pobre. Le digo que deberían de ocuparse de casos
graves. Opta por dirigirse con la Juez.
Regresa pronto acompañado de la Dra. Lavín. Que dice la
licenciada, me dice María Elena (así se llama la Dra.), que vengamos el martes,
porque la Juez que me citó no vino y…. Optamos por hablar con sus demandadas,
dos jóvenes médicas, que son sus vecinas y que días antes en una fiesta
hicieron mucho escándalo por el alto volumen de su música y…”mi defendida” fue
a quejarse con la autoridad cívica y las citaron para esta fecha y hora. Pero
dos horas después… nos dicen que no, que volvamos luego y….
En un rápido intercambio de palabras, logramos que quejosa y
demandadas, como buenas vecinas, se saluden con abrazo incluido. Que la juez
ahí se quede, con su justicia cívica. Y hay que revisar esa Ley ¿O no?
Notitas: Una.- Que empieza “bien” el año con mentadas mutuas entre
suspirantes por la Presidencia, oleadas de millones de mensajes publicitarios
de tipo electoral y decenas de asesinados por varios lugares de la República.
Muy mal muchachitos, muy mal. Dos.-
Que del problema principal del país, y origen de muchas broncas nacionales, ningún
suspirante a la Presidencia habla, es decir, de la injusta distribución de la
riqueza. O son cómplices o son ignorantes. Tres.-
Que personas amables siguen pidiendo mi libro, “Cuando correteábamos utopías”
y… casi se me terminó. Y ahora ¿cómo le hago para seguir vendiéndolo? Cuatro.- Que igual, ante el intenso
frío que se nos vino encima, hay que moverse, haciendo ejercicio. ¿Absurdo? No,
simple medicina natural. Digo no es a fuerza, pero es efectivo.
Correo E hernandez-jimenez2012@hotmail.com
México, CdMx, a 16 de enero del 2018.
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