Alejandro Mario Fonseca
El último escándalo es mayúsculo. A
la par del proceso electoral ya en curso, la política se torna candente y muy
delicada. El día de ayer el gobernador del estado de Chihuahua, Javier Corral,
acusó al gobierno federal de “represalia económica por exhibir trama de
corrupción priista”.
En una conferencia de prensa, ayer
(8/1/2018), el gobernador Corral consideró que el abrir las pesquisas en torno
al desvío de recursos millonarios durante la gestión de su antecesor Cesar
Duarte, le valió una reprimenda económica por parte de la Secretaría de Hacienda.
En concreto denunció que la
Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) canceló la entrega de 700
millones de pesos de recursos federales a Chihuahua, que eran necesarios para
terminar el año con pago de aguinaldos y servicios con proveedores.
Apareció en todos los medios, sigo
aquí la nota del Reforma. Corral
dijo que “el jueves 4 de enero en una reunión en Palacio Nacional, el titular
de Hacienda, José Antonio González Anaya, reconoció que las investigaciones
habían propiciado la suspensión del envío de la bolsas a Chihuahua”.
Corral añadió: “El tema no es menor.
Es gravísimo que se confirmara que la SHCP aparece como un instrumento de
control político frente a los gobernadores, o al menos de este que les habla,
con motivo de una investigación que persigue la corrupción y la impunidad,
porque así fue planteado”.
Añadió, “debo confesar que realmente
fuimos tomados por sorpresa, porque tú no te imaginas un planteamiento así. Lo
que inmediatamente señalé al secretario de Hacienda, con toda claridad, es que
nosotros no íbamos a intercambiar el conocimiento privilegiado de
investigaciones del Ministerio Público, por una disposición de recursos que
pertenecen al estado de Chihuahua, y que daríamos la batalla”.
Javier Corral. Gobernador de Chihuahua |
¿Estamos
regresando a las políticas del Porfiriato?
Y Corral ofreció la clave política del desaguisado: “Con la
detención del operador de Beltrones, hemos tocado el modus operandi de la corrupción política en México, de la que toda
la nación habla, con la diferencia de que nosotros lo hemos acreditado técnica
y documentalmente”.
Con esto que está sucediendo en
Chihuahua me viene a la memoria el Porfiriato. Se trata ni más ni menos que de
la política de “Pan o palo”, que
tiene su antecedente en la “ley” que implementó el general Manuel González,
quien gobernó entre la primera y segunda presidencia de Porfirio Díaz.
Se conoció como “Ley
Mordaza”, la que establecía que cualquier periodista podía ser aprehendido,
llevado a prisión y sometido a juicio por denuncias de cualquier otro
ciudadano.
Esto, desde luego, hizo sufrir
el gremio periodístico durante todo el régimen de Díaz, y hasta su caída en
1911, aunque no fue, desde luego, un hecho aislado. También el resto de los
presidentes hicieron lo propio persiguiendo y arrestando periodistas con tal de
guardar el honor de la presidencia.
Durante los gobiernos de Porfirio
Díaz, el instrumento era bastante claro: “ese gallo quiere máis” era su frase
común para resolver este tipo de problemas. Cuando un periodista hablaba mal
del gobierno era porque esperaba que le dieran algún puesto popular, y las
críticas al régimen se callaban con regalos, candidaturas o dinero.
Si esto no funcionaba, entonces se
aplicaba un segundo instrumento: “Pan o palo”; y ya se imaginarán como les iba
a quienes hablaban mal del gobierno. Quizás uno de los ejemplos más claros lo
tenemos al entrar al siglo XX, cuando los hermanos Flores Magón intentaron, en
diversas ocasiones, publicar diarios de oposición y por ello terminaban en la
cárcel. (Cfr. SoHoMéxico.com).
Ya no es
“pan o palo”, ahora es “palo y palo”
Pero usted, amable lector me dirá,
con justa razón que hay grandes diferencias con la actualidad. Y sí, tiene razón.
La primera diferencia es que Don Porfirio tenía control total sobre todos los
gobernadores, alcaldes y poderes. Su problema era la prensa independiente.
Ahora son algunos gobernadores y
algunos alcaldes los que “se le están saliendo del guacal” al poder
presidencial. Nuestra incipiente democracia, aunque débil, está dando algunas
sorpresas.
Pero la gran diferencia, la
diferencia de fondo es que ahora el Presidente tiene que compartir el poder con
una clase política muy voraz. Ya son más de 20
exgobernadores cuestionados por abusos, despilfarro o corrupción.
Además ahora no son pocos los
alcaldes, senadores, diputados, jueces, secretarios, directores de paraestatales,
dirigentes de los partidos políticos,…, los que quieren participar del “aquelarre”.
Los escándalos de corrupción brotan por todas partes día con día.
Y por si fuera poco también está el
problema de la guerra del narco, que le está dejando importantes divisas a lo
peor de la clase política; y el problema del huachicol, y un largo etcétera. Ya
no hay pan que repartir, ya no alcanza.
Y sí, de todo esto, que es la
principal diferencia con el Porfiriato, resulta que ya no hay pan que repartir. Gran parte de los recursos se desvían,
se atoran y la justicia, el bienestar social, que era la principal divisa de
los regímenes emanados de la Revolución, se está extinguiendo.
Estamos viviendo los años del “palo y palo”: inflación, devaluación,
gasolinazos, mala educación, servicios de salud deficientes, etcétera. Y para
rematar, además de la corrupción y la
impunidad: violencia e inseguridad.
Reflexión
final
Yo le creo a Javier Corral. Ojalá me
equivoque, pero todo indica que el gobierno federal le está dando “palo”. Están
intentando estrangular su gobierno reteniéndole recursos ya comprometidos para
el pago de salarios y de proveedores.
Además está política se combina con
un repunte de la inseguridad y de los hechos delictivos en Chihuahua. No quiero
pensar como algunos analistas sugieren, que se trate de un fenómeno concertado
con el crimen organizado.
El Presidente Peña Nieto debe
corregir de inmediato un error político que no va a traducirse sino en un
rechazo generalizado a la participación ciudadana en todo tipo de asuntos políticos
y públicos.
O todavía lo peor, en levantamientos
espontáneos de grupos sociales ya cansados de tanta ignominia; de tanta ofensa
grave que sufre el honor y la dignidad del pueblo de México. Con todo y todo
tenemos que apostarle a la vía democrática para sacar a nuestro país del grave
retroceso en que se encuentra.
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