martes, 30 de enero de 2018

De políticos mediocres

Alejandro Mario Fonseca

Me acuerdo muy bien cuando me regalaron una obra de literatura histórica maravillosa, fue en mi cumpleaños número 50. Se trató de una fiesta en la que participaron mis amigos del club de “Los chamacos” liderados por el ingeniero Ernesto Sáenz Azcárraga.
Entre los invitados estuvo el Físico Antonio Farreni. Un mexicano hijo de catalanes que vive aquí en Cholula desde que estudió su posgrado en el INAOE. Es un hombre culto, que además de científico se interesa por las artes: la buena música y la literatura.
Y fue Toño Farreni quien me regaló en aquella celebración el primer tomo de Los reyes malditos, escrito por Maurice Druon y editado en español por Vergara. Resultó apasionante, lo leí rapidísimo e inmediatamente compré los ostros 6 tomos.
Maurice Druon (1918-2009) fue un ilustre francés que le tocó participar en la Segunda Guerra Mundial. Había estudiado Ciencias Políticas y participado como joven escritor en periódicos y revistas.
Después de la guerra se dedicó de lleno a la literatura y a  la crítica política. En 1966 fue elegido miembro de la Academia Francesa. Es famoso mundialmente por su serie de siete novelas históricas publicadas a partir de los años 1950 bajo el título de Les Rois maudits (Los Reyes malditos). Las novelas fueron adaptadas para la televisión francesa en 1972, ganando un público mayor a través de las ventas en el extranjero.

Los reyes malditos
Trata de la monarquía francesa durante los cinco últimos reinados de la dinastía Capeto y los dos primeros reyes de la casa de Valois. La serie empieza cuando el rey francés Felipe el Hermoso, ya rodeado por el escándalo y la intriga, atrae una maldición a su familia cuando persigue a los templarios.
 Fue maldecido por el gran maestre de los Caballeros Templarios, Jacobo de Molay, o Jacques de Molay, ya que este monarca francés suprimió la orden debido a que debía una gran suma de dinero a los Caballeros del Temple, por el rescate que su abuelo Luis IX había pedido a estos para liberarse de los egipcios en la VII Cruzada. Esta serie de siete libros cuenta cómo la Dinastía Capeto se extinguió.
¡Malditos, todos malditos hasta vuestra decimotercera generación! Maldiciendo al rey de Francia Felipe IV, así como a toda su descendencia, Jacques de Molay, Gran Maestre de la orden de los Templarios fue quemado en 1314. Durante más de medio siglo, los reyes se fueron sucediendo en el trono de Francia, rodeados de altos personajes de todo jaez como Roberto de Artois.
Los posteriores monarcas que le siguen llevan a Francia e Inglaterra a la guerra de los Cien Años. De intrigas de palacio y muertes súbitas, de revoluciones dinásticas y luchas mortales... un gran fresco épico que vivió Francia durante algunos años negros en el transcurso de los cuales Francia se transformó profundamente saliendo de la Edad Media.

La historia y las ciencias sociales
Lo que usted acaba de leer es un resumen muy apretado, que tomé de  la Wikipedia,  de una obra histórica monumental escrita como novela. Si nos limitamos a lo que dice el resumen, nuestra comprensión de la historia resulta muy limitada. Y esta manera de enseñar la historia es lo que vacuna a nuestra niñez en contra de esta disciplina tan satisfactoria y maravillosa.
Y es que la historia no es una mera narración de hechos. Dicho en otras palabras el historiador no es un “sabio” que se sabe de memoria sucesos, personajes y fechas. No, la historia debe ser reflexión sobre lo que sucedió, de tal manera que le permita al estudioso, al lector, comprenderla.
No existen los historiadores “puros”. Todo historiador serio tiene que tener conocimientos, por lo menos básicos de las  ciencias sociales: ciencia política, economía y sociología. Sólo así sus obras podrán cumplir con el objetivo fundamental de la historia: la comprensión.
A la historia le pasa lo mismo que a las matemáticas, nuestro sistema educativo carece de métodos específicos para estas dos disciplinas que resultan básicas para la formación de ciudadanos con una sólida formación científica, pero también conscientes y críticos de su entorno social económico y político.

De cómo un Rey perdió Francia
Así que el resumen de la Wikipedia resulta insuficiente, por eso es que hay que ir al texto original de Maurice Druon, en el que a la  par de la belleza narrativa nos va introduciendo en el análisis crítico de los hechos.
Por falta de espacio y con el objetivo de motivarlo, amable lector, a que se interese por la historia de manera seria, tomo del volumen VII de Los reyes malditos unos cuantos párrafos  a manera de botón de muestra.
“A principios del siglo XIV Francia es el más poderoso, poblado, activo y rico de los reinos cristianos, el país cuyas intervenciones son temidas, cuyos arbitrajes merecen respeto y cuya protección es deseada por todos. Así, cabe pensar que se inicia en Europa un siglo francés.
Entonces, ¿por qué, cuarenta años después, esta misma Francia sufre una estrepitosa derrota en los campos de batalla, vencida por una nación cinco veces menos numerosa? ¿Por qué su nobleza se divide en fracciones, su burguesía se rebela, su pueblo sucumbe bajo el exceso de impuestos, sus provincias se separan?
¿Quién ha desviado l curso del destino? La mediocridad. Todo se derrumba tan pronto como los ineptos se suceden en la cúspide del Estado. La unidad se desintegra cuando se derrumba la grandeza”. 
  
Reflexión política actual
Los Valois son príncipes ostentosos, irreflexivos, presuntuosos en extremo, dados a los gestos y desprovistos de profundidad, imaginan que les basta sonreír para que el pueblo se sienta feliz. Debido a su mediocridad, resultan irresponsables, despilfarradores, abusivos y corruptos.
Cuando Felipe el Hermoso aprobaba impuestos que después provocaban quejas, lo hacía para cubrir los gastos de la defensa de Francia. Cuando Felipe de Valois exige impuestos aún más gravosos, lo hace para pagar el precio de sus errores, de sus derrotas.
Cinco años del reinado de Felipe de Valois bastaron para que modificara 160 veces la ley de moneda: el dinero perdió ¾ partes de su valor. Los artículos, inútilmente gravados, alcanzaban precios desorbitados. Una inflación sin precedentes provocaba el descontento en las ciudades.
Este esquema analítico de  Maurice Druon resulta muy parecido a lo que sucede en la Venezuela de nuestros días. Pero en México, aun cuando no estamos gobernados por militares mediocres, no cantamos mal las rancheras.
¿Será posible que la actual contienda electoral conduzca al poder a políticos responsables con la suficiente capacidad para hacerse respetar y enderezar nuestras instituciones para corregir el rumbo? Lo dudo, la retórica torcida de las campañas electorales indica lo contrario.

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