Ø Participación ciudadana
Ø Policías Comunitarias Legales
Alejandro Mario Fonseca
El jueves pasado (3/8/18) Reforma publicó un reportaje sobre las
policías comunitarias en el estado de Guerrero. Trata de la expansión de grupos
civiles armados que operan sin ninguna regulación.
Son 19 las agrupaciones de
autodefensa que operan sin control, no se sabe el número de sus integrantes y
se encuentran en zonas de alta incidencia de siembra y trasiego de
estupefacientes.
El Gobierno estatal solo
reconoce a la Coordinadora Regional de
Autoridades Comunitarias (CRAC) que se constituyó desde 1995 en el municipio de
Acatlán. De las demás organizaciones se sabe muy poco.
El reportaje se basa en un informe de
la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) que habla de la operación de 18 grupos
además de la CRAC en 36 de los 81 municipios de Guerrero. Dicho informe
reconoce a la CRAC como verdadera policía comunitaria porque en su integración interviene
de manera directa la sociedad.
Según esto, el problema comienza
cuando los principios comunitarios se ven corrompidos por los intereses de unos
cuantos, que encubiertos bajo el manto de “policías comunitarias” compiten
entre sí por el control del territorio, dejando a un lado la participación de
la comunidad e imponiendo en su lugar el autoritarismo.
No matarás |
Esto es ya
demasiado
Pero antes de profundizar sobre el
asunto, concentrémonos en el tema de las causas de la violencia y de la
inseguridad, que han llegado a niveles inadmisibles.
Carmen Aristegui lo señala con toda
puntualidad en su columna del Reforma del
mismo día. Se basa en el último informe del INEGI sobre el número de homicidios
cometidos entre 2016 y 2017, que no
solamente es escalofriante, sino el vivo retrato del más grande fracaso del
Estado mexicano.
Y es que en 2017 se registraron más
de 31 mil homicidios (27% más que 2016). Además según la SSP el incremento en
el índice de violencia durante el primer semestre de 2018 fue del 15%. Es
decir, todo apunta a que este año también terminará peor que el anterior.
Así que el gobierno de Peña Nieto superará
al de Felipe Calderón y eso ya es
demasiado, nos dice Carmen. Pero lo más interesante es el contraste que nos
propone sobre las explicaciones posibles.
Mientras que el gobierno de Peña lo
explica como el resultado de reacomodos, alianzas y rupturas entre unas 15
agrupaciones criminales que se disputan los mercados, plazas y control de
actividades delictivas; para el próximo gobierno, el de López Obrador, la
explicación está en la ineptitud, colusión y falta de organización.
Pero más allá de las explicaciones,
lo evidente es que nuestro país ha llegado a niveles inadmisibles de violencia,
criminalidad y destrucción de tejidos sociales.
Participación
ciudadana
Y otra vez, casi sin darnos cuenta,
aparece el tema de la reconstrucción de los tejidos sociales. Y es que eso es
lo que precisamente están haciendo las famosas policías comunitarias:
garantizar la seguridad de sus comunidades.
A mí me da mucho gusto que poco a
poco el cuasi gobierno de AMLO va
dando muestras de que resolverá en serio el gravísimo problema de la violencia
y la inseguridad. Ya la futura secretaria de Gobernación hablo de la
despenalización de las drogas como parte de un plan de pacificación.
Ya vendrá lo de la amnistía que tanto
escandalizó a priistas y panistas, que con toda seguridad será para campesinos
y jóvenes involucrados por necesidad. Pero lo de la participación de la
sociedad organizada se ha hablado muy poco.
Insisto en lo que ya he dicho en
otros artículos, la participación ciudadana no es nada más tomar en cuenta la
opinión de la sociedad; sino su participación real, efectiva, en todo tipo de
actividades, principalmente en educación, cuidado del medio ambiente y
seguridad.
Así como cualquier reforma educativa,
por más avanzada que pueda ser (utilizando el modelo finlandés por ejemplo);
cualquier iniciativa para el cuidado del medio ambiente (reciclado del agua, de
la basura, etc.); cualquier plan de seguridad (en el barrio, la comunidad, en
el campo, la ciudad o el estado) si no cuentan con la participación ciudadana
efectiva, estarán condenados a fracasar.
Policías
Comunitarias Legales
Es por eso que las policías
comunitarias son un valioso ejemplo. Sin embargo deberán ser parte de todo un
Plan de Seguridad Nacional, que no solamente frene la importación clandestina
de armas y la exportación de drogas, sino que además garantice a la juventud y
a las comunidades agrícolas una vida digna.
Pero no es tan sencillo como que las
comunidades conformen sus propios cuerpos de seguridad. Se requiere también de
que estos sean legales y de que cuenten con el apoyo de los distintos órdenes
de gobierno.
Y aquí viene lo más importante: los
miembros de la comunidad que participen en las nuevas policías deberán cumplir
a cabalidad con un código de ética estricto; y este último sólo se adquiere en
el seno familia y en la comunidad.
La formación religiosa y el apoyo de los
maestros en las escuelas también son importantes. Además éste código de ética
está en el núcleo duro de todas las religiones y todas las filosofías
occidentales y orientales. Pensemos tan sólo en el no matarás del Decálogo judeocristiano.
No matarás
Y ya para terminar mi columna de hoy,
le comparto estimado lector, unos párrafos de la famosa Carta a Schmuler del filósofo argentino Oscar del Barco, a quien
tuve la suerte de conocer cuando refugiado en México, fue director del Centro
de Investigaciones Filosóficas de la BUAP, entre 1975 y 1983.
Más allá de
todo y de todos, incluso hasta de un posible Dios, hay el “no matarás”. Frente
a una sociedad que asesina a millones de seres humanos mediante guerras,
genocidios, hambrunas, enfermedades y toda clase de suplicios, en el fondo de
cada uno se oye débil o imperioso el no matarás.
Un mandato
que no puede fundarse o explicarse, y que sin embargo está aquí, en mí y en
todos, como presencia sin presencia, como fuerza sin fuerza, como ser sin ser.
No un mandato que viene de afuera, desde otra parte, sino que constituye
nuestra inconcebible e inaudita inmanencia.
El principio
de no matar, así como el de amar al prójimo, son principios imposibles. Sé que
la historia es en gran parte historia de dolor y muerte. Pero también sé que
sostener ese principio imposible es lo único posible. Sin él no podría existir
la sociedad humana. Asumir lo imposible como posible es sostener lo absoluto de
cada hombre, desde el primero al último. (La Carta completa está disponible en Internet).
No hay comentarios:
Publicar un comentario