Alejandro Mario Fonseca
Nuestro país se perfila hacia una
experiencia inédita: la “izquierda” llegará al máximo poder político el próximo
1 de diciembre. Casi todo México estará gobernado mayoritariamente por MORENA.
Los tres órdenes de gobierno, el
municipal, el estatal y el federal; así como los tres poderes, el ejecutivo, el
legislativo y el judicial (con este último tengo mis dudas) cambiaran de
orientación política.
Si la Cuarta Transformación Histórica
de México que propone AMLO va en serio, lo más seguro es que los cambios se
vayan dando de manera gradual y cuidadosa: con prudencia y responsabilidad.
Así que los que esperan cambios
radicales inmediatos, tendrán que esperar, conservar la calma y sobre todo no
perder la fe. Los cambios abruptos en sociedades complejas generalmente
fracasan, todos debemos ser pacientes.
Sin embargo, el hecho de que se
inicie un cambio de modelo tan divergente, después de casi 30 años de
neoliberalismo, por lo menos a mí me inquieta y me lleva a profundizar en las
ideas básicas del “izquierdismo” que AMLO parece haber ya superado.
Él es licenciado en Ciencias
Políticas por la UNAM y estudió en los años setentas. Una época en la que el marxismo dominaba la academia
universitaria, la “moda” venía de Francia. Y como para muchos sigue siendo una
“amenaza”, hay que desmenuzarla.
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La doctrina
marxista
Quién mejor que Lenin para
explicarnos qué es el marxismo. Con toda claridad en su librito titulado Carlos Marx nos explica qué es el
sistema de ideas y concepciones de Marx, quien continúa y lleva a la cima de
las tres principales corrientes ideológicas de la Europa del siglo XIX:
-
La filosofía clásica alemana
-
La economía política clásica inglesa
-
El socialismo francés
El materialismo filosófico está en la
base de las ideas de Marx y el que más claramente lo expresa es su amigo Federico
Engels, quien en su obra sobre Feuerbach nos dice que el problema fundamental
de toda filosofía en el siglo XIX era el conflicto frontal entre materialismo e
idealismo:
Idealismo
Ideas à Cosas
Espíritu Naturaleza
Pensar <-- Ser
Materialismo
El
materialismo y la dialéctica
El materialismo de Marx va directamente contra el máximo exponente de
la filosofía alemana del momento, Hegel: Para
Hegel, el proceso del pensamiento, el cual, bajo el nombre de idea, él hasta
transforma en sujeto independiente, es el demiurgo (hacedor, creador) de lo real.
Para mí, por el contrario, lo ideal no es más que lo material trasladado a la
cabeza del hombre y transformado en ella. (Cfr. El Capital I).
Según Marx el viejo materialismo
pecaba de tres grandes defectos:
1. Era predominantemente
“mecanicista”, no tomaba en cuenta los últimos progresos de la química, la
física y la biología.
2. Era no histórico, no
dialéctico y no aplicaba consecuentemente y exhaustivamente la idea de
desarrollo.
3. Concebía la “esencia del
hombre” en forma abstracta, no como el conjunto de relaciones sociales”
(concreta e históricamente determinadas) por lo que se limitaba a “explicar” el mundo en lugar de “transformarlo”.
Y para explicar el concepto de dialéctica nada mejor que Engels: La gran idea fundamental de Hegel, de que
el mundo se compone de un conjunto de objetos terminados y acabados, sino que
representa un conjunto de procesos, en que los objetos que parecen inmutables,
al igual que sus imágenes mentales en nuestra cabeza, los conceptos están en
continuo cambio, ya surgen, ya desaparecen.
La
concepción materialista de la historia
Y de todo esto, que intenté poner lo
más esquemáticamente posible, hay que destacar la idea de las contradicciones
(conflictos, lucha de clases, etc.) como motor de la historia.
La importancia del marxismo original
para la ciencia política y en general para las ciencias sociales, radica en
que, “en contra de las teorías demasiado deseosas de encontrar armonía entre las diversas actividades
jurídica, política y otras, Marx puso en evidencia, más que cualquier otro
teórico, el papel fundamental de las contradicciones,
incluso si en virtud de su presupuesto filosófico tendía a juntarlas exclusivamente en una fuente económica”.
(Cfr. Freund, Julien; Las teorías de
las ciencias humanas).
Desde este punto de vista, la
aportación de Marx fue capital para la toma de conciencia de los conflictos, cuya teoría, desde entonces y
en algunos casos a regañadientes, ha tenido que tomarse en cuenta en las
ciencias sociales.
En suma, la dialéctica es la ciencia de
las leyes generales del movimiento tanto del mundo exterior como del
pensamiento humano. Y estos conceptos llevados a la comprensión de la historia
se traducen en la concepción materialista de la historia:
Relaciones
de producción VS Fuerzas productivas
(Conciencia
social) VS (Ciencia y técnica)
Lo
que tendríamos de este esquema es una superestructura jurídica y política
“obsoleta” enfrentada con los avances en maquinaria, equipo y sobre todo con el
trabajo humano.
Un
liberalismo acotado por la socialdemocracia
Y así nos lleva Marx al concepto de modos de producción: el asiático en el que se enfrentan hombres
vs esclavos; en el antiguo, patricios vs esclavos; en el feudal, señores vs
siervos; y en el burgués, capitalistas vs obreros.
Así la lucha de clases sería el motor de la historia: opresores vs
oprimidos. El desenlace sería la revolución del proletariado que llevaría al
socialismo científico.
Como todos sabemos, la utopía, el
ensayo socialista impulsado por Lenin, Mao, Tito, Fidel Castro, etc. fracasó. Y
lo que hoy tenemos es, en el mejor de los casos, un liberalismo acotado por la socialdemocracia.
El “izquierdismo” de AMLO parece
inscribirse en ésta última corriente política y de una amenaza mal entendida se
ha convertido en esperanza.
El problema es que con el famoso
neoliberalismo, se está dando un reflujo mundial tanto de izquierda como de
derecha (v. gr. Maduro y Trump). Y esto último sí que es una enorme amenaza. Ya
veremos qué pasa.
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