Alejandro Mario Fonseca
¿Por qué mentimos? Todos mentimos de
alguna manera, casi siempre conscientemente, pero también lo hacemos inconscientemente. No me vaya a decir amable
lector que usted no miente, o todavía peor que jamás ha mentido, porque no es
cierto.
Como decía Alexandre Koyré el famoso
filósofo e historiador de la ciencia, francés de origen ruso, que también
trabajó en los Estados Unidos: todos mentimos. Incluso para mucha gente mentir
es un hábito enfermizo, una adicción.
Es innegable
que el hombre ha mentido siempre. Se ha engañado a sí mismo y a los otros. Ha
mentido por placer, por el placer de ejercer la sorprendente facultad de «decir
lo que no es» y crear, gracias a sus palabras, un mundo del que es el único
responsable y autor.
También ha
mentido para defenderse: la mentira es un arma; es el arma privilegiada de
quienes se encuentran en una situación de inferioridad o de debilidad, que al
engañar a su adversario se reafirman y se vengan de él. (Cfr. La función política de la mentira moderna; Pasos Perdidos; 2015).
Así que la mentira sirve para muchas
cosas, incluso para hacer el bien. Y cuando nos hacemos el bien a nosotros
mismos, se llama racionalización.
Andres Manuel Lòpez Obrador |
El concepto
de racionalización
El concepto de racionalización se lo debemos a los psicólogos, se trata de un
hábito que consiste en consolarnos e
impresionar a otros mediante una estampa de nosotros mismos, de nuestros
motivos, amigos, vocación, religión, país, etc., que se parece más a lo que
querríamos que fueran que a lo que son.
Racionalizamos cuando pensamos que
nuestra competencia tiene más éxito que nosotros debido a engaños y trucos que
despreciamos. En el terreno de la política, el dirigente de un partido que no
es el nuestro, siempre va a ser un demagogo, un charlatán.
El país enemigo es el antro de los
monstruos, mientras que el nuestro es el de héroes admirables a toda prueba. La
mujer a la que amamos es un ángel, excepto por lo que se refiere a la
fragilidad humana. La racionalización con
prudencia es necesaria, nos permite un equilibrio emocional.
El concepto de racionalización llevado al terreno de la economía, de la sociología
y de la ciencia política, nos permite entender cabalmente porque hay tanta
confrontación de proyectos, de ideas, de valores, juicios y demás.
Y es que las ciencias sociales así
son, es muy difícil distanciarse del punto de vista propio. Siempre que
intentamos interpretar actitudes humanas, especialmente de hombres que están
alejados de nosotros, corremos el riesgo de interpretarlos mal.
Trump y
Maduro dos grandes mentirosos
Pero cuando en lugar de racionalizar,
mentimos y amenazamos para salirnos con la nuestra, el resultado es
catastrófico, sumamente conflictivo. Pero además sí el que lo hace cuenta con
poder, los resultados son impredecibles. Tan sólo observemos a Donald Trump.
De lo que estoy hablando es de los
políticos mentirosos. Y aquí viene una de las claves que nos permite entender
por qué la sinrazón está tomando el lugar de la razón tan fácilmente en estos
tiempos tan aciagos de principios del siglo XXI que nos tocó vivir.
La ciencia moderna había traído
consigo dos creencias, que a veces flaquean: la creencia en el progreso
infinito del saber; y la creencia en el avance infinito hacia la mejoría social
y moral. Y flaquean porque tendemos a racionalizar.
Entonces cuando la racionalización la
practican hombres poderosos, se convierte en un arma: en una mentira que engaña
a muchos, que destruye, que lleva a pueblos enteros a la miseria.
Nada más irracional de lo que está
sucediendo en la Venezuela de nuestros días. ¿Cuántas mentiras del presidente
Maduro aguantaran todavía los venezolanos? Yo creo que ya muy pocas.
Otro caso todavía más grave es el de
Donald Trump. Se la pasa diciendo mentiras en su escaso lenguaje de Twiter y no
hay quien lo pare. Pero en su caso, se trata del presidente de él todavía mayor imperio del mundo, los
Estados Unidos, y mientras los grandes empresarios del petróleo y de las armas
lo sigan apoyando, tenderemos que soportarlo.
La función
política de la mentira
Pero quiero volver a citar al
filósofo Koyré, porque a él le tocó vivir el totalitarismo de Stalin en su
natal Rusia:
Nunca se ha
mentido tanto… En efecto, cada día, cada hora, cada minuto se lanzan torrentes
de mentiras sobre el mundo. La palabra, los escritos, la prensa, la radio… todo
el progreso técnico se ha puesto al servicio de la mentira.
El hombre
moderno —nos referimos de nuevo al hombre totalitario— durante toda su vida se
encuentra inmerso en la mentira, La función política de la mentira moderna
respira mentiras, está sometido a la mentira.
En cuanto a
la calidad de la mentira moderna —nos referimos a su calidad intelectual—, ha
evolucionado en sentido inverso a su extensión, algo que resulta fácilmente
comprensible.
La mentira
moderna —y esta es la característica que la distingue— se produce en serie y se
dirige a la masa. Ahora bien, toda producción de masas, toda producción
destinada a la masa y, en especial, la producción intelectual, está obligada a
rebajar su nivel, de tal manera que, si no hay nada más refinado que la técnica
de la propaganda moderna, tampoco hay nada más burdo que el contenido de sus aserciones
que revelan un desprecio total y absoluto por la verdad.
Las
“mentiras” de AMLO
Discúlpeme usted por haberme ido al
ejemplo extremo del totalitarismo estalinista para hablar de la función
política de la mentira, pero las grandes calamidades que ha sufrido la
humanidad resultan especialmente didácticas y esclarecedoras de lo que vivimos
no sólo en México, sino en el mundo entero.
Y es que hoy en día el cuasi gobierno de Andrés Manuel López
Obrador parece estar cayendo en la trampa de las “mentiras” que le dieron más
de 30 millones de votos. Pero estrictamente hablando no fueron mentiras, sino
racionalizaciones basadas en la verdad: su verdad.
El mundo de AMLO es un mundo de
buenas intenciones, que sin embargo peca de optimista. Y lo más seguro es que
muchas de sus ofertas de campaña se queden a medias en el mejor de los casos; y
muchas otras tendrán que esperar mejores tiempos.
¿Porqué? porque a final de cuentas el problema
de fondo va ser de recursos. México está “medianamente” en bancarrota y a este
tema hay que dedicarle la atención que se merece.
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