jueves, 16 de agosto de 2018

Las dos caras de AMLO

Por Alejandro Mario Fonseca
Visité por primera vez Acatlán de Osorio a inicios de los años 80. Las imágenes de aquél pueblo de la mixteca poblana aún están frescas en mi memoria: una mezcla impresionante de pobreza y belleza.
Para mí, todavía un chilango acostumbrado a las “comodidades del urbanismo moderno” de la Ciudad de México, fue todo un descubrimiento que la pobreza pueda estar acompañada de un bellísimo arte popular: la alfarería.
Sin embargo, algo que pudo haberse convertido en un centro de exportación de clase mundial, está en crisis. El neoliberalismo le pegó durísimo a este pueblo alfarero. Hoy está en decadencia.
 Natural o bruñido, el barro es una artesanía típica que enfrenta su posible extinción ya que el poco comercio y los tiempos difíciles llevan a muchos a dejar el oficio para buscar trabajos con los que pueden solventar la manutención de sus familias.
Así los barrios de La Palma, San Rafael y San Gabriel, recintos de los gremios artesanales resguardan a los ahora pocos creadores de cientos de piezas que han sido trabajadas totalmente a mano con técnicas que datan de casi un siglo de practicarse, que rescatan el uso de materiales que la misma naturaleza ofrece, y que han sido habilidosamente manejados por los artesanos del lugar. (Cfr. TramoyamBlog).

Mercado de artesanías de Acatlán de Osorio Puebla

Una artesanía viva, que “se me pego”
Vivía en Tonantzintla en la Quinta Tlapanco, que convertida en dos casas, compartía con mi vecino Humberto, un ingeniero que trabajaba para el gobierno. Un fin de semana que coincidimos sin nada que hacer, me invitó a conocer Acatlán de Osorio. Vas a quedar encantado, me dijo.
Y así fue, después de visitar varios talleres familiares, compré tan sólo dos artesanías: pude haber comprado más porque los precios, cuando compras sin intermediarios, son bajos. Pero también sucedió algo inusitado.
Ya había comprado un sol de barro bellísimo que todavía conservo en el comedor de la casa. Y ya en el último taller que visitamos me topé con una pieza pequeña de 40 centímetros de alto que representaba un animal mitológico prehispánico, que “se me pegó”.
Era una representación de una especie de equino bicéfalo, que portaba en sus espaldas a dos creaturas de la mitología mexica, entre humanos y ratones, sonriendo. El alfarero nos explicó que se trataba de los famosos “chaneques” o diablillos traviesos.
Y si, literalmente la pieza artesanal se “me pegó”, porque al tomarla para observarla de cerca, le rompí una oreja y a pesar del precio (que era alto) me vi obligado a comprarla. Otro amigo, antropólogo, me explicó que el equino bicéfalo era una representación de un Dios mixto que incluía el bien y el mal, parecido al Dios egipcio Abraxas.

Abraxas: un Dios “seductor”
Ya había sabido algo sobre Abraxas, cuando en mi adolescencia leí Damián de Hermann Hesse. Según  la novela, Abraxas es un Dios que une simbólicamente lo divino con lo infernal, lo bueno con lo malo, la vida con la muerte, ese fuego filosofal que une al hombre con la mujer.
Venera las dos partes, es la unión sagrada, es la ambigüedad de la existencia. Hesse nombra a este Dios con la siguiente cita: "El pájaro rompe el cascarón. El huevo es el mundo. El que quiere nacer tiene que romper un mundo. El pájaro vuela hacia Dios. El Dios es Abraxas."
Según la Wikipedia, la palabra Abraxas (cuyo significado y etimología son desconocidos) era un término que se grababa en ciertas piedras antiguas, llamadas Piedras Abraxas, y que las sectas gnósticas solían usar como talismán.
 Se creía que Abraxas era el nombre de un Dios que representaba el Bien y el Mal, un Dios y deidad adorada representante del fuego. Como ya dije, Abraxas fue también considerado un Dios egipcio.
Y es muy probable que la  palabra abracadabra, que utilizan brujos y hechiceros fuera derivada de tal nombre, aunque existen algunas otras explicaciones al respecto. En fin, aunque se sabe muy poco de sus orígenes, resulta una deidad muy “seductora”.

Las dos caras de AMLO
No faltó quien, de mis amistades me sugiriera deshacerme de mi Abraxas mexica. Alguien muy católico, pero también lleno de prejuicios, dogmas, supersticiones y temores, me aconsejó que me deshiciera de esa “representación diabólica”, que me iba a “traer grandes calamidades”.
Le cuento todo esto amable lector, porque ahora que Andrés Manuel López Obrador es un “cuasi presidente” con mucho poder aún antes de tenerlo, parece haberse transformado en un ser mitológico muy poderoso, que empieza a mostrar su verdadero carácter mixto de bondad y de maldad.
Utilizando la metáfora de Abraxas lo que tendríamos sería a un “presidente” ya no tan bueno como el que presumió que sería durante su campaña. Ya no va cumplir todo lo que prometió. Además siempre supimos que no iba a ser tan fácil.
Sus principales ofertas fueron la pacificación, el combate frontal a la corrupción, austeridad, el NO rotundo al nuevo aeropuerto, la construcción inmediata de dos nuevas refinerías y la reparación de las que dejaron de operar o que operan a muy baja capacidad.
Todas estas propuestas y otras, ahora están siendo revisadas por técnicos especialistas y todo apunta a que serán reformuladas, algunas postergadas y otras de plano descartadas. Ya veremos.

No va ser tan fácil
También algunos de sus futuros  funcionarios dejan mucho que desear en términos de sus antecedentes éticos. Y ya no se diga de no pocos de los futuros jefes electos en las cámaras legislativas y en  los gobiernos.
Y todo esto por no hablar de la geopolítica, es decir de los compromisos y reveses que se están teniendo en cuanto a la monumental deuda externa y al Tratado de Libre Comercio. A lo que hay que sumar la deuda interna y la que dejan no pocos de los gobiernos estatales y municipales.
Así que lo más seguro es que muy pronto tendremos un presidente que, cual Abraxas mexica será “adorado” por muchos y “temido” y hasta “odiado” por muchos otros. AMLO no podrá contar con la barita mágica que le permita con un abracadabra cumplir sus promesas.
Pero con lo que sí cuenta es con una legitimidad inobjetable, respaldada por más de 30 millones de votos. Y con una fe inquebrantable basada en la esperanza. Y esto, por lo pronto, lo protege de las supersticiones y de los malos presagios.
Y ya para terminar, le cuento que mi Abraxas mexica, aquella joya artesanal tan bella que “se me pegó” en Acatlán de Osorio, se hizo añicos resbalándose de una mesita debido al terremoto del 19 de septiembre de 1985. Así que la “mala vibra” que me presagiaron los supersticiosos, así como llegó, así se fue.

No hay comentarios:

Publicar un comentario