Alejandro Mario
Fonseca
En los años
70 cuando la juventud universitaria mexicana se interesó por el pensamiento
marxista, la participación en las organizaciones partidistas, sindicales y
campesinas, fue muy limitada.
La mayoría
fuimos simpatizantes y lectores eventuales de los textos de Marx, Engels,
Lenin, Trotsky y también de Mao Zedongong (antes se decía Tze Tung). Muy pocos
llegaron a militar realmente y con plena
conciencia de lo que hacían. Fuimos teóricos, no prácticos.
En la UNAM,
el IPN y en algunas universidades de provincia, como la de Puebla, Guerrero y
Sinaloa, se dio el fenómeno de la “militancia intelectual”, representada
principalmente por el Partido Comunista (PC), con presencia en los sindicatos
universitarios y en algunos grupos estudiantiles.
Y
también se dio cierta presencia en algunas organizaciones obreras y
campesinas, pero fue mucho más limitada. Y aunque todavía más pocos, destacaron
los trotskistas y los maoístas: eran dignos de admiración por su radicalidad y
su entrega desinteresada.
El maoísmo
original es el pensamiento de Mao, también
llamado marxismo-leninismo-maoísmo: es la teoría desarrollada
por Mao. Y todavía en la República Popular China es la doctrina
oficial del Partido Comunista de China.
Sin
embargo, tras las reformas iniciadas por Deng Xiaoping en 1978,
tendientes a una economía de mercado, el socialismo con características chinas ha sido la política
aplicada en el país, y la definición oficial y el rol del pensamiento de Mao se
han modificado.
¿Qué es el maoísmo?
El
término maoísmo nunca se ha
empleado oficialmente por el Partido Comunista de China, excepto como
palabra derivada. El término preferido ha sido siempre Pensamiento de Mao.
De la misma
forma, algunos partidos maoístas fuera de China se denominan a sí mismos
como marxistas-leninistas, lo cual refleja su idea de que Mao no modificó
sustancialmente los planteamientos de Lenin, sino que los desarrolló y
adaptó a la Revolución China.
Sin
embargo, otros partidos maoístas consideran que Mao realizó aportes teóricos y
prácticos que significaron un desarrollo sustancial del leninismo, por lo que
se denominan marxistas-leninistas-maoístas o
simplemente maoístas.
Por
ejemplo, el Partido Comunista de Nepal (Maoísta) se diferencia de
otras organizaciones, como Marxista-Leninista Unificado, con dicho adjetivo. Es
curioso que en México el PT ostente algunos rasgos maoístas.
Hay
partidos maoístas que sostienen que hoy es imposible defender la teoría
de Marx y de Lenin sin estudiar los aportes de Mao y la
experiencia de la Revolución China en cuanto a la continuación de la lucha de
clases, bajo nuevas formas, en el marco de la construcción de la sociedad
socialista.
Fuera de
China, el término maoísta se
ha utilizado desde la década de 1960, generalmente de manera hostil, para
describir a los partidos y personas que apoyaban a Mao y su forma de
comunismo, como opuesta a la forma aplicada en la URSS: considerados, a
partir de la muerte de Stalin, como “revisionistas” por los
maoístas.
El maoísmo en México
Para el
maoísmo, el poder nace del fusil,
y el campesinado puede ser movilizado para participar en la guerra
popular de la lucha armada a través de una guerra de
guerrillas en tres fases.
La primera
fase consiste en la movilización del campesinado y el establecimiento de la
organización. La segunda en el establecimiento de bases rurales y el incremento
de la coordinación entre las guerrillas. La tercera fase es la transición
a una guerra convencional.
Y esto
último explica la presencia de maoístas en los movimientos guerrilleros muy
focalizados en Latinoamérica y en México también, especialmente en la Sierra de
Guerrero. Pero fueron excepcionales.
Quise tocar
el tema porque hoy que la señora Rosario Robles cayó en desgracia, algunos
analistas y comentaristas se solazan recordando el pasado ideológico de la
señora y su militancia en grupos maoístas.
Como sí el
maoísmo fuera una enfermedad que explica el sino de una mujer inteligente que para bien o para mal
siempre ha estado en el ojo del huracán. Lo mismo sucedió en el caso de Carlos
Salinas de Gortari: su “maldad puede relacionarse con su maoísmo juvenil”.
En ambos
casos, el de Salinas y el de la Señora Robles se trataría más de un “maoísmo fi
fi”, de pose o hasta de moda juvenil, sin ningún compromiso serio, auténtico
con la lucha revolucionaria.
Y ahora que
se puso de moda pegarle a AMLO por todo lo que diga o haga, conviene recordar a
algunos comentaristas que han llegado al extremo de tacharlo de maoísta. Tal es
el caso de aquellos que relacionan el tema con la centralización del poder y su
alianza con el Partido del Trabajo. (Cfr. Mar Morales; SDP Noticias 23/10/18).
Los excesos de la crítica peregrina
Según esto,
el fundamento ideológico del nuevo diseño político administrativo de AMLO
se originaría en la ideología de la que parte el Partido del Trabajo (PT), que
se fundó en la Organización de Izquierda Revolucionaria de Masas (OIR-LM)
basada en la Revolución Cultural de China impulsada por Mao Tse Tung.
La crítica
es demoledora, en esencia,
las políticas de AMLO significarían la concentración del poder, en Seguridad,
en Hacienda y en Energía; pero también
en el control de los medios y de la información. Así, el periódico Regeneración
sería un periódico al estilo del Granma que es el periódico oficial del Comité
Central del Partido Comunista de Cuba.
En suma,
habría un desarrollo en la parte de inteligencia gubernamental orientada
básicamente al control político y tendría el brazo represor, el control por
parte de Hacienda sobre todos los programas gubernamentales, para que ni una
sola dependencia se salga del programa ideológico que marque la Presidencia de
la República.
Finalmente,
quien quiera acceder a recibir su tarjeta de beneficio social, forzosamente
tendría que estar dentro del padrón de las organizaciones sociales que
controlarán Banco Azteca y Banorte.
Parafraseando
a Octavio Paz, AMLO maoísta, que idea
tan peregrina. Al tabasqueño pueden tacharlo de todo, pero lo cierto es que
está trabajando duro y tendido, sin descanso y claro, por ello mismo se
equivoca en algunas cosas.
En lugar de
perder el tiempo en quimeras, hay que colaborar con él criticándolo con
respeto. Crítica significa análisis, no destrucción.
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