Alejandro Mario Fonseca
En verdad, no quisiera tener que
escribir esto, pero el Presidente López Obrador está desatado. Es politólogo de
profesión, sin embargo pareciera que lo que estudió ya se le está olvidando. O
quizás le gane el resentimiento y es víctima de sus demonios infantiles. O las
dos cosas.
También puede ser que simplemente se
está divirtiendo y que le gusta distraernos a nosotros su “pueblo sabio” con
chascarrillos para amenizar el rato y no cansarnos con tantas noticias
desagradables.
No lo sé, también puede que se trate de un síndrome que
se ha agudizado con el ejercicio de un inmenso poder, siempre buscado, pero que
al fin alcanzado le resulta incómodo, demasiado grande.
Sí, un síndrome, un conjunto de
síntomas que se presentan juntos y son característicos de una enfermedad o de
un cuadro patológico determinado provocado, en ocasiones, por la concurrencia
de más de una enfermedad: tal es el caso del síndrome de hubris.
Felipe Calderon |
El síndrome de Hubris saca su nombre
del teatro de la Grecia antigua que aludía a la gente que robaba escena. Empezó a tratarse como trastorno de personalidad al observarse
ciertas características en personas que tienen un cargo de poder. (Cfr. Harry
Campos).
Es una enfermedad que puede padecer
cualquier persona que está en el ejercicio del poder. Se manifiesta como
egocentrismo exagerado: narcicismo. La
persona “se la cree” con el poder, imagina que lo que piensa es correcto y
que lo que opinan los demás no, cree que
todos los que lo critican son sus enemigos.
El
Comandante Borolas
Lo más grave es que estas actitudes
pueden llevar a quien las padece a tomar decisiones erróneas, porque la persona
pierde la perspectiva de la realidad y ve sólo lo que él quiere ver.
La última
del presidente López Obrador es que se mofó del exmandatario Felipe Calderón al
compararlo con el cómico Borolas durante una de sus conferencias mañaneras. (Cfr.
Proceso 23/8/19).
El
tabasqueño hablaba de la fallida estrategia anticrimen del ex panista cuyas
repercusiones, dijo, todavía carga el actual gobierno, cuando recordó aquel
episodio en el que Calderón, siendo presidente, visitó la ciudad de Apatzingán,
Michoacán, y se puso una camisola y una gorra militar que, se burló, “le
quedaba grande”. “Parecía el Comandante Borolas”, dijo.
También dijo algo muy preocupante, al
reiterar que no permitirá que los llamados grupos de
autodefensa se armen y se erijan como defensores del pueblo, tarea que
corresponde al Estado.
Grave error, porque el Estado que
encabeza es débil y está desaprovechando la gran experiencia de los
autodefensas, que querámoslo o no, han demostrado ser una alternativa viable.
También insistió en que, sin ningún
plan, Calderón le pegó “un garrotazo tonto al avispero” y desde entonces se
desató la violencia, en vez atender las causas.
“Sí asumo
la responsabilidad que tenemos de garantizar la paz y la tranquilidad, pero no
es con el uso de la fuerza como lo vamos a lograr ni podemos dejar de
considerar los antecedentes”, manifestó.
Pan y Circo
Pan y circo Panem
et circenses es una locución latina peyorativa de uso actual que
describe la práctica de un gobierno que, para mantener tranquila a la
población u ocultar hechos controvertidos, provee a las masas
de alimento y entretenimiento de baja calidad y con
criterios asistencialistas. (Cfr. Wikipedia).
Gramaticalmente, está formada por
el acusativo singular de panis, -is ('pan') y
el acusativo plural de circensis, -e ('juegos del
circo'). Esta frase se origina en Roma en la Sátira X del poeta
romano Juvenal (100 A. D.).
En su contexto, la frase
en latín panem et circenses («pan y juegos del circo») es
dada como la última atención del pueblo romano, quien había olvidado su derecho
de nacimiento a involucrarse en la política. Juvenal muestra su desprecio por
la decadencia de sus contemporáneos romanos.
Los políticos romanos visualizaron un
plan para ganar los votos de los pobres; al regalar comida barata y
entretenimiento, los políticos decidieron que esta política de “pan y circo”
sería la forma más efectiva de subir y mantenerse en el poder.
Pan y Circo es lo que nos está dando
el tabasqueño AMLO, tal vez sin darse cuenta, insisto debido a su ego, a que
tiene una gracia de mal gusto (chocarrera) impropia de personas educadas y a que
ostenta un inmenso poder.
¿Qué es eso de cebarse contra el ex
presidente Felipe Calderón, llamándolo Comandante
Borolas? La expresión es digna de un cómico de carpa al estilo de Jesús
Martínez Rentería, conocido popularmente como Palillo, famoso por utilizar la sátira política en sus
espectáculos, que a menudo lo llevaban a la cárcel.
Queremos un
Estadista
Espero equivocarme, mi crítica
pudiera parecer exagerada y hasta grosera, pero no lo es, simplemente estoy intentando
comprender cabalmente los desplantes de nuestro Presidente.
Y no estoy defendiendo a Calderón,
pobrecito nada más hay que verlo, deambulando por los túneles de la hipocresía,
intentando recuperar algo de credibilidad, utilizando a su esposa para una
causa pérdida.
No, Calderón no necesita que AMLO lo
denigre, ya bastante tiene con su enorme fracaso: él y Fox carecieron de experiencia
política. Se los trago la cultura
política priista: fueron una gran decepción.
Lo que México necesita es un
Estadista, un hombre de Estado, que se distinga entre todos los responsables políticos
del país, los que dirigen el Estado, diputados, jueces y demás; y que sepa
tomar decisiones eficaces y efectivas. No lo veo.
Sí, AMLO se está cebando contra
Calderón y eso demerita su liderazgo, lo que debería estar haciendo es
convencer a la oposición de las bondades de sus proyectos, pero con argumentos serios y con hechos.
Critica a Calderón pero sigue sus
pasos, el problema de la seguridad no se va resolver cambiándole de nombre a la
policía. Una verdadera estrategia de seguridad requiere de la participación
ciudadana y los grupos de autodefensa ya demostraron en los hechos que son
capaces de colaborar con la pacificación del país.
Siguen sin convencerme no nada más su
“Estrategia de Seguridad”, sino también su “Plan Petrolero” y su proyecto de
“Tren Maya Ecológico”. Ya abundaré sobre estos temas. Por lo pronto, a
disponernos para el inicio de un nuevo ciclo escolar: hagámoslo bien.
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