Alejandro Mario Fonseca
En San pedro Cholula este año no habrá Trueque, tampoco Feria.
El monstruo pandémico lo impide. Es una lástima porque la Feria ya empezaba a
dignificarse y a recuperarse como una tradición prehispánica viva y a convertirse
en una verdadera y digna fiesta popular. Tradición milenaria que por primera
vez se suspende.
Sí, el trueque, aunque de manera simbólica, es la tradición
prehispánica por excelencia que aún se conserva. El 8 de agosto de cada año se
realiza en la Plaza de la Concordia de San Pedro Cholula. Se intercambian
principalmente productos de la región: fruta, ropa, juguetes, artesanías,
sombreros, plantas, animales, etcétera.
Se ha preguntado estimado lector porqué cuando platicamos
sobre la Feria de Cholula sale a relucir inmediatamente el tema del Trueque.
Sobre todo los cholultecas de origen se sienten muy orgullosos del
acontecimiento.
Se trata de un rito que todo mundo comenta y algunos conocedores llegan a
relacionarlo con deidades prehispánicas de primer orden. A mí en lo particular
me gusta mucho, sobre todo por su colorido. Esperemos que su suspensión sea
únicamente por esta vez.
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Pero intentemos profundizar un poco más en la psicología del
evento. ¿Por qué nos gusta tanto? Cómo lo ve la mayoría de la población, como
algo chistoso, como un juego, o como un recordatorio de tiempos mejores que ya
no volverán, en los que se vivía con mayor frescura, sin esa dura presión de la
economía capitalista.
¿Sueño, ilusión,
utopía...?
Tiempos de economía tradicional, en los que simplemente se
intercambiaban los excedentes de la producción familiar, por otros bienes que
producían los vecinos o los habitantes de los pueblos cercanos. Sin mayor
preocupación, en plena armonía entre seres humanos y con la naturaleza. Muy
probablemente sea esto último, aunque no estemos plenamente conscientes de
ello.
Ahora le propongo que hagamos un esfuerzo de imaginación y
que pensemos en qué pasaría si de repente el sistema financiero internacional
colapsara. Porque los banqueros, los dueños de los grandes monopolios, los
políticos y los narcos abusaran de la acumulación de dinero y el mundo entrara
en una crisis económica de tal magnitud, que el dinero fuera desapareciendo
poco a poco.
Primero colapsarían
las bolsas de valores, las acciones de las grandes empresas industriales,
comerciales y de servicios bajarían súbitamente de precio por un pánico
generalizado, bancarrotas, suicidios, etcétera; luego vendría el quiebre de los
bancos y subsecuentemente cierre de
empresas de todo tipo.
Tras un período de caos y anarquía poco a poco se iría
reestableciendo una economía tradicional de subsistencia en la que imperaría el
trueque. Sobrevivirían solamente aquellos que tuvieran algo que intercambiar.
Qué pasaría con los banqueros, políticos, narcos y demás acaparadores de
antaño, pues que se tendrían que poner a trabajar, tal como lo hacemos usted y
yo todos los días.
Habría paz y tranquilidad, desaparecerían las grandes lacras
del capitalismo, el estrés, el desempleo, la inseguridad, la corrupción, el
consumo de drogas, etcétera. Todo sería más sencillo y disfrutable, tal como vivían
nuestros ancestros prehispánicos.
Utopía
Hace ya 6 años, cuando empecé mis colaboraciones en El Quetzal y en el blog de Vivir en Tlatelolco, escribí sobre este sueño y no faltó
quien me tachara de alucinado y de utópico.
Y me acordé del incidente, porque hace unos días en la red de
Internet apareció un video en el que Beatriz Gutiérrez Müeller, la esposa del presidente
AMLO, invitaba a sus seguidores a leer y disfrutar el libro Utopía, escrito en 1516 por Tomás Moro,
máximo representante del Renacimiento en el norte de Europa.
Utopía es
una comunidad pacífica, que establece la propiedad común de los bienes, en
contraste con el sistema de propiedad privada y la relación conflictiva entre
las sociedades europeas contemporáneas. La prosa del texto escrito por Moro nos hace ver que se trata de una
comunidad imaginaria.
Y en efecto, si nos vamos a las enciclopedias, desde entonces
una utopía es un plan o sistema ideal de gobierno en el que se concibe una
sociedad perfecta y justa, donde todo discurre sin conflictos y en armonía.
Contrariamente a este
concepto positivo de utopía, existe el punto de vista negativo, el dominante,
que la ve sí como un proyecto, deseo o plan ideal, atrayente y beneficioso para
la comunidad, pero que es un sueño, una ilusión ya que en el momento de su
formulación es irrealizable.
Y lo peor, sería una
ideología que pretende engañar a la comunidad con falsas promesas. Y es esto
precisamente lo que los conservadores y los damnificados de la 4T de AMLO están
esgrimiendo como su principal argumento para descarrilar su gobierno. Lo cierto
es que la relación de los conceptos ideología y utopía es estrecha, por ello
hay que aclararla.
Utopía: el sueño del
orden de vida verdadero y justo
El concepto de utopía está íntimamente ligado con el de
ideología, pero no necesariamente de manera negativa. Si la ideología provoca la apariencia, por el
contrario la utopía es el verdadero y justo orden de vida.
En la apariencia se halla presente aún el sueño, lo utópico
está vigente en la ideología, aunque de manera estrangulada e ineficaz; y al
presentar la ideología aparentemente como real aquello que únicamente se
soñaba, no hace sino reconocer la verdad del sueño.
De tal forma, que la utopía no es simplemente una alternativa
a la ideología, sino al mismo tiempo su fermento, incluso quizá su causa. En
suma: la ideología influye en todo juicio filosófico de la sociedad humana.
La ideología provoca, la
utopía es. Insisto, la utopía es el
sueño del orden de vida verdadero y justo independientemente del problema de lo
que tal sueño provoque o pueda provocar histórica y socialmente en cada caso.
Y aquí viene lo más importante, el sueño se comporta con
respecto al individuo evidentemente de forma distinta que la apariencia; el
concepto de sueño presupone sujetos soñadores, intenciones individuales también
colectivas, por muy confusas que sean.
Por el contrario, la apariencia, aunque a veces también puede
ser intencionadamente subjetiva, se ve determinada solamente por su modo de
obrar objetivo. La clave está en la decisión y perseverancia que requiere la
realización de cualquier sueño.
Bibliografía: Utopía;
Arnhelm Neusüss; Barral Editores; Barcelona; 1971.
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