Por Adrian Arellano Mora
Actualmente, el conjunto urbano Nonoalco-Tlatelolco vive su peor década de existencia, pues el deterioro urbano y caos social salta a la vista para propios y extraños.
Ejemplo de ello, entre otras tantas anomalías, tenemos la falta de mantenimiento de la totalidad de los techos de los andadores, el descuido de las áreas verdes y jardines –como el conocido parque “Médicos por la Paz ”–, los desperfectos del mobiliario de los juegos infantiles, el deficiente estado de los depósitos de basura, el irregular servicio del alumbrado público, el pésimo servicio de recolección de la basura, el abandono del famoso puente rojo –ahora pintado recientemente verde- el cual atraviesa la calle de Guerrero. Y, por si fuera poco, no existe en la Unidad una fuerte campaña para erradicar la proliferación de heces caninas en las áreas comunes y jardines.
Además, los residentes sufrimos el alarmante crecimiento del comercio informal en distintos puntos del Conjunto, como es la salida norte del Metro Tlatelolco, frente a los edificios Matamoros, Miguel Negrete, Guillermo Prieto y el Hospital del ISSSTE Gonzalo Castañeda. Ahora también, en últimas fechas, se ha incrementado el ambulantaje en el pasillo –entre los edificios Donato Guerra y Arteaga-, que conduce a la futura estación Tlatelolco de la línea 3 del Metrobús.
Ante este lamentable panorama, descrito a grosso modo, es ineludible un programa de rescate para la Unidad Tlatelolco que haga devolver su belleza arquitectónica y urbanística que la caracterizó, en los años 60, como una ciudad vanguardista entre una ciudad histórica.
Ante ello, vale recordar que la organización vecinal tlatelolca data de los años 70 con el surgimiento del Comité Coordinador de Asociaciones y Residentes de Tlatelolco, AC, –cuyo movimiento de esta época vivió la presión política del gobierno priísta y de la llamada “guerra sucia”, lo cual conllevó a la detención y encarcelamiento del Lic. Sergio Alcázar Minero q.e.d. (luchador social y asesor jurídico del Movimiento Urbano Popular, Conamup) con el claro objetivo de terminar con la participación autónoma de los residentes; ajena a partidos políticos. Baste recordar que un logro de ese movimiento vecinal fue la creación de la subdelegación política en Tlatelolco.
Con este antecedente, a lo largo de 10 años surgen organizaciones vecinales, como el Consejo de Edificios en Autoadministración y la Asociación Reforma de Tlatelolco (bloque de 5 edificios tipo A), cuya alianza de estas asociaciones civiles se conformó el Frente de Residentes de Tlatelolco, antecedente inmediato de la Coordinadora de Tlatelolco, la cual logró que el gobierno federal pusiera en marcha el denominado programa de reconstrucción de Nonoalco-Tlatelolco para restituir los daños ocasionados por los sismos del 85.
En este contexto de experiencia de lucha y organización, es importante que los representantes de los ahora Comités Vecinales de Tlatelolco contribuyan a contrarrestar el menoscabo de este emblemático multifamiliar de la Ciudad de México y de América Latina, el cual este domingo 21 de noviembre cumplió su 46 aniversario. Y, a propósito de esta fecha, muchos residentes jóvenes y adultos nos preguntamos: ¿hasta cuándo Tlatelolco recuperará su gran encanto?
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