lunes, 16 de noviembre de 2015

El "Movimiento de los 400 pueblos" en Tlatelolco

¿Aprobación o indiferencia vecinal?

Aurelio Cuevas (Sociólogo)

Desde fines de agosto o inicios de septiembre hasta que escribo estas líneas se ha dado otra ocupación de áreas verdes de nuestra Unidad Habitacional, específicamente las ubicadas a los costados del Eje Central y Av. M. González, por parte de los integrantes del llamado “Movimiento de los 400 Pueblos” procedente de Veracruz. Esta es la ocasión “n” en que dicha zona ha sido invadida por innumerables tiendas de campaña distribuidas por igual en ambos jardines, causándoles un deterioro cada vez más patente al paso del tiempo: los prados ceden paso a espacios de tierra suelta, los árboles están cada vez más vencidos, y las plantas y arrayanes muestran signos de un continuo maltrato, son evidencias visibles de la afectación sufrida por  dichas superficies.

Las laterales de las 4 esquinas del Eje Central y Manuel González incluso muchos espacios de estacionamiento de los vecinos de la Unidad Tlatelolco ocupadas por camionetas de los 400 pueblos
Sobre el Eje Central se desplegaron -colgados de postes y armazones de metal- enormes plásticos con las efigies de ciertos miembros de la clase política nacional acompañadas de denuncias de corrupción y arbitrariedad contra la sociedad y el “Movimiento de los 400 Pueblos”. Hay peatones o viajeros en transporte público o vehículos privados que voltean a observar a quienes llevan pernoctando ya semanas cerca del cruce de las dos avenidas citadas; otros transeúntes en cambio, tal vez más numerosos que los primeros, ignoran la presencia de los ocupantes de los jardines, acelerando su paso si van a pie o manteniendo la vista al frente si viajan en algún vehículo.

Casas de campaña improvisadas en los jardines de la Unidad Tlatelolco
Sobre el mismo Eje Central, pero en el costado opuesto donde se encuentra el Palacio de las Bellas Artes, hay también enormes mantas colocadas por el movimiento contra los mismos funcionarios públicos y con leyendas alusivas a la falta de resolución de sus peticiones, relacionadas con despojo de tierras o rezago agrario. Es sabido que desde hace varios años los campesinos han venido a manifestarse a la capital para hacerse escuchar por el gobierno central, y han buscado llamar la atención de la opinión pública apareciendo desnudos o casi desnudos en ciertas zonas céntricas. ¡Nada han logrado!
Pero lo que quiero resaltar no es si las exigencias del movimiento son justas o no sino el hecho de que su dirigente César del Ángel, que posee un despacho o local en una de las Torres de la Unidad ubicadas a un lado del Eje Central, no le interesa en absoluto el perjuicio que ocasiona a Tlatelolco la presencia indefinida de sus representados. Es posible que a muchos esto les parezca algo menor o irrelevante pero a la luz de varios eventos o circunstancias no es así.

Destruyen los arboles, arriates y deterioran de manera importa los jardines de la Unidad Tlatelolco
En primer término desde hace varios años vienen acumulándose varios problemas en la Unidad: la acumulación de basura en varios de ellos es cada vez más patente, las áreas verdes manifiestan un creciente descuido por el paso del tiempo debido a la disminución del personal de jardinería encargado de las mismas, las arbitrarias “obras” de la Comisión Federal de Electricidad que destruyeron pasillos y áreas por donde transita la gente, el cambio inconcluso de la red de agua en la 3ª sección que ha dejado múltiples agujeros y montecillos de tierra a lo largo y ancho de la misma, entre otros asuntos no menos relevantes.
En segundo término todo lo anterior es, en gran medida, producto de la negligencia de las autoridades delegacionales surgidas de los gobiernos perredistas, cuya labor se ha reflejado en el progresivo deterioro de la imagen de Tlatelolco. La incapacidad y falta de sensibilidad social en la gestión de delegados y subdelegados, que se han centrado en privilegiar sus aspiraciones arribistas y el control burocrático por encima de cualquier otra cosa, ha dado por resultado el desorden que se observa en este microcosmos urbano.
En tercer lugar la falta de una sólida unión vecinal, producto de una variedad de circunstancias como la mentalidad individualista (o centrada exclusivamente en la vida privada), la elevada presencia de la población que renta, y la pérdida o carencia de espacios que propicien la acción comunitaria (desaparición del Consejo de Edificios en Auto administración, control burocrático de los clubes). Todo esto ha favorecido un fuerte proceso de atomización de las asociaciones y grupos de residentes que actúan por su cuenta y desconocen la historia de las luchas vecinales.
La presencia de los campesinos veracruzanos en suelo tlatelolca, en lugar de despertar simpatía, solidaridad o entendimiento ha provocado turbación, extrañeza o desconcierto entre los avecindados de la zona. En todo caso cabe hacer la pregunta: ¿A qué instancia podemos recurrir los residentes de la Unidad para ser rescatados del caos en que está sumergida nuestra existencia cotidiana?  O si tal opción no existe: ¿Hasta cuándo podremos ser capaces de poner un alto a la estulticia gubernamental predominante?

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