Por Oscar
Suastegui Q.
La historia del terremoto está bien
documentada y escrita en la unidad habitacional, sin embargo los cambios que
vinieron a raíz de este suceso, en un sentido arquitectónico, de espacio
público y social fueron de gran importancia y definen un punto neurálgico en la
evolución del conjunto. Estos cambios, sin embargo, han sido poco hablados o de
una manera más perceptual e informal sin quedar ampliamente documentada.
Comparativa entre 1985 y el estado actual. Autor desconocido. |
Tras el sismo, muchos de los habitantes de la
unidad salieron de sus edificios y se negaron a ingresar nuevamente a ellos
hasta que fueran revisados y dictaminados como seguros, tras ello, todos los
edificios de la unidad habitacional fueron revisados y se elaboraron dictámenes
en los cuales se definían las acciones a realizarse muchos de estos dictámenes
son desconocidos por la población actual del conjunto.
En total, tras el sismo se demolieron 12
edificios en total y todos los edificios de tipo C, L, I, K, M y N fueron
reestructurados. A partir del sismo, en
la población se generó un miedo a la inestabilidad estructural de los
edificios, muchos de los habitantes de la unidad decidieron vender a precios
bajos o bien dejaron abandonadas sus viviendas generando con ello una
degradación del valor de los inmuebles, ello a su vez generó un detrimento
paulatino de los espacios arquitectónicos y abiertos al disminuir la población
que habitaba en el conjunto. Nuevos habitantes comenzaron a llegar de lugares
donde habían perdido sus hogares en colonias con inmuebles que sufrieron daños
totales o parciales, o bien llegaron atraídos por los precios bajos tanto en
rentas como en ventas, causando en su momento que gente de menores recursos
comenzara a residir en el conjunto, con ello se provocó que hubiera un menor interés
en la cultura de mantenimiento y a su
vez la poca o nula apropiación de los espacios abiertos, por lo que poco a poco
comenzó el deterioro íntegro de la unidad habitacional tanto en sus inmuebles
como en las plazas y jardines, aunado a que los espacios dejados por los
edificios demolidos eran espacios sin utilizar.Dichos espacios fueron
regenerados con espacios abiertos, en la mayoría de los casos las
intervenciones fueron sin ninguna intención evidente de diseño, simplemente
cubriendo los vacíos en la estructura de la unidad, sin embargo hubo algunos
espacios que si fueron creados con una intención.
Uno de ellos fue el jardín Nuevo León en la
tercera sección y por otra parte, en la segunda sección fue construido el
Jardín Médicos por la Paz. Otros de los espacios, simplemente fueron
rehabilitados con vegetación, sin ninguna intención o diseño aparente, como es
el caso del espacio que ocupaban los edificios Ignacio M. Altamirano,
Churubusco, Guelatao, 20 de Noviembre, Atizapán, Jalisco, Puebla y Oaxaca.
Algunos de ellos se cubrieron con vegetación, en otros simplemente se crearon
plazas y en algunos existen canchas y espacios deportivos.
Estos espacios generados en los vacíos,
carecen de una relación evidente con su pasado, para muchos de los habitantes
actuales, es completamente desconocido el origen de estos jardines o canchas.
Se ha llegado a referir a ellos como lugares que parecen “parches” y esto
evidencia la necesidad de incorporarlos a la red de espacios abiertos de la
unidad, tanto en imagen como en sus elementos comunes. Por otra parte, la
unidad habitacional tiene elementos de gran importancia para el colectivo social,
tanto en la apropiación como el significado cultural, histórico y social de los
mismos, este tipo de espacios representan la identidad colectiva de Tlatelolco
y son una parte importante de su historia. Es evidente la necesidad de
reconocer otros lugares que si bien no fueron perdidos en la desgracia de un
derrumbe, guardan historias de personas que habitaban esos cientos de
departamentos que ahora ya no existen. Estas historias son lo que forman la
sacralidad de la tragedia vivida en este lugar, sumada a la colectiva de toda
la ciudad de México.
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