Por Alejandro Mario Fonseca
“Las recientes capturas de ex
gobernadores requeridos por la justicia son un mensaje firme y contundente del
Estado mexicano contra la impunidad […]. La localización fue gracias al intercambio
de información y trabajo coordinado de
instituciones del gobierno mexicano con las de otros países”. (Enrique Peña Nieto, Presidente de
México).
Hombre, ¡los mexicanos estamos de
plácemes! A contrapelo de lo que vemos día con día, sucede que nuestro gobierno
está cumpliendo cabalmente su función básica: ¡podemos sentirnos seguros! ¿De
verdad? Entonces ¿por qué Javier Duarte se ríe? ¿De quién se burla?
Se me ocurren dos probables respuestas.
La primera es que enloqueció. Bueno,
enloqueció desde hace ya rato. Su caso ya no es de avaricia, sino de un
abusador desenfrenado.
Miles y miles de millones de pesos
mal habidos, por no hablar de los muertos y todo lo demás, ¿por qué? porque “se
los merece” como dijera su esposa; que al
parecer ya quedó exonerada. Y además falta por saberse qué pasará con la
red de corrupción que operó Duarte.
Y es que el poder enferma, y
demasiado poder enferma demasiado. Esto le pasa a la gente “normal”, pero “a
los necios, demasiado poder los vuelve locos”.
El Dr. Javier Duarte y su esposa Karime Macias. |
¿El Dr. Duarte
dando lecciones de filosofía?
La otra respuesta es que Javier
Duarte y sus comparsas, no son más que simples cínicos. Sí, un cínico es una
persona impúdica, desvergonzada, desaseada; vaya, algo así como un perro
callejero. Pero también pudiera ser que se trata de un seguidor de la escuela griega de filosofía, cuyo
principal representante fue Diógenes.
Esta última hipótesis no es tan
descabellada, cheque usted los antecedentes del susodicho criminal Javier
Duarte. Yo me sorprendí, sucede que estudió, sí, tiene estudios, es abogado y
además cuenta con maestría y doctorado.
Y su doctorado en economía lo hizo
nada menos que en la Universidad
Complutense de Madrid. Y si algo tienen los posgrados europeos, al contrario de
los norteamericanos que son más técnicos, es que estudian cabalmente a los
clásicos griegos y latinos.
Se denomina escuela cínica (del griego κύων kyon:
‘perro’, denominación atribuida debido a su frugal modo de vivir) a la fundada
en la Antigua Grecia durante la segunda mitad
del siglo IV a. C.
El griego Antístenes fue su fundador
y Diógenes de Sinope uno de sus filósofos
más reconocidos y representativos de su época. Reinterpretaron la
doctrina socrática considerando que la civilización y su forma de vida
era un mal y que la felicidad venía dada siguiendo una vida simple y acorde con
la naturaleza.
El hombre llevaba en sí mismo ya los
elementos para ser feliz y conquistar su autonomía era de hecho el
verdadero bien. De ahí el desprecio a
las riquezas y a cualquier forma de preocupación material. El hombre con menos
necesidades era el más libre y el más feliz. Suena muy cristiano ¿verdad?
¿Todo es una
farsa dentro de la farsa?
Pero regresando al caso Duarte, a
ver, a ver, parece que me estoy mordiendo en camisa de once varas. ¿Cómo está
eso de que el Dr. Duarte sea un seguidor de Diógenes, si precisamente hizo todo
lo contrario a lo que proponía su escuela?
La única hipótesis que se me ocurre
para seguir con este peregrino intento de entender al Dr. Duarte, es que él y
sus comparsas nos están dando una dura lección a los mexicanos: todo es una
farsa dentro de la farsa.
No, no son seguidores de la escuela
griega de los cínicos, lo único que pretenden es ganar tiempo dándole un poco
de legitimidad al gobierno federal y su partido el PRI. Les urgen argumentos
que justifiquen el inminente triunfo del grupo Atlacomulco en el Estado de
México.
La captura de Duarte se veía venir
desde el momento mismo en que se dio a la fuga. Muchos lo decían: “lo van a
atrapar cuando las elecciones se aproximen”. Las elecciones en el Estado de
México ya están pactadas, por eso Josefina Vázquez Mota es una candidata
panista débil y perdedora, con dudas muy serias sobre su probidad. Suena
lógico.
Entonces de lo que se trataría es de
construir un contexto de legitimidad, en el que el grupo de Peña Nieto, todavía
en el poder, aparezca interesado en corregir el rumbo y castigar a los
corruptos más débiles y escandalosos: caso de Duarte.
Me gustaría estar equivocado y que
verdaderamente se inicie desde la presidencia el combate serio a la corrupción
e impunidad. La declaración de Peña fue muy clara: se trata, de “un mensaje
firme y contundente del Estado mexicano contra la impunidad”.
Javier
Duarte es indefendible
Pero insisto en la pregunta ¿de qué
se ríe Javier Duarte? Definitivamente no se trata de un cínico seguidor de la
escuela clásica de Diógenes. No, tampoco nos está dando lecciones de filosofía.
En todo caso su cinismo encaja en la acepción moderna que le damos al término: es
un cínico que se burla de nosotros.
Qué lástima que se haya doctorado en
economía en la Universidad Complutense de Madrid. No le sirvió de mucho,
aprendió más de las malas mañas de su amigo y protector, Fidel Herrera, que a
decir de Miguel Ángel Yunes (que tampoco es un santo), el actual gobernador de
Veracruz, también caerá pronto en manos de la justicia.
Sí, Duarte se burla de nosotros los
mexicanos, nos está diciendo “todo está arreglado, muy pronto saldré limpio y
con toda mi fortuna: me la merezco”. Me resisto a creerlo.
Pero además muy probablemente también
su risa nerviosa muestra locura, como dice mi amigo Octavio Rodríguez, no necesitamos
ser psicólogos para darnos cuenta.
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