Alejandro Mario Fonseca
El día de hoy apareció en las redes
sociales de Internet la siguiente noticia:
Estúpidos: Diputados develan placa conmemorativa con grave error; se burlan en
redes.
Imágenes que
se han hecho virales en las redes muestran la develación de una placa
conmemorativa con un error imperdonable.
Se trata de
un homenaje a los “Constituyentes duranguenses que contribuyeron a la
conformación de nuestra Carta MANGA”, escrito de esa manera, en vez de decir
Carta Magna.
Se refiere a
la Constitución de 1917, promulgada durante el gobierno de Venustiano Carranza.
La placa se descubrió el pasado lunes en el Congreso de Durango. (GURUCHUIRER.com 8/11/17).
Cuánto pudo haber costado este
pequeño catastrófico error, ¿$300 mil pesos? Bueno, eso no es nada, muy
probablemente se trata de una cifra “pírrica” que los mismos diputados
duranguenses se gastan en un desayuno.
Sin embargo, el pequeño rebuzno denota algo
sumamente estremecedor: nuestros diputados en general NO LEEN. No hubo ningún
valiente de esta legislatura norteña que se tomara la molestia de leer la placa antes de develarla.Foto: Placa Legislatura de Durango (televisa) |
Diputados:
analfabetas funcionales
Pero también podemos inferir, para
consuelo de los diputados (consuelo de tontos) que son verdaderos
representantes de un pueblo de analfabetos funcionales.
Además muchos de ellos deben estar
pensando, para descargo de su conciencia, que es un error sin importancia, que
a cualquiera le pasa. “Mal de muchos, consuelo de tontos”.
Y si, es válido, la racionalización
de nuestros errores es lo que nos
permite vivir en un nivel de equilibrio psicológico aceptable. Pero lo grave es
que no se trata de “un error”, sino de que nuestra clase política NO LEE.
Sin embargo, también insisto, la
noticia es escandalosa porque además de mostrar el paradójico bajo nivel
intelectual de nuestra clase política, también muestra irresponsabilidad y
despilfarro.
Por eso estamos cómo estamos. A los
mexicanos nos urge una clase política ilustrada. La legislación electoral debe
cambiar, hay que corregirla, los requisitos para ocupar un puesto de elección
popular deben ser más estrictos. Por lo menos eso sí se puede remediar.
Lo que no se puede remediar, al menos
en el corto plazo, es la grave situación en la que se encuentran la mayoría de
los mexicanos. Muchos no leen porque, a pesar de saber leer, no comprenden lo
que leen: su vocabulario es muy limitado.
La lectura
debe fomentarse desde la infancia
Yo tuve la fortuna de haber crecido
en un ambiente que, aunque limitado, me ofreció la oportunidad de leer desde
muy temprana edad.
A fines de los años 50 mi padre
compraba todas las tardes las Últimas
Noticias de Excélsior. Cómo él ya las había leído seguramente en el autobús
camino a casa, mis hermanos y yo nos peleábamos el periódico vespertino para
leerlo.
También llegaban a mi casa revistas.
Recuerdo que estábamos suscritos al Selecciones
del Reader´s Digest una revista gringa de resúmenes de best sellers.
También llegaba la revista Life en
español.
Los domingos, muy temprano, mi padre
salía de casa y compraba la edición dominical del Excélsior. Que también devorábamos. Sobre todo las tiras cómicas,
que eran toda una sección y una delicia para nosotros los niños.
También leíamos, y eso lo hacíamos a
escondidas de mi papá, “cuentos”, así les llamábamos a las historietas
ilustradas, lo que ahora en tiempos de globalización llamamos “comics”.
Recuerdo Los supersabios, Chanoc, La Familia
Burrón, también caían en mis manos
los cuentos de Walt Disney y los de Superman.
Ya en la secundaria (siempre asistí a
escuelas públicas) hice mis primeras lecturas serias. Recuerdo el Cantar de mío Cid, El Periquillo Sarniento,
Don Quijote de la Mancha… Por cierto, este último fue para mí de difícil
lectura, me aburría, no fue sino hasta ya muy recientemente, ya de viejo, que
lo leí completo.
Leer con un
buen diccionario a la mano
Y en mi primera juventud, ya en la
Escuela Nacional Preparatoria, vendrían las lecturas importantes. Leí obras de
Stefan Sweig, Dostoievski, Hermann Hesse, Nietzsche, Marx y Engels, Marcuse, Octavio
Paz, García Márquez, etcétera. También seguí leyendo periódicos y revistas. Ah
y también monos, los monos de Eduardo del Río (Rius) y otros.
Ser pobre y asistir a escuelas
públicas no debe ser pretexto para no leer. Un niño o un joven al que le gusta
leer, se las ingenia para conseguir los libros, revistas y demás. El asunto
está en que de verdad le guste leer.
Pero cuando se trata de un joven mayor
o de un adulto que quiere leer pero no entiende lo que lee, el problema es
mucho mayor. Requiere de perseverancia y de un buen diccionario.
Cuando ya de profesor universitario
mis alumnos me decían que no les gustaba leer, lo que yo hacía era ponerles una
pequeña prueba de vocabulario, para que se dieran cuenta de que su problema era
de limitación de lenguaje.
Y es que si uno se pone a leer
cualquier texto especializado, debe tener a la mano un buen diccionario. El que
no sabe esto hace el intento, se sienta a leer, pero se va encontrando con
palabras que no entiende, se las va saltando y al cabo de un rato se aburre
porque no entiende lo que está leyendo. Muy pronto desiste de más intentos.
Conclusión
Así que ya de adulto se requiere de
perseverancia y de un buen diccionario. De niño el problema es muy distinto. De
lo que se trata es que a los niños les vaya gustando la lectura.
Es más, desde muy temprana edad,
cuando todavía no saben leer ni escribir, hay que sentarse con ellos todos los
días y leerles cuentos, fábulas, adivinanzas y demás. Y ya mayorcitos sus
primeras lecturas deben hacerse jugando.
Y ya cuando el niño lea sólo, hay que
estar cerca de él porque se va a ir encontrando con palaras que no entiende y
nos va a preguntar. Y muy pronto va a haber palabras que no vamos a saber
contestar o que de plano no sabemos, entonces hay que enseñarlo a usar el
diccionario.
Y ya para finalizar, regreso al tema
de inicio de este artículo. Es una verdadera desgracia que nuestra clase
política, en general, sea analfabeta funcional. Lo que sucedió en la
legislatura duranguense no es un problema menor.
Urge que nos gobiernen mexicanos
medianamente preparados, y sobre todo que se tomen en serio sus funciones: que
lo hagan con responsabilidad y sabiduría.
En el 2018 debemos elegir con mucho cuidado a quienes les vamos a dar nuestros
votos.
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