Alejandro Mario Fonseca
Leo la noticia en la revista Proceso: La estrategia del PRI y del Partido Verde funcionó. El Senado dio
carpetazo al proceso de objeción de la destitución de Santiago Nieto, ex fiscal
especial para la atención de delitos electorales, y la Junta de Coordinación
Política terminó citando para que el próximo martes 7 de noviembre inicie el
proceso de elección del nuevo titular de la FEPADE.
Y mientras que los senadores se van a
un largo puente vacacional, el coordinador de la bancada del PRI Gamboa Patrón
afirmó que “en la democracia se ponen de acuerdo unas veces, a veces no. No nos
pusimos de acuerdo, no pasa nada”.
En medio de
este “no pasa nada”, el coordinador del PT- Morena, Manuel Bartlett, acusó al
PAN y al PRD de haberse “rajado” y romper el bloque opositor que todavía un día
antes insistía en citar a declarar a Elías Beltrán (el flamante “encargado” de
la FEPADE) en un formato de comparecencia en la Comisión de Justicia y con el
voto abierto de todos los legisladores.
Santiago Nieto Castillo |
Funcionarios
chafas, políticos ladinos
Para mi queda claro que Santiago Nieto,
el efímero héroe de la justicia electoral mexicana “chafeó”. En México chafa significa que es de mala calidad o
que carece de elegancia; pero para los hondureños chafa quiere decir persona que por oficio se encarga del
mantenimiento del orden público, la seguridad de los ciudadanos y el
cumplimiento de las leyes.
Y bueno, a final de cuentas nuestro
ex procurador de justicia electoral
reunió las dos acepciones: su encomienda, el cumplimiento de las leyes
electorales resultó mediocre vulgar. Pero me pregunto ¿chafeó él o lo obligaron
a chafear?
Yo creo que fueron las dos cosas. Al
principio del sainete parecía que la oposición al PRI gobierno, de la clase
política en el senado, cerraba filas para apoyarlo. Fue una comedia, un show en
el que todos se rasgaron las vestiduras y a la mera hora lo dejaron sólo.
Y además le dejaron caer todo el peso
de la ley. Sí, suena ridículo, pero cuando le dijeron (¿lo amenazaron?) que iba
a ser sujeto de investigación por sus faltas al debido proceso, muy pronto
reculó y desistió de sus demandas.
Yo fui de los primeros en aplaudir
con entusiasmo la actitud inicial de Santiago Peña. Se veía integro,
desafiante, parecía que iría hasta las últimas consecuencias. Pero no, muy
pronto se echó para atrás y al parecer ahora sólo le interesa salvar el
pellejo. ¿Qué lecciones nos deja este desagradable evento?
Se cocina
una gran alianza, en lo oscurito claro
La lección más evidente es que
nuestros funcionarios, por más altas que sean sus credenciales, están sujetos a
lo que la clase política decida, en función de sus conveniencias. Pero esto hay
que verlo con lupa, a ver ¿por qué el PAN y el PRD se “rajaron”? ¿Qué, acaso a
estos partidos no les debería interesar una FEPADE independiente del poder
ejecutivo?
La hipótesis más racional que se me
ocurre para explicarlo, es que lo que se aproxima es una elección de Estado, en
la que el PRI-Verde irá con un candidato de sacrificio; y el PAN-PRD con un candidato “aceptable” para
los priistas.
Al revés no, porque la situación del
país que está dejando el gobierno priista de Peña Nieto está peor que la que
dejó Calderón. Las reformas estructurales resultaron un fiasco.
La reforma energética, la madre de
todas las reformas devino en lo que los expertos bautizaron como “la estafa
maestra”. Y al parecer la reforma educativa, no es más que una farsa.
Y en cuanto a las reformas que tienen
que ver con la transparencia, con el combate a la corrupción y la impunidad,
pues están atoradas, las procuradurías acéfalas, en fin “esperando mejores
tiempos”.
Así que un candidato priista, aun
cuando fuera “ciudadano” como José Antonio Meade, con “buenas credenciales”,
etcétera, difícilmente ganaría las elecciones: el PRI ya carga con un estigma inocultable.
Y todo esto por no hablar del
deterioro económico, la violencia, corrupción, impunidad, etcétera, que se
incrementaron y están rompiendo records. Pero a ver ¿cuál sería la lección
profunda que nos deja esta pieza dramática y jocosa?
Irresponsabilidad
e ignorancia
Estamos viviendo, y no sólo es un
problema de México, una especie de regresión histórica. La ignorancia de la
sociedad mexicana es premeditada. Ya son tres décadas de deterioro moral y
espiritual. En general el nivel académico de las escuelas públicas y en gran
parte también de las escuelas privadas, anda por los suelos.
Y esto se ha hecho de una manera
conscientemente planeada. La indolencia, y la irresponsabilidad de la élite que
nos gobierna, de la clase política, requieren de una sociedad ignorante y
complaciente.
Es paradójico, pero los más altos
valores de la sociedad actual son el comercio y la tecnología. El consumismo y
la diversión superficial nos dominan. Las computadoras y los celulares son
instrumentos que disfrazan la mediocridad.
Hoy en día cualquier ignorante puede
hacer las veces de periodista, lo único que necesita es un buen celular. Y esto
engrana perfectamente bien con las necesidades del poder político, que lo único
que le interesa es seguir acumulando grandes riquezas en el menor tiempo
posible.
Una de las características del
capitalismo salvaje que nos tocó vivir es que la única élite que reconocemos y
hasta veneramos, es la élite del poder: aquella que se expresa por la cantidad.
El prestigio lo dan los lujos, el dinero, el despilfarro.
Urge una
reforma educativa en serio
Las élites intelectuales, artísticas,
en suma culturales, son la alternativa de calidad que tanto nos urge, pero han
quedado marginadas: casi nadie les reconoce algún valor. También urge hacer un
reclamo de auxilio a las élites académicas: están llamadas a enfrentar una gran
responsabilidad histórica.
Se trata de un sector privilegiado de
nuestra sociedad que no ha sabido responder a las demandas de nuestros tiempos.
Los maestros de las escuelas, capacitadores e instructores de todo tipo, los
profesores de los tecnológicos, las universidades y posgrados, son los que
debieran asumir una responsabilidad que no están aceptando cabalmente.
No hay que bajar la guardia y seguir
el ejemplo de un puñado de intelectuales, de artistas, periodistas y académicos
que están dando la batalla. Contra viento y marea se resisten a aceptar este
México dominado por el autoritarismo simulado: por una clase política abusiva y
ladina, y por un puñado de funcionarios públicos de “muy alto nivel” pero
irresponsables, acomodaticios y chafas.
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