Alejandro Mario Fonseca
Quiero iniciar ésta nota con una duda
que tengo desde hace rato. ¿López Obrador es realmente un líder carismático con
suficiente experiencia y solvencia moral como para enderezar este país?
¿O muchos de los que estamos ávidos de
corregir la terrible situación de corrupción e impunidad que vivimos desde hace
ya más de seis décadas, y que se ha exacerbado desde el salinato, estamos
creándonos falsas expectativas?
La primera hipótesis es la más
sencilla, la más directa, la que no requiere mayor explicación que la de la
gente humilde y bien intencionada: a los mexicanos nos urge un presidente
“bueno que nos ayude”. Y ese es López Obrador: el “filántropo que rompió con el
ogro”.
Entonces el líder de Morena sería una
especie de “demiurgo” político.
Término filosófico que en la filosofía platónica y gnóstica, significaba artífice o alma universal que es principio
ordenador de los elementos preexistentes.
Y esta metáfora resulta perfectamente
coherente con nuestra tradición política: la mayoría acepta el poder
unipersonal absoluto del presidente en turno y deposita en él todas sus
esperanzas. Pero ya no tanto.
AMLO ¿Angel o diablo? |
¿México ya
cambió?
Sucede que desde que Vicente Fox, el
“bufón de la casa presidencial” llegó a Los Pinos, el sistema político mexicano
cambió, el presidente ya no detenta el
poder absoluto.
Ahora lo comparte con los gobernadores, los
partidos políticos, el capital financiero internacional y una estrecha
plutocracia nativa; y aunque ya en menor medida, también con los medios de
comunicación, la Iglesia y el Ejército.
Y resulta que todos estos personajes
y grupos tienen sus propios intereses y seguramente van a jugar sus cartas y le
van a apostar a aquél candidato que les garantice seguridad. Por no hablar de
la continuidad del dinero fácil que, para ya no pocos, garantiza la corrupción
y la impunidad.
Así que ahora el “presidencialismo
mexicano” ya no es incompatible con la existencia de “demiurgos inferiores”. Y ampliando
la metáfora, el “demiurgo” también
tendría una segunda difícil tarea, la de alinear o negociar con todos aquellos
que lo desafíen, incluso sus propios correligionarios.
Y aquí es donde entra la segunda
hipótesis, la de las falsas expectativas. ¿Tendrá López Obrador la suficiente
capacidad como para obligar a los “nuevos demiurgos” a corregir sus excesos,
sus abusos, sus excentricidades y demás vicios?
No lo creo, y la prueba está en que
ni siquiera cuenta con la suficiente capacidad para participar con sus propios
candidatos. Está echando mano de priistas.
¿Cambiar
para seguir igual?
Tomo la noticia del diario La Jornada de Oriente. Dos ex
militantes del Partido Revolucionario Institucional (PRI) se quedaron con
las dos candidaturas que registrará Morena para el Senado de la
República en Puebla.
En el primer lugar de la fórmula se registrará
al diputado federal Alejandro Armenta Mier y en el segundo a la ex
funcionaria federal Nancy de la Sierra Arámburo.
El Comité Ejecutivo Nacional (CEN)
dio a conocer la decisión en una reunión que sostuvo ayer con los ganadores de
las posiciones y los aspirantes descartados. (24/11/2007).
¿Y quiénes son los descartados? Nada
menos que Gabriel Biestro Medinilla, Fernando Jara Vargas y Miguel Guerra
Castillo, liderazgos de larga trayectoria en el movimiento que encabeza
Andrés Manuel López Obrador, fundador y actual dirigente nacional de Morena.
Así que dos avezados priistas,
además “marinistas”, Armenta Mier y
Nancy de la Sierra, van para el Senado de la República enarbolando la bandera
de la regeneración nacional, de la honestidad valiente, de la austeridad
repúblicana, etcétera.
Y aunque nos falta mucho por ver, ya
que todavía está pendiente la
designación de los candidatos a diputados y a presidentes municipales, la
noticia resulta de muy mal agüero. Y es que se trata de un pésimo inicio del “Peje
dedazo” y presagia lo que todavía
estamos por vivir.
¿Secta de
sinvergüenzas?
Pero más que un mal presagio se trata
de una señal supersticiosa de los
acontecimientos políticos del futuro inmediato. Y es que ¿dónde quedó, ya no
digamos la “democracia” (las famosas encuestas), sino la lealtad y el respeto
hacia la propia militancia?
¿Qué es la democracia? se preguntaba Jorge
Luis Borges allá por el año 1976. Y el
argentino gigante de las letras, se contestaba jocosamente que la democracia es
una superstición muy difundida, un abuso de la estadística.
“¿Usted cree que para resolver un problema
matemático o estético hay que consultar a la mayoría de la gente? Yo diría que
no; entonces ¿por qué suponer que la mayoría de la gente entiende de política?
La verdad es que no entienden, y se
dejan embaucar por una secta de sinvergüenzas, que por lo general son los
políticos nacionales. Estos señores que van desparramando su retrato, haciendo
promesas, a veces amenazas, sobornando, en suma.
Para mí ser político es uno de los
oficios más tristes del ser humano. Esto no lo digo contra ningún político en
particular. Digo en general, que una persona que trate de hacerse popular a
todos parece singularmente no tener vergüenza. El político en sí no me inspira
ningún respeto. Como político."
¿Pactando
con el diablo?
Borges es demoledor por eso resulta
catártico. Pero existe otra interpretación de los hechos, más weberiana, más
maquiavélica. Sería aquella en la que AMLO por fin entendió que sólo no podrá
llegar a la presidencia de la República.
Morena carece de estructura
partidaria en gran parte del país, y en donde la tiene es muy raquítica. Puebla
no escapa a esta realidad y los pocos líderes auténticos de Morena son
desconocidos para la mayoría de los poblanos.
Este hecho, combinado con el férreo
dominio del morenovallismo en la entidad, ha traído como consecuencia que
muchos priistas hayan quedado en el limbo de la política, esperando que un
ángel piadoso les tienda la mano para regresar al paraíso de la clase política en el poder.
La apuesta de López Obrador no es tan
descabellada. Los priistas Armenta Mier y Nancy de la Sierra probablemente le
darán más votos que cualquier otro candidato de su propio partido.
Pero quedan dudas en el aire. ¿Si estos
priistas llegaran al Senado estarían
dispuestos a renunciar a los privilegios y canonjías que se disfrutan allí? ¿Ya
habrán leído el Proyecto de Nación de AMLO? ¿Van en serio, o ya como senadores
se regresarían al PRI?
Y ya para terminar. ¿Es AMLO un ángel
piadoso o un diablo maquiavélico? Yo creo que como “viejo diablo” las dos
cosas, cada una en su momento. A ver qué pasa.
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