Por Félix Carbajal Juárez
Hace algunos días leí, la interesante
disertación que de la personalidad de Andrés Manuel López Obrador, hace
Alejandro Mario Fonseca, ex catedrático de la BUAP, otorgándole el “Título de
Demiurgo Político”, en referencia a la descripción filosófica gnóstica de “Alma
Universal que es Principio Ordenador de los Elementos Preexistentes”.
Descripción usada antiguamente para definir a personajes ilustres, grandes
innovadores o forjadores de grandes imperios.
Alejandro el Magno, sería un buen ejemplo.
Entiendo y coincido, con el deseo del
señor Alejandro Mario Fonseca, de eliminar de nuestro País, la corrupción y la
inseguridad que nos golpea desde hace varias décadas; pero difiero en la
creencia que un solo hombre; aunque sea Presidente de la República sea capaz de
hacerlo.
El presidente Felipe Calderón,
que trató de hacerlo unilateralmente, se ahogó en su intento. Carlos Salinas de Gortari, quien fuera el
último de los presidentes con poder omnímodo o casi, en la última fase de su
mandato quedó tan débil que cayó en el desprestigio y, actualmente, solo se
hace presente, en las citas de la Mafia del Poder, que frecuentemente menciona Andrés Manuel. A quien su actuación como Jefe
de Gobierno en el Distrito Federal, lo
impulsó como político de altos vuelos, resaltan dos cualidades:
demiurgo "La virtud del invitado" |
1.-La Filantropía, que con
el uso de los recursos de los contribuyentes, sirvió para dotar de una pensión
a los ancianos y ayudó a paliar las fallas de prevención que NO tuvieron los
legisladores a lo largo de por lo menos cuarenta años. Una filantropía que se negó
a ejercer, cuando le solicitaron, usara parte de los recursos electorales
asignados a Morena, en beneficio de los damnificados por los sismos del mes de
septiembre.
2.-La Corrupción desmedida durante
su mandato, que tuvo su máxima expresión en el surgimiento del Iceberg,
formado por la entrega de un portafolio lleno de billetes de banco a
René Bejarano, uno de sus colaboradores más cercanos, originándole el mote del
“señor
de las ligas” y, las imágenes del tesorero del gobierno,
que comandaba Andrés
Manuel, jugándose mensualmente, en la ciudad de Las Vegas, cantidades
muy superiores a los Ingresos que su puesto le generaba y, sin que pudiera
explicar la procedencia del dinero.
La otra característica de Andrés
Manuel, que Alejandro Mario Fonseca acertadamente menciona, es el
ejercicio del poder omnímodo que en su partido “Morena” ejerce y que lo hace
comparable al, afortunadamente, ya perdido poder absoluto del Priismo en su
período cumbre. Cuyo final, como ya mencioné, sucedió durante el Salinato y,
sirvió para dar paso al período de gloria de Porfirio Muñoz Ledo, como
legislador.
Actualmente; aunque incipiente, el
ejercicio real de los Tres Poderes que gobiernan la Nación,
empieza
a ejercerse realmente. Volver atrás, sería el gran retroceso y dada la
conformación socioeconómica del país y las obligaciones adquiridas
internacionalmente en una economía globalizada nos hundiría en una severa
crisis.
Por otro lado, AMLO, en sus cerca de dieciocho años de campaña, no
ha mostrado el conocimiento y equipo necesarios para manejar un país con una
economía moderna en expansión que ha roto sus paradigmas tradicionales. No desgraciadamente
para Andrés Manuel, su sueño de poder absolutista, hace tiempo pasó a la historia.
De llegar a la presidencia manteniendo esa obsesión sería el gran obstáculo en
el desarrollo del país.
Finalmente, a diferencia y con el
debido respeto de la apreciación del ex catedrático Alejandro Mario Fonseca, creo que el calificativo
de Demiurgo,
le queda holgado a Andrés Manuel.
Hasta la próxima…
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