Alejandro
Mario Fonseca
Quizá se volvió malo, o quizá ya era
malo de nacimiento…
-Juan Rulfo, El llano en llamas.
Usted qué opina ¿los mexicanos somos
buenos o somos malos por naturaleza? La pregunta me sorprende a mí más que a
usted. Pero todavía me encuentro con despistados que quisieran un gobierno
fuerte: represor.
El argumento es que la violencia, la
corrupción, la impunidad y demás vicios que se han exacerbado desde los años 90,
se deben a que desde el gobierno de Zedillo hasta el actual de Peña Nieto, la
institución presidencial se ha ido debilitando.
Antes “el presidente si gobernaba,
nadie se atrevía a contradecirlo, había orden y respeto; los mexicanos
confiaban en las instituciones gubernamentales y se disciplinaban ante un poder
indiscutible”.
Implícita en esta concepción del
presidencialismo mexicano está la idea de que los mexicanos somos
irresponsables, flojos, faltos de iniciativa, egoístas…; en suma, carecemos de
las virtudes humanas básicas: somos malos.
Así que lo que necesitamos es un
gobierno que se haga temer, que se
imponga por la fuerza y nos obligue a todos a trabajar y a dejarnos de
tonterías y cuentos. Necesitamos presidencias fuertes como la de Díaz Ordaz o la de Salinas de Gortari.
Mexicano en una nopalera. |
El Leviatán
de Hobbes
No estoy de acuerdo, pero sucede que
la idea no es tan descabellada, es más la formuló por primera vez uno de los
pioneros de la filosofía política, que todos los interesados en la política
deberíamos estudiar.
Leviatán, o La materia, forma y poder
de una república eclesiástica y civil, comúnmente llamado Leviatán,
es el libro más conocido del filósofo político inglés Thomas
Hobbes.
Publicado en 1651, su título hace
referencia al monstruo bíblico Leviatán, de poder descomunal: "Nadie
hay tan osado que lo despierte... De su grandeza tienen temor los fuertes... No
hay sobre la Tierra quien se le parezca, animal hecho exento de temor.
Menosprecia toda cosa alta; es rey sobre todos los soberbios". El Leviatán
es el Estado.
La obra de Hobbes, marcadamente conservadora,
puede entenderse como una justificación del Estado absoluto y a la vez que
como la propuesta teórica del contrato social, y establece una doctrina de
derecho moderno como base de las sociedades y de
los gobiernos legítimos.
Para Hobbes el ser humano es malo por
naturaleza. Para él la voluntad y la conducta humanas, tienden siempre a la
acción motivada por el deseo: el poder del hombre reside en su capacidad de
actuar, y la adquisición del poder se convierte en una búsqueda permanente y
dominada por la pasión.
La persona actúa según los impulsos
que recibe del exterior, por lo que intentará a toda costa evitar los impulsos
que le resulten desagradables y conseguir su satisfacción.
¿El hombre
es un lobo para el hombre?
El problema surge cuando estas
fuentes de placer hay que compartirlas con otras personas o cuando interfieren
con sus deseos. Ello determina que cada ser humano esté en continua guerra con
los demás.
Esta situación en la que vive el ser
humano en su estado natural encontró su mejor definición en dos de sus
sentencias más universalmente conocidas: Bellum omnium contra omnes («Guerra
de todos contra todos»); y Homo homini lupus est («El hombre es un
lobo para el hombre»).
Después vendrían los filósofos de la
Ilustración John Locke y Jean Jackes Rousseau, quienes contrariamente a Hobbes,
concebirían al ser humano bueno por naturaleza; y con la capacidad suficiente como
para vivir en sociedades igualitarias, libres y democráticas.
Y van a ser los utopistas los que más
claramente discuten el problema: en el siglo XVI las obras de Erasmo de
Rotterdam (Elogio de la locura)
y de Tomás Moro (Utopía)
y la de Baltasar Gracián (El
Criticón) en el siglo XVII. Y con ellos se inicia la discusión del ser
humano como malo por naturaleza o bueno por naturaleza.
El mito del
buen salvaje
Por allá a mediados de los años 70
tuve la fortuna de ver la película El pequeño salvaje (L'Enfant
sauvage), basada en hechos reales, es una cinta
francesa de 1970, dirigida por Truffaut e inspirada en la
historia de un niño que en 1790 fue encontrado en los bosques
de Francia, cerca de Toulouse.
El niño aparentemente había pasado toda la
niñez sólo, no se sabía su edad, pero los habitantes del lugar calcularon que
tenía 12 años. La película se desarrolla alrededor del año 1800 en Francia y se
basa en la biografía de Victor de Aveyron, tal como fue recogida por el médico
Dr. Jean Itard.
Y ojo, estimado lector, esta película
trata la importancia que tienen la educación y el proceso
de socialización en el ser humano y las implicaciones que tiene su
ausencia.
Y aquí viene lo más importante:
Truffaut muestra el contraste entre la libertad, ingenuidad y felicidad del ser
humano en estado natural y la hipocresía y corrupción de la civilización.
Pero el mito del buen salvaje nos
sigue conmoviendo. El tema acerca de la bondad del ser humano aparece en
conjunción con lo exótico de los pueblos primitivos en obras que son ya
universales como El libro de la
selva o Tarzán así
como en El Señor de las Moscas,
tanto en la novela de 1954 como en la película homónima de 1990.
Y ya entrados en materia, vale la
pena comentar obras de ciencia ficción claramente influidas por el Buen
Salvaje, tales como Avatar o
Un
mundo feliz, que desarrollan el mito llevándolo a extremos sobre las
aberraciones e injusticias de las sociedades humanas modernas.
Reflexión
política
Pero regresando al tema original de
este artículo, el ser humano no es ni bueno ni malo por naturaleza. Todos somos
buenos y malos, ¿qué tanto lo somos? Todo depende de la suerte que tuvimos al
nacer, de la educación que recibimos: los valores humanos se aprenden en
familia.
En el México que nos tocó vivir, la
pobreza y la ignorancia son el caldo de cultivo para que los malos políticos
impongan su voluntad. Por eso es que la hipocresía, la corrupción y la
impunidad campean en todos los ámbitos de nuestra vida económica política y
social.
Sin embargo, no podemos desaprovechar
la oportunidad que nos brinda la actual
coyuntura electoral, no debemos quedarnos con los brazos cruzados, algo tenemos
que hacer.
Tenemos que sumarnos a lo que ya algunas
organizaciones sociales están haciendo. Lo primero es buscar y difundir
información fidedigna sobre los candidatos, los personajes que nos quieren
gobernar; y lo segundo colaborar en la transparencia de los comicios y en la
defensa del voto, gane quien gane. Se ve difícil pero no imposible. ¿Qué tal?
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