lunes, 11 de diciembre de 2017

Más allá del bien y del mal

Alejandro Mario Fonseca
Quizá se volvió malo, o quizá ya era malo de nacimiento…
-Juan Rulfo, El llano en llamas.


Usted qué opina ¿los mexicanos somos buenos o somos malos por naturaleza? La pregunta me sorprende a mí más que a usted. Pero todavía me encuentro con despistados que quisieran un gobierno fuerte: represor.
El argumento es que la violencia, la corrupción, la impunidad y demás vicios que se han exacerbado desde los años 90, se deben a que desde el gobierno de Zedillo hasta el actual de Peña Nieto, la institución presidencial se ha ido debilitando.
Antes “el presidente si gobernaba, nadie se atrevía a contradecirlo, había orden y respeto; los mexicanos confiaban en las instituciones gubernamentales y se disciplinaban ante un poder indiscutible”.
Implícita en esta concepción del presidencialismo mexicano está la idea de que los mexicanos somos irresponsables, flojos, faltos de iniciativa, egoístas…; en suma, carecemos de las virtudes humanas básicas: somos malos.
Así que lo que necesitamos es un gobierno que se haga temer, que se imponga por la fuerza y nos obligue a todos a trabajar y a dejarnos de tonterías y cuentos. Necesitamos presidencias fuertes como la  de Díaz Ordaz o la  de Salinas de Gortari.
Mexicano en una nopalera.

El Leviatán de Hobbes
No estoy de acuerdo, pero sucede que la idea no es tan descabellada, es más la formuló por primera vez uno de los pioneros de la filosofía política, que todos los interesados en la política deberíamos estudiar.
Leviatán, o La materia, forma y poder de una república eclesiástica y civil, comúnmente llamado Leviatán, es el libro más conocido del filósofo político inglés Thomas Hobbes.
Publicado en 1651, su título hace referencia al monstruo bíblico Leviatán, de poder descomunal: "Nadie hay tan osado que lo despierte... De su grandeza tienen temor los fuertes... No hay sobre la Tierra quien se le parezca, animal hecho exento de temor. Menosprecia toda cosa alta; es rey sobre todos los soberbios". El Leviatán es el Estado.
La obra de Hobbes, marcadamente conservadora, puede entenderse como una justificación del Estado absoluto y a la vez que como la propuesta teórica del contrato social, y establece una doctrina de derecho moderno como base de las sociedades y de los gobiernos legítimos.
Para Hobbes el ser humano es malo por naturaleza. Para él la voluntad y la conducta humanas, tienden siempre a la acción motivada por el deseo: el poder del hombre reside en su capacidad de actuar, y la adquisición del poder se convierte en una búsqueda permanente y dominada por la pasión.
La persona actúa según los impulsos que recibe del exterior, por lo que intentará a toda costa evitar los impulsos que le resulten desagradables y conseguir su satisfacción.


¿El hombre es un lobo para el hombre?
El problema surge cuando estas fuentes de placer hay que compartirlas con otras personas o cuando interfieren con sus deseos. Ello determina que cada ser humano esté en continua guerra con los demás.
Esta situación en la que vive el ser humano en su estado natural encontró su mejor definición en dos de sus sentencias más universalmente conocidas: Bellum omnium contra omnes («Guerra de todos contra todos»); y Homo homini lupus est («El hombre es un lobo para el hombre»).
Después vendrían los filósofos de la Ilustración John Locke y Jean Jackes Rousseau, quienes contrariamente a Hobbes, concebirían al ser humano bueno por naturaleza; y con la capacidad suficiente como para vivir en sociedades igualitarias, libres y democráticas.
Y van a ser los utopistas los que más claramente discuten el problema: en el siglo XVI las obras de Erasmo de Rotterdam (Elogio de la locura) y de  Tomás Moro (Utopía) y la de Baltasar Gracián (El Criticón) en el siglo XVII. Y con ellos se inicia la discusión del ser humano como malo por naturaleza o bueno por naturaleza.


El mito del buen salvaje
Por allá a mediados de los años 70 tuve la fortuna de ver la película El pequeño salvaje (L'Enfant sauvage), basada en hechos reales, es una cinta francesa de 1970, dirigida por Truffaut e inspirada en la historia de un niño que en 1790 fue encontrado en los bosques de Francia, cerca de Toulouse.
 El niño aparentemente había pasado toda la niñez sólo, no se sabía su edad, pero los habitantes del lugar calcularon que tenía 12 años. La película se desarrolla alrededor del año 1800 en Francia y se basa en la biografía de Victor de Aveyron, tal como fue recogida por el médico Dr. Jean Itard.
Y ojo, estimado lector, esta película trata la importancia que tienen la educación y el proceso de socialización en el ser humano y las implicaciones que tiene su ausencia.
Y aquí viene lo más importante: Truffaut muestra el contraste entre la libertad, ingenuidad y felicidad del ser humano en estado natural y la hipocresía y corrupción de la civilización.
Pero el mito del buen salvaje nos sigue conmoviendo. El tema acerca de la bondad del ser humano aparece en conjunción con lo exótico de los pueblos primitivos en obras que son ya universales como El libro de la selva o Tarzán así como en El Señor de las Moscas, tanto en la novela de 1954 como en la película homónima de 1990.
Y ya entrados en materia, vale la pena comentar obras de ciencia ficción claramente influidas por el Buen Salvaje, tales como Avatar o Un mundo feliz, que desarrollan el mito llevándolo a extremos sobre las aberraciones e injusticias de las sociedades humanas modernas.

Reflexión política
Pero regresando al tema original de este artículo, el ser humano no es ni bueno ni malo por naturaleza. Todos somos buenos y malos, ¿qué tanto lo somos? Todo depende de la suerte que tuvimos al nacer, de la educación que recibimos: los valores humanos se aprenden en familia.
En el México que nos tocó vivir, la pobreza y la ignorancia son el caldo de cultivo para que los malos políticos impongan su voluntad. Por eso es que la hipocresía, la corrupción y la impunidad campean en todos los ámbitos de nuestra vida económica política y social.
Sin embargo, no podemos desaprovechar la oportunidad que nos brinda  la actual coyuntura electoral, no debemos quedarnos con los brazos cruzados, algo tenemos que hacer.
 Tenemos que sumarnos a lo que ya algunas organizaciones sociales están haciendo. Lo primero es buscar y difundir información fidedigna sobre los candidatos, los personajes que nos quieren gobernar; y lo segundo colaborar en la transparencia de los comicios y en la defensa del voto, gane quien gane. Se ve difícil pero no imposible. ¿Qué tal?

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