Por Alejandro Mario Fonseca
Uno de sus personajes más famosos fue El
Pirrurris (el hijo presumido de un millonario). Su programa de
televisión más famoso era "El mundo de Luis de Alba" (1978-1981),
donde el Pirrurris y otros personajes aparecían con regularidad.
Después de que este programa dejó de
transmitirse, Luis de Alba se mantuvo muchos años lejos de la televisión, pero
las nuevas retransmisiones de sus antiguos programas siguieron siendo
populares.
En 2004 volvió, personificando al
Pirrurris, en el programa de Jorge Ortiz de Pinedo llamado La
Escuelita VIP, una comedia para adultos desarrollada en una escuela
primaria en la que los estudiantes son personificados por actores adultos.
Resulta, amable lector, que hora que
el dedazo de Ricardo Anaya, el máximo líder del Partido Acción Nacional, apunto
hacia sí mismo, Andrés Manuel López Obrador no tardó en tacharlo de
“pirrurris”, de “señoritingo”.
Yo leí la noticia en el diario Reforma y me pareció una apreciación
provocadora. Y al escribir esto, me percato de que no pocos medios le agregaron
el calificativo de “blanco”, con lo que AMLO ahora resulta además de grosero,
racista.
Y esto último sí que me resulta
divertido, pero mañoso y manipulador. Lo que veo es que las campañas
electorales todavía no inician pero ya toda la oposición a AMLO está rabiosa.
Lo tachan de todo: populista, mentiroso, malo, peligroso, ratero, etcétera; y
además de racista.
Diego Fernández de Cevallos y Ricardo Anaya |
¿Quién es
Ricardo Anaya?
Pero antes de seguir con el tema
veamos quién es Anaya. Nació en Querétaro el 25 de
febrero de 1979. Es un abogado
y político mexicano, miembro y expresidente del PAN.
Fue diputado federal por la vía
plurinominal en la LXII Legislatura del Congreso de la Unión; y Presidente
de la Cámara de Diputados; también fue líder del Grupo Parlamentario del
PAN en dicha cámara.
Se desempeñó como presidente nacional
del PAN desde enero del 2015 hasta el 9 de diciembre de 2017, cuando
anunció sus intenciones de buscar la candidatura presidencial por la coalición
Por México al Frente. Su carrera política es meteórica.
Su currículum académico aunque
efímero, no es despreciable. Abogado por la Autónoma de Querétaro, también es
doctor en ciencia política por la UNAM. Ambos títulos lo obtuvo con mención
honorífica.
Así que se trata de un joven panista
brillante, pero sobre todo muy hábil para la política. Cuando empezó a
sobresalir en las noticias me pareció un “Jefe Diego” en chiquito. Y ahora
resulta que no estaba yo tan herrado: su principal asesor resultó ser Diego
Fernández de Cevallos.
El Jefe
Diego: “cerebro maquiavélico” de Anaya
No quiero desviar mi crítica hacia el
“Jefe Diego”, tan sólo destaco dos datos. Durante toda su vida ha destacado como abogado, siendo
controvertidos los casos que ha manejado pues ha sido acusado de utilizar sus
influencias políticas para obtener información y cuantiosos beneficios
personales.
Y segundo, en 1993 fue candidato a la
presidencia de la República compitiendo con Ernesto Zedillo y con Cuauhtémoc
Cárdenas. Y tras un debate televisivo muy polémico, pero que a todas luces
ganó, se hizo a un lado para dejarle el
camino libre a Zedillo.
Hay quienes aseguran que recibió
mucho dinero del gobierno de Salinas para que facilitara la victoria del
abanderado del PRI. No sé si sea cierto, pero lo que sí sé es que casi abandonó
su campaña política: se dejó ganar.
Y ahora el “Jefe Diego” aparece como
el “cerebro maquiavélico” atrás de Ricardo Anaya. Y sí, me parece lógico, ¿cómo
es posible que un jovencito con una trayectoria política tan limitada haya
desplazado a los viejos lobos del PAN?
Pero además el hecho de que el “Jefe Diego”
este atrás de Anaya resulta de muy mal agüero. Espero equivocarme, pero el
inicio de campaña de Anaya no deja lugar a dudas: su principal tarea parece ser
no la de ganar, sino la de atacar a AMLO para allanarle el camino a José
Antonio Meade.
¿De verdad
Anaya quiere ser Presidente?
¿Qué no? Tan sólo hay que ver con
cuidado su discurso de inicio de campaña del pasado domingo (10/XII/17). Y es
que su arranque su posicionamiento político, debió haber sido breve, anecdótico
y emocional, pero resulto frío y aburrido, decepcionante.
Empezó bien, apuntando que el gobierno
de Peña Nieto ha sido un “verdadero desastre nacional”: degeneró en más
corrupción, más inseguridad y más desigualdad. Bien, pero “el gobierno de Peña
no es el responsable, sino que el problema de fondo es “que no hemos cambiado
de régimen político”.
Y entonces apuntó sus baterías contra
los gobiernos de Vicente Fox y de Felipe Calderón. Ellos “son los responsables
de que las estructuras priistas, profundamente corruptas, sigan vigentes”.
¿Dónde quedó el orgullo panista?
Disparó sobre todo contra Calderón ya
que fue “el sexenio con mayor inversión en infraestructura en la historia de
nuestro país, pero seamos sinceros y seamos autocríticos: otra vez no cambiamos
las estructuras clientelares y corporativas del PRI, quedó intacto el pacto de
impunidad”.
“Y también hay que decirlo: de buena
fe, con rectitud de intención, pero sin una estrategia clara y eficaz se
disparó la violencia hasta alcanzar niveles francamente insospechados. Y detrás
de esa violencia hay enorme sufrimiento. Hay tragedias humanas. Hubo avances,
sí. Pero no cambiamos el régimen.”
Pirrurris:
junior millonario y presumido
Pero lo más desconcertante del
discurso no fue la crítica, sino la propuesta. En lugar del desmantelamiento de
las redes de corrupción, o de una verdadera estrategia para combatir la
violencia y la inseguridad, propuso el “Ingreso Básico Universal”: con lo que
sonó más pejista que el Peje.
Y ya para rematar, atiborró a su
auditorio con una mezcla de temas y
cifras sobre la pobreza, empresas exitosas, modelos económicos y avances
tecnológicos,… que nada tenían que ver con el posicionamiento político que
todos sus correligionarios esperaban.
No estoy de acuerdo con el empleo de
epítetos, apodos y calificativos para denigrar a la oposición política, pero en
el caso de Ricardo Anaya, parece estarse ganando a pulso el mote de
“pirrurris”. Al menos en su ceremonia de inicio de campaña eso fue lo que
demostró a sus correligionarios.
Estoy seguro de que para no pocos
panistas Anaya resultó más que audaz e inteligente; un traidor, inescrupuloso e
irresponsable.
Y ya para terminar, no entiendo el
subterfugio de tachar a AMLO de racista. A ver si no les sale el tiro por la
culata. Si alguien tiene fama de racista son los personajes prepotentes,
hipócritas y conservadores al estilo del “Jefe Diego”.
Bibliografía: Anaya no quiere ser presidente: quiere ser el Albert Einstein de
México; L. A. Espino; Revista Letras
Libres.
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