Alejandro Mario Fonseca
Daniel Bell nació en 1911 en Nueva
York bajo el nombre de Daniel Bolotsky, fue hijo de
inmigrantes judíos. Cuando Daniel tenía 13 años de edad, su familia cambió
el apellido Bolotsky por Bell.
Bell estudió sociología en
la Universidad de Columbia. Se dio a conocer por sus contribuciones como
editor de las revistas The Public Interest Magazine, Fortune y The
New Leader. Bell estuvo entre los Intelectuales de Nueva York, un
grupo de escritores de izquierda antifascistas.
En México lo conocimos por que
publicaba sus ensayos en la revista Vuelta
de Octavio Paz. Pero también porque participó en el famoso encuentro La experiencia de la libertad, del 27
de agosto al 2 de septiembre de 1990, que fue un momento insólito en la
historia intelectual de México.
Octavio Paz y Enrique Krauze, invitaron a México a varios de los
protagonistas de las transiciones democráticas que en aquellos tiempos
conmovían al mundo.
Enrique Cardénas reconoce su derrota. arraso en la zona metropolitana de Puebla. |
Como dijo Cristopher Domínguez
Michael, a menos de un año de la caída
del Muro de Berlín en noviembre de 1989 y antes de la disolución de la Unión
Soviética a fines de 1991, durante ese verdadero interregno que fue 1990 se
juntaron en la ciudad de México, en aquella fiesta de lucidez, los veteranos
(algunos aún jóvenes) de las batallas cuyo fragor estaba desmoronando el
edificio del eufemísticamente llamado “socialismo real”.
¿Por qué han
fracasado algunas experiencias democráticas?
Bell escribió en El fin de las ideologías, precediendo a otros autores que han
teorizado desde posiciones más conservadoras que la suya, acerca del final de
la dialéctica de la historia y la aparición del pensamiento único.
Su conclusión era conmovedora y hasta
escalofriante: La historia y las
ideologías ceden ante la implantación universal de la democracia y de la
economía de mercado.
Otro intelectual norteamericano de
origen japonés Francis Fukuyama se haría famoso con la misma tesis. En El
fin de la Historia y el último
hombre expone la Historia, como una
lucha de ideologías, que ha
terminado, con un mundo basado en la democracia liberal, que se ha
impuesto tras el fin de
la Guerra Fría.
Bell, en otro libro Las contradicciones culturales del
capitalismo, confronta la expansión del sistema de acuerdo con razones de
máxima eficacia y un desarrollo cultural que acentúa la gratificación personal
y el hedonismo, que son la respuesta reactiva a la vieja ética puritana que
acompañó el desarrollo de la burguesía.
En este último texto Daniel Bell nos
regala un interesante análisis del fracaso de la democracia en los países
tercermundistas, especialmente en los países africanos como Angola y
Mozambique.
Su conclusión es iluminadora: no
contaban con un sistema educativo maduro, especialmente con educación superior
consolidada. Esto se traducía en un serio obstáculo para la “rotación de las
élites”.
La
democracia mexicana: con dificultades pero avanza
Lo que Bell nos hacía ver es la
necesidad de una alternativa de ocupación fuera del gobierno para los líderes
desplazados del mismo cuando su partido perdía las elecciones.
Así, las universidades resultan una
de las claves para la alternancia en los gobiernos. En los Estados Unidos y en
Europa los líderes políticos van y vienen de los institutos de investigación
universitarios a los puestos de gobierno.
Aunque claro, estamos hablando de un
tipo ideal de democracia. Existen muchas excepciones a esta regla y el ejemplo
del gobierno del bully Trump es muy claro: también es posible que se cuelen
líderes empresariales carentes de formación intelectual.
Otro factor importante de la garantía
de una democracia, es la de la necesidad de contar con una clase media lo
suficientemente grande y con suficiente información, como para poder ejercer su
derecho al voto “conscientemente”.
Como lo demuestra Daniel Bell, en los
países africanos la democracia fracasó debido a la carencia de instituciones
educativas que propiciaran la “rotación de las élites”.
En México nuestro país, ya contamos
con un sistema universitario medianamente solvente. Sin embargo el número de
universidades de alto nivel es todavía insuficiente y son muy pocas las instituciones
que ofrecen la alternativa de espacios para los líderes políticos que pierden
en las contiendas electorales.
Además el desequilibrio social es
todavía muy grande y son muy bastos los sectores de la sociedad que siguen
votando de manera inducida: aún con Morena como partido oficial, persisten el
acarreo, la manipulación y toda clase de vicios relacionados con la ignorancia.
San Pedro
Cholula: un análisis de caso
Veamos el caso de las recientes
elecciones extraordinarias que se realizaron en el estado de Puebla para elegir
gobernador.
¿Por qué el candidato oficial Miguel
Barbosa perdió aplastantemente en la zona metropolitana de la entidad,
especialmente en Cholula?
Si nos atenemos a las apariencias, se
debió a que el candidato de oposición, el Dr. Enrique Cárdenas al ser de
Cholula y además muy querido y respetado por su trayectoria académica, logró atraer
el voto de manera aplastante.
Y si, esa es una de las razones. Pero
hay otras no tan evidentes, como el mal desempeño de los gobiernos municipales
morenistas cholultecas en el medio año que llevan gobernando.
Pero también está el hecho de que la
zona metropolitana de Puebla capital es eminentemente universitaria. Y esto
combinado con un malísimo candidato (Barbosa) influyó notablemente en los
resultados: ganó el voto de la dignidad.
Miguel Barbosa ganó aplastantemente
en las zonas más pobres del estado, aquellas en las que el mensaje sensato,
propositivo y progresista del Dr. Cárdenas no llegó, y si llegó no contó con
una recepción consciente: ganó por el voto de la ignorancia.
Pero además todo el aparato del
partido Morena, ahora oficial se volcó para apoyar a Barbosa. En los mítines lo
veíamos con toda claridad. Morena es el PRI de antes: acarreos, regalos,
comida, promesas, etcétera.
Quién sabe, pero puede ser que
también se haya recurrido a la compra del voto, por el bien de México espero
sinceramente que no haya ocurrido así.
Y aprovecho para aclarar que el hecho
de que nunca estuve de acuerdo con la candidatura de Barbosa, no quiere decir
que esté en contra de la Cuarta Transformación de AMLO. Simplemente no puedo
dejar de criticar sus errores.
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