Alejandro
Mario Fonseca
Dos temas articulan la sugerente
trama de El disparo de argón: la
mirada y la ciudad. Un espacio les
sirve de vínculo: la clínica de ojos del doctor Suárez.
El edificio levantado por Suárez
pretende servir a la vista, a la visión y a la salud. Pero este ideal ocurre en
un México donde el tráfico de órganos es una variante de la economía informal.
Suárez no puede ser localizado; el
gran profeta de la vista se ha vuelto invisible. Su discípulo Fernando Balmes
debe buscar el hilo que lleve al maestro.
Todo lo que pasa por sus ojos se
somete al rigor del oftalmólogo hasta que algo nubla su horizonte: una mujer
altera el cristal con que mira el mundo y una trama de sombras lo adentra en un
país donde la urgencia no es curar los ojos sino venderlos.
Esta es la sinopsis de la editorial Anagrama, que publicó la novela de Juan
Villoro, que tiene una extraordinaria reputación como novelista, cuentista,
ensayista y cronista.
Calles de Cholula Puebla |
La ciudad de
México como protagonista
El disparo de argón, publicada en 2006 es una obra maestra, una novela que ensancha los
límites del sentido y ayuda a comprender la realidad dispersa de las ciudades,
(Diego Gándara, La Razón).
Fue la primera que yo leí de Villoro.
Me encantó su trama que para mí, todavía villamelón de la crítica literaria,
resultaba policiaca. Sí usted no sabe de toros, un villamelón es un profano que habla con aire de suficiencia de lo
que no entiende.
Así que recurro a un especialista,
Fabienne Bradu de Letras Libres (31
enero 2006), que apunta que se trata de
una novela ecologista, que critica el irrefrenable y caótico crecimiento de la
ciudad de México.
Para Bradu, más que hablar de
urbanismo, el tema sería la estética de
lo inacabado: un paisaje de incontables varillas que erizan cualquier
construcción como un signo ambiguo de negligencia y de promesa de un incierto
crecimiento futuro.
La estética
de lo inacabado, que frente a las ciudades europeas (que corresponden a una
estética histórica) sería el signo de una
vitalidad tercermundista, del vigor de un proceso incontenible, incluso de una
salud que sospechosamente tomaría las apariencias de la enfermedad.
Villoro escribió la novela hace más
de 20 años y su crítica a La Ciudad de
México hoy vale también para Guadalajara, Tijuana, Puebla y Monterrey entre
otras; que incluye a sus zonas conurbadas, que crecen desenfrenadamente.
¿Hacia dónde
va Cholula?
Para estos expertos de la estética, México
es una ciudad en continuo proceso, de crecimiento, un caos que día a día
verifica sus mutaciones en la imposibilidad de fijarse en un mapa definitivo,
en un retrato perdurable.
Y como yo vivo en Cholula, paso a la
crítica desde lo local. Y no sólo hablo de San Pedro Cholula, sino de todos los
pueblos conurbados de la ciudad de Puebla.
Prácticamente estamos siendo tragados por la ciudad capital. Ahí
vienen inexorablemente el cemento, las varillas, ladrillos, asfalto y demás,
que poco a poco se van tragando a
pueblos tradicionales de vocación agrícola y artesanal.
Ya lo he criticado hace años, soy uno
de los damnificados de ese monstruo llamado México, que sigue creciendo y
devorando todo lo que se encuentra a su paso, por eso hace más de 40 años me
vine a vivir a Puebla y después a Cholula.
Qué lástima que los poblanos y sobre
todo sus políticos, empresarios y demás “hombres ilustres”, que son los que
toman las decisiones, no hayan hecho nada para evitarlo.
Ahí vamos como mansos borregos
entregándonos a la hecatombe ecológica. Y es que “nuestros líderes” no quieren
ver la realidad, lo único que les interesa es la oportunidad del puesto, están
enfermos de poder y de dinero.
Todavía
estamos a tiempo
¿Qué estoy exagerando? A ver
explíquenme porqué Cholula sigue creciendo a base de desarrollos urbanísticos
cerrados, esas pequeñas colonias rodeadas de grandes bardas electrificadas con
vigilancia propia, jardines privados y demás servicios exclusivos.
Verdaderos “bunkers” aislados de los
peligros de la ciudad abierta. Los bunkers para los poderosos, para la clase
política y para los nuevos ricos; la ciudad abierta para los pobres.
No tengo nada contra los nuevos
ricos, y que bueno que tengan suficiente dinero para pagar mayor seguridad, es
señal de que todavía hay riqueza y
desarrollo; el problema es que también crece el número de pobres y para
ellos está la ciudad abierta, con todos sus peligros.
Y llegados a este punto, entramos al
tema de la seguridad. El desarrollo urbano caótico, sin planeación conlleva
inseguridad. Pero hay buenas noticias, el alcalde Arriaga acaba de anunciar una
“nueva estrategia de seguridad”.
Anunció que instaron más de 480
cámaras de vigilancia por toda la ciudad, y lo más interesante es que los
ciudadanos vamos a poder interactuar con ellas por medio del celular; y lo
mejor: “habrá respuesta inmediata por parte de la policía”.
Me gustó la presentación de la “nueva
estrategia” (llevamos años proponiéndola) que circuló El Quetzal en las redes de Internet. Está bien, sin embargo en la
parte final en la que ofrecen un ejemplo de su aplicación, nomás no vimos nada.
Hagan las
cosas bien
Sé que la urbanización continuará.
¿Por qué? Pues porque en el mismo gobierno municipal participan la familias
interesadas en el negocio. Sin embargo, hay que insistir en el compromiso que adquirió MORENA con los
pueblos agrícolas: no los dejen morir, apóyenlos en serio.
¿Qué hacer? Pues por los menos
oblíguenlos a que conserven el 50% del suelo como área verde. Ah, y que los
nuevos colonos también participen con el plan de seguridad: que se solidaricen
con la ciudad abierta.
Y para que no fracase la “nueva
estrategia de seguridad” deben recurrir sobre todo a la juventud. Implementar
simulacros en los que participen los estudiantes de secundaria y preparatoria.
Organización ciudadana es la clave.
Espero sinceramente que el alcalde Arriaga se esté tomando todo esto en serio y
que no se trate de simulación.
Finalmente le cuento que
recientemente leí en familia El libro
salvaje de Villoro reeditado por FCE en 2017. Un texto para niños, cuyo
objetivo es precisamente fomentar en los pequeños el gusto por la lectura.
También les recomiendo el último
artículo de Juan Villoro en el diario Reforma,
Nosotros somos el muro (14/06/17). Me
dio mucho gusto coincidir con él en la crítica que le hice a AMLO sobre su
postura ante la nueva afrenta de Trump.
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