Alejandro Mario Fonseca
En este revelador artículo la periodista canadiense Naomi Klein analiza
el fichaje del ex Ceo de Google Eric Schmidt para encabezar una comisión
para «reimaginar la realidad post-Covid» en Nueva York donde, dice, comienza a
gestarse un futuro dominado por la asociación de los estados con los gigantes
tecnológicos:
“Pero las ambiciones van mucho más allá de las fronteras de cualquier
estado o país”. Klein define una Doctrina del Shock pandémico, a la que llama
el nuevo pacto o New Deal de las Pantallas (Screen New Deal).
Plantea el riesgo liso y llano de que esta política de las corporaciones
amenace destruir al sistema educativo y de salud. El rastreo de datos, el
comercio sin efectivo, la tele salud, la escuela virtual, y hasta los gimnasios
y las cárceles, parte de una propuesta “sin contacto y altamente rentable”.
La cuarentena como laboratorio en vivo, un «Black Mirror», y la
aceleración de esta distopía a partir del coronavirus: “Ahora, en un contexto
desgarrador de muerte masiva, se nos vende la dudosa promesa de que estas
tecnologías son la única forma posible de proteger nuestras vidas contra una
pandemia”.
En este resumen traducido por la Agencia
Lavaca.org, la conclusión es estremecedora: Cuáles son las dudas (de siempre) y cómo, bajo el pretexto de la
inteligencia artificial, las corporaciones vuelven a pelear por el poder de
controlar las vidas.
Se trata del último ensayo de Naomi
Klein Distopía de alta tecnología: la
receta que se gesta en Nueva York para el post-coronavirus, publicado por The
Intercept, una revista electrónica creada por Glenn Greenwald, Laura
Poitras, y Jeremy Scahill.
Plan secreto de la élite tras la pandemia global. |
La
doctrina del shock: el auge del capitalismo del desastre
Para entenderlo cabalmente, vale la
pena recordar qué es la Doctrina del Shock a partir del texto original, un “best
seller” publicado en el 2007 (en México editado por Paidós en el 2007).
En el argumenta que las políticas
de libre mercado del laureado Nobel Milton Friedman y la Chicago School of
Economics (Escuela Económica de Chicago) tuvieron apoyo en países como Chile
bajo la dictadura de Pinochet, Polonia, Rusia, bajo Yeltsin, y los Estados
Unidos (por ejemplo, la privatización de la New Orleans Public Schools después
del desastre del Hurricane Katrina).
También sostiene que las políticas
iniciales para favorecer, la privatización de la economía de Iraq bajo la
Coalition Provisional Authority (Autoridad Provisional de la Coalición) fueron
impuestas mientras los ciudadanos de países que estuvieron en shock por los
desastres, convulsiones, o invasiones.
La tesis central del libro es que
aquellos que tuvieron que implementar las impopulares políticas de libre
mercado ahora lo hacen rutinariamente tomando ventaja de ciertas
características de las secuelas de los más grandes desastres, sean estos
económicos, políticos, militares o de la naturaleza.
Lo que sostiene Naomi Klein es que
cuando una sociedad experimenta un gran “shock”
hay un deseo generalizado por una rápida y decisiva respuesta para corregir la
situación; este deseo, de grandes acciones e inmediatas, ofrece una oportunidad
a los actores oportunistas para implementar políticas que van lejos, más allá
de una legítima respuesta al desastre.
El capitalismo depredador
También sugiere que la rapidez con
que se implementan las acciones de rescate, determina que sean indiscutibles;
entonces las políticas impopulares y desconocidas serán intencionadamente
llevadas a efecto. El libro sostiene que estos shocks son en algunos casos
intencionalmente fomentados.
La doctrina del shock es la historia
no oficial del libre mercado. Desde Chile hasta Rusia, desde Sudáfrica hasta
Canadá, es la implantación del libre mercado que responde a un programa de
ingeniería social y económica que Naomi Klein identifica como «capitalismo del
desastre”. (Cfr. Wikipedia).
Y aquí viene lo más interesante.
Klein identifica la abolición de la Unión Soviética, como un parteaguas
histórico. “…el capitalismo se vio de pronto libre para degenerar en su forma
más salvaje, el libre mercado había pasado a disfrutar de un monopolio
mundial”.
Así, primero los polacos y después
los rusos fueron engañados, se les hizo creer que después de la terapia del
shock despertarían de pronto en un “país europeo normal”. Mientras que la
realidad histórica era otra. Los países europeos normales, con sus sólidos
sistemas laborales y de salud, habían surgido precisamente del compromiso entre
el capitalismo y el comunismo.
Se trató de una especie de
capitalismo suave, que los europeos habían ido construyendo a base de cruentas
luchas en los que los sindicatos y los partidos de izquierda habían sido los
principales protagonistas. Al caer la Unión Soviética el compromiso se perdió y
dio paso paso al capitalismo salvaje.
Un shock global y el relanzamiento de
la doctrina
“Es el capitalismo en su fase
monopolística, un sistema que se ha soltado
la melena, por así decirlo: que ya no tiene que esforzarse en cuidarnos
como a clientes, que ya puede ser tan antisocial, antidemocrático y grosero
como le plazca”. Neoliberalismo, valla.
La oportunidad es oro molido para
los depredadores que rodean a Trump y los demócratas están cayendo en la
trampa. Ahora el shock pandémico del covid-19 es global y casi nadie escapa al
terror.
Son los halcones de Silicon Valley
y sus empresas globales de punta los que están diseñando el regreso a una
normalidad dominada por las tecnologías de la comunicación, son los que
apuntalan el New Deal de la pantalla.
Se trata del mundo
imaginario, en que los celulares,
las computadoras y demás, nos harán la vida feliz. Ya no serán necesarios los
profesores, instructores, médicos, enfermeras. Todo podrá ser resuelto desde la
dulce soledad del confinamiento.
Además las Smart Cities proliferarán por todo el mundo. El pretexto,
el argumento que sostiene el nuevo experimento global, son los chinos y si
Occidente no toma cartas en el asunto, muy pronto, en menos de diez años,
estaremos dominados por Alibaba, Baidu y Huawei.
La plataforma de lanzamiento es
Nueva York, allí se cocina el ensayo de lo que será el mundo de zombis confinados
(clientes seguros) que tanto anhelan Trump y sus corifeos. Está por verse si
los europeos, que ya tiene callo en el asunto, y los demás habitantes del
planeta, medianamente conscientes, fingimos otra vez como que la virgen nos habla.
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