Por Alejandro Mario Fonseca
El pasado 8 de julio apareció en
la prensa una noticia alentadora. Nada menos que el jefe de la Secretaría de
Seguridad Pública del Distrito Federal (SSPDF), Jesús Rodríguez Almeida,
prometió ante los medios que sancionaría a los policías que ofendieron a
jóvenes en Tlatelolco. Palabras más palabras menos, refirió también que la
presencia de la policía auxiliar en la zona estaba dando buenos resultados en
el combate a la delincuencia, específicamente en cuanto a la venta de alcohol y
enervantes. La noticia es buena, pero se queda corta, no es satisfactoria.
Nuestras autoridades deben ir al
fondo del problema y cambiar radicalmente el modelo de policía con que contamos.
Veamos con detenimiento el video de la denuncia.Haciendo a un lado lo evidente,
es decir la actitud grosera y amenazadora, lo más grave es que los policías en cuestión son completamente
desconocidos para los que vivimos aquí. Probablemente se deba a que estaban
realizando una operación de apagafuegos. Se trata de una lógica reactiva a la
que nos estamos acostumbrando los mexicanos en los últimos tiempos: la
violencia y la inseguridad se han exacerbado a tal grado, que no hay tiempo
para planear, para fijar metas a partir de criterios estables; en suma, no hay
tiempo para una política de seguridad
pública proactiva.
Insisto, el problema de fondo
está en la lógica de la acción policiaca, y los responsables no son otros más
que los jefes, los comandantes, los directivos: al no contar con objetivos
claros y estrategias bien definidas se ven obligados a reaccionar todo el
tiempo. La intervención policiaca de “apagafuegos” a base de desbloquear,
liberar o contener, debe dar paso a la disuasión
y a la prevención como nuevos
criterios proactivos enfocados hacia la estabilidad.
Nuestra propuesta es la creación
de una Policía Comunitaria de Proximidad. En primer lugar necesitamos regresar
al esquema que se tenía en 1999. En ese año Tlatelolco contaba con 180 policías
en tres turnos para vigilar las tres secciones. Veinte policías por sección en
activo todo el tiempo, son más que suficientes. Sin embargo, lo más importante
no es la cantidad, sino la calidad
del servicio, lo que pasa por criterios ya olvidados, como son: la estabilidad
y la confiabilidad.
Nuestras autoridades deben
tomarse más en serio los servicios de seguridad pública que ofrecen, en función de su incidencia en la comunidad
como un objetivo de gestión clave. Lo que urge es que se proporcione un
servicio de calidad que resulte aceptable para la comunidad que vive aquí, en
Tlatelolco. El cumplimiento de la ley en México debería basarse en el principio
de que la policía forma parte y no una parte, de la comunidad a la que presta
el servicio. Es apropiado e imperativo que el próximo “Departamento de Policía
Comunitaria de Proximidad” pida ayuda a la comunidad para que ésta establezca
las prioridades y la visión que tiene el servicio prestado por la policía.
No basta con sancionar a los
policías que ofendieron a los jóvenes en Tlatelolco, que bueno que así suceda, sin
embargo hay que hacer muchas cosas más: Jesús Rodríguez Almeida,
Director de la SSPDF está ante una importante área de oportunidad. Tlatelolco
podría convertirse en un modelo de seguridad pública para el país y para el
mundo.
(Continuará).
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